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Sequía y exceso de combustible anuncian un verano de incendios

Sequía y exceso de combustible anuncian un verano de incendios

Sacar la madera del monte para aprovecharla y evitar que se queme y diseñar paisajes mosaico son las propuestas de prevención de Aeefor

P. A. G.

Lunes, 8 de mayo 2017, 07:58

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El preámbulo de Extremadura frente a la temporada alta de riesgo de incendio, es de sequía muy preocupante, de lo que da cuenta el actual 25% de balance hídrico por debajo de las precipitaciones normales. La lluvia en abril ha sido tan escasa, que en Cáceres capital tan solo han caído 8 litros por los 52 de media que deberían haberse registrado, mientras que en Badajoz no se ha pasado de los 5 litros.

La previsión de la Agencia Estatal de Meteorología para mayo, junio y julio, no refresca el panorama, porque establece precipitaciones inferiores a la media deseable.

En resumen, la escasez de lluvias en invierno y lo que va de primavera, unido a la acumulación de combustible forestal, dibujan escenarios listos para arder.

Es cierto, que la capacidad de extinción de incendios es más eficaz que nunca, con una alta profesionalidad de los equipos destinados a ello, pero no es la solución para luchar contra el fuego, como ponen de manifiesto los grandes incendios forestales de Sierra de Gata en el verano de 2015 o el de la Garganta de los Infiernos en 2016.

«Hay una creciente obsesión por incrementar y mejorar las dotaciones públicas destinadas a la extinción, lo que es un tremendo error. El problema es el exceso de combustible que se acumula año tras año en nuestros montes y la Administración debería dedicar sus mayores esfuerzos a reducirlo y extraerlo, porque es vital para evitar los grandes incendios. Lamentablemente, no invierte un solo euro en realizar una tarea como esta», indica Francisco Castañares, presidente de Aeefor, la Asociación de Empresas Forestales de Extremadura.

Indican que, cuanto más eficaces son los medios de extinción controlando pequeños incendios, más alimento están dejando en el monte para que lo consuma un gran incendio forestal, que puede llegar a ser altamente destructivo y poner en peligro vidas humanas.

«La razón, que es bien sencilla de entender -añade Castañares- está en la acumulación creciente de combustible. El paso de los años, sin que este exceso se reduzca y extraiga del monte, acaba convirtiéndolo en un polvorín, que arderá tarde o temprano y, además, de forma explosiva». Es lo que los expertos denominan paradoja del fuego, que resumen como que «cuanto mayor es la eficacia de los medios de extinción controlado pequeños contatos, más grande será el incendio que vendrá».

Consideran, por tanto, que urge cambiar la política forestal, optando por la reducción del combustible y su aprovechamiento. Unos cambios que, de producirse, harían innecesarios los elevados gastos de extinción que soportan las administraciones públicas y que no están sirviendo para evitar los grandes incendios.

Los expertos consultados coinciden en que hay que atajar una política forestal errónea, afrontando conjuntamente prevención y extinción, reduciendo la capacidad de propagación de los grandes incendios forestales y sus potenciales riesgos sobre personas, bienes y usos del paisaje. La prevención pasa por eliminar y fraccionar el combustible y sacar la madera para aprovecharla y evitar que se queme. De lo contrario, la vegetación se acumula año tras año, convirtiendo el monte en una bomba que tarde o temprano explota.

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