Es uno de los pocos sectores agropecuarios en el que no somos punteros, pero aún quedan 80 explotaciones agrupadas en torno a cooperativas de Valdelacalzada y Casar de Cáceres, con 5.000 vacas
J. R. Alonso de la Torre
Viernes, 3 de marzo 2017, 13:07
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Donde hoy están las dependencias de la Policía Municipal de Cáceres, ha habido de todo. Fue garaje militar al aire libre durante la Guerra Civil y campo de fútbol durante años. Ahí jugó el Cacereño en su única temporada en Segunda División. Cuando el estadio desapareció, se instaló en ese altozano, junto a la estación de ferrocarril, una central lechera llamada Ilcasa (Industrias Lácteas Cacereñas Sociedad Anónima), que surtía de leche fresca de vaca a los hogares de la capital y alrededores tras desaparecer las tradicionales lecheras. En ese tiempo, en Extremadura aún producíamos y envasábamos nuestra propia leche de vaca. Ahora, es uno de los pocos sectores agropecuarios en el que no somos punteros, pero aún quedan 80 explotaciones agrupadas en torno a cooperativas de Valdelacalzada y Casar de Cáceres, con 5.000 vacas (en España, 400.000), que producen 25.000 toneladas de leche. Es solo el 0.5% de la leche de vaca española. Podemos consumir leche más o menos extremeña, me refiero a 'La Casareña', envasada en Zamora por GAZA, pero formando parte de un proyecto conjunto con la cooperativa Cooprado de Casar de Cáceres. La compré el otro día, la bebí fría y no tiene nada que envidiar a otras leches de vaca. Una asignatura pendiente es un etiquetado de la leche que informe claramente de su origen. En ese sentido, y ante la invasión de leches extranjeras y el problema que ello provoca a nuestra agricultura, no está de más saber que los supermercados alemanes Lidl han decidido vender solo lácteos españoles.
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