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¿Qué ha pasado hoy, 18 de marzo, en Extremadura?
Almendros en flor apiñados en la sierra de Feria, con el casco urbano de la localidad al fondo. Este pueblo de la comarca de Zafra cuenta en su término con decenas de árboles de floración temprana. :: brígido
El cultivo de almendro crece  a un ritmo de mil hectáreas por año

El cultivo de almendro crece a un ritmo de mil hectáreas por año

Aunque bajaron los precios un 37% en la campaña pasada, siguen siendo atractivos para un cultivo con alta demanda ahora

Celestino J. Vinagre

Miércoles, 8 de marzo 2017, 22:58

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Guara, antoñeta, penta, vayiro, soleta o tardona son vocablos cada vez más extendidos en el campo extremeño. Hace cinco años apenas eran conocidos. Los agricultores se han acostumbrado a utilizarlos porque en ellos reside uno de los cultivos que mayor rentabilidad ofrece ahora mismo en la región. Se trata del almendro, no hace mucho tiempo residual, asignado a zonas de agricultura marginal y que sin embargo en estos momentos vive una etapa de pleno florecimiento. Y no se trata solo de una expresión metafórica.

Los almendros no ha alcanzado todavía su techo en Extremadura. Lejos de ser solo el cultivo de moda junto al del pistacho, genera unas perspectivas de demanda y unos buenos precios más que atractivos a medio plazo. «Extremadura es una zona óptima para este cultivo, que es muy rentable, y las perspectivas a corto plazo son que la demanda siga creciendo más que la oferta», recalca Enrique Guzmán, director general de Mercados y Nuevos Proyectos del grupo Delaviuda, que ha arrendado una finca de 201 hectáreas en el municipio cacereño de Tejeda de Tiétar para producir, y además experimentar con variedades y formas de recolección con vistas a un aprovechamiento mejor de plantaciones a medio plazo.

«Merece la pena plantarlos. Tanto que si tengo que decidirme por algo, antes que el olivo por ejemplo, planto almendros», añade tajante Manuel Galindo, agricultor y ganadero de La Morera, municipio de la comarca de Zafra. Dicho y hecho. Galindo va a plantar 120 árboles en una pequeña parcela recién comprada. Hace tres años colocó 1.200 en cinco hectáreas en un terreno en el que antes lo aprovechaban las vacas. «Todos sabemos la miseria que pagan ahora por un kilo de aceituna. Por un kilo de almendra, en función de su rendimiento, te pagan seguro tres o cuatro veces más. Y por muy mal que se de por debajo del euro no lo vendes», incide.

En constante crecimiento desde el 2012, la explosión de este fruto seco es visible en febrero, cuando el almendro de floración temprana está en su apogeo, y lo será aún mayor a lo largo de este mes, al florecer las plantaciones con las nuevas variedades que se han ido sembrando en el último lustro. Variedades diferentes, una decena como mínimo, que en la mayoría de los casos son autofértiles y de floración tardía. De esta forma solucionan el problema de la polinización (no se hace imprescindible las abejas sino el simple viento). Y por otra parte reducen el riesgo de heladas.

Hasta ocho euros

La alta rentabilidad del producto y las perspectivas igualmente positivas como poco hasta el periodo 2020-2025 han empujado a un incremento destacado de la superficie y de la producción. Hay un dato estadístico demoledor. Desde 2014, la superficie destinada a almendros crece a un ritmo de algo más de 1.000 hectáreas por año en Extremadura, la cuarta región española con mayor cantidad de almendros.

Otro apunte concluyente es que, aunque la campaña pasada bajaron los precios un 35% respecto a la anterior, se llegó a pagar a los agricultores entre 4 y 5 euros por kilo en grano (sin cáscara) frente a los hasta 8 del ejercicio anterior. A los que entregaron almendras con cáscara el precio también fue altamente interesante: cobraron hasta 3 euros por kilo en función de su rendimiento.

«Que paguen 8 euros por kilos es una barbaridad. Fue una situación puntual que no es lógico que se repita. Aún así, pagar 5 euros es un gran precio», concluye Antonio Pérez, gerente de Pasat (Productores de Almendras Sociedad Agraria de Transformación), clave para entender este cultivo en la región.

«Por esta zona se pagó 1,80 euros/kilo y aunque los corredores (mediadores) tengan culpa de esa bajada y también que haya poca competencia de industria, todavía sigue siendo rentable», añade Galindo, el agricultor morereño.

«Es claramente ya un cultivo alternativo al olivar y al viñedo. En realidad, es más que eso porque cada año crece de forma consolidada, se mejoran los estudios sobre cuál es la mejor variedad a plantar y ganan terreno los que son de regadíos y en buenos terrenos», relata Juan Carlos Toribio, de Corte de Peleas, en la comarca de Tierra de Barros. Tiene 26 hectáreas.

Su padre, Eleuterio Toribio, empezó a trabajar con almendras en 1986. Fue una especie de visionario, incide su hijo. «Nos pusieron de locos porque todo el mundo tenía olivos y vides, pero ahora a casi todos les ha dado por poner almendros porque han visto que es rentable», afirma. Juan Carlos Toribio es el presidente del consejo rector de Pasat. Ubicada en Corte de Peleas, en esta cooperativa están la casi totalidad de los productores de almendra de Extremadura. Son 600 agricultores no solo de Extremadura sino de regiones limítrofes como las dos Castillas.

Pasat tiene una empresa, Bioterra, creada para comercializar su producto. Sus ventas fuera de España supusieron el 82% del total la pasada campaña. La almendra extremeña se consume en 18 países.

«Las nuevas variedades están incrementando la productividad y eso lo hace aún más rentable. Pero, como ocurre como todo en el campo, las cosas hay que hacerlas con cabeza», reflexiona Antonio Pérez, gerente de Pasat. «No todo el mundo se puede poner a plantar almendros como locos en Extremadura, aunque es cierto que podemos seguir creciendo, y en el resto del mundo no, aunque en Turquía se van a poner muchos a corto plazo y en California van a entrar en producción 25.000 hectáreas más», finaliza. Este estado de los EE UU produce el 80% de la almendra mundial.

Según los datos de la Junta, en 2016 se dedicaron 5.160 hectáreas al cultivo de este fruto seco, aunque en producción estaban solo algo más de la mitad (3.058 hectáreas). Este apunte habla a las claras de los numerosos árboles recién sembrados en nuestra región. En 2015 había sembradas 4.053 hectáreas. Y eran 3.181 en 2014 (3.011 hectáreas en 2013 y 2.877 en 2012, por completar en los últimos cinco años).

Los nuevos sistemas de cultivo superintensivo o en seto aseguran elevadas producciones por hectárea y de forma rápida. Tampoco sin apenas coste de personal porque la recolección es mecanizada.

Al segundo año ya hay fruto, aunque en poca presencia, pero al tercero ya existe una buena cosecha si no hay contratiempos. Un ejemplo del considerable beneficio del regadío es que, según datos oficiales de la Administración extremeña, si de una hectárea de secano se sacaron 650 kilos en la provincia de Badajoz en 2016 (510 en la de Cáceres), en una de regadío se obtuvieron 2.130 kilos en el caso de una parcela de Badajoz y 1.660 en una ubicada en territorio cacereño.

La mayoría de las hectáreas de almendro en Extremadura son todavía de secano (3.311 de las 5.160) y casi todas en la provincia de Badajoz (3.024 en este territorio y 287 en el cacereño), aunque esa diferencia se va a equilibrar a corto plazo por proyectos en zonas tradicionales de regadío del norte de la provincia de Cáceres.

«Podemos llegar a tener 10.000 o 15.000 hectáreas en Extremadura. Sinceramente creo que no sería problema. Ahora bien, hay que mirar bien cómo trabajamos aquí para ser lo más rentable posible y también lo que se hace en otras partes del mundo. Es fundamental tener una visión amplia para no encontrarnos con lo que ha pasado en otras ocasiones cuando todo el mundo se ha puesto a hacer lo mismo», agrega Antonio Pérez.

Ese crecimiento se da por hecho no solo por la iniciativa de pequeños o medianos productores sino por el desembarco de multinacionales. Así, el grupo Delaviuda plantó el año pasado 44.000 árboles en maceta a lo largo de 201 hectáreas de almendro en intensivo en la finca Cañacorral de Tejeda del Tiétar, en La Vera. Ahora está terminando de poner otros 20.000 no en maceta sino de raíz desnuda. Otra fórmula para llegar al mismo camino: producir. «Otra parte de la finca la dejaremos para la experimentación. Es básica para cerrar a medio plazo un buen plan de negocio», resalta Enrique Guzmán. Para su proyecto, Delaviuda ha constituído al 50% la empresa Almendralia Ibérica junto a Foresta Capital, que cuenta con cientos de hectáreas en La Vera dedicada a negocio de maderas nobles y biomasa.

Mientras, el grupo Borges anuncia su intención de poner en cultivo 2.500 hectáreas entre Extremadura y Portugal, sin determinar el número aproximado en cada zona, y la plantación de 600.000 árboles en los próximos cinco años.

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