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Álvaro Rubio
Miércoles, 8 de junio 2016, 22:50
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En 1956 nació una de las marcas más conocidas en el mundo de los bombones. Mon Chéri marcó el inicio de la historia de Ferrero en un sector que hasta entonces se centraba sólo en el chocolate. Fue a partir de ese año cuando descubrió las bondades del producto por excelencia del Valle del Jerte, la cereza. Y ahora, concretamente por esta época, salen desde la Cooperativa del Valle 500.000 kilos de esta fruta . Lo hacen para darse un baño de cacao y conquistar el paladar de los cinco continentes tras recorrer miles de kilómetros.
Las que no hacen tantas horas de carretera son las que llegan hasta una fábrica de Valdefuentes que hace lo mismo que Mon Chéri, pero a pequeña escala. Situada a la entrada de esta localidad cacereña, en una nave de 1.200 metros cuadrados, también se elaboran bombones de cereza. «Bombones Valcorchero nació como una empresa comercializadora de higos en 1985, pero fue en 2008 cuando empezamos a fabricarlos con esa fruta. La Agrupación de Cooperativas del Valle nos compraba bombones de higo y fueron ellos los que nos propusieron la idea», recuerda Antonio Corchero, gerente de la empresa.
En Extremadura, son los únicos que elaboran este producto. En España, también se fabrican en la zona de Estepa (Sevilla), aunque las comercializan como guindas. «Las de aquí se caracterizan por el sabor de la cereza del Jerte», matiza Antonio, quien apunta que cuando la cadena de producción se encuentra a máximo rendimiento, entre septiembre y diciembre, elaboran unos 10.000 kilos de bombones. Para ello gastan al año unos 20.000 kilos de chocolate puro.
En unidades se traduce a 15.000 al día. «En un minuto puedo hacer tres estuches de diez bombones», detalla Natalia Jara Rueda, que trabaja en la fábrica desde octubre de 2015, aunque se ha criado en esta planta donde también trabaja su madre, Ana María Rueda, que lleva dos décadas como empleada en esta empresa. «He visto cómo ha cambiado y sobre todo se nota en la mejora de las máquinas y el aumento de la producción», afirma.
Proceso
Cuando llega la temporada de recogida, hasta la fábrica de Antonio Corchero llegan 12.000 kilos de cerezas que se convertirán en bombones un año después.
En el proceso trabajan diez personas normalmente. «Cuando empieza la campaña, seleccionamos la mejor variedad que se adapta al proceso, se deshuesan y las confitamos», detalla, al tiempo que señala la cereza perfecta para este producto. «Debe tener una pulpa interior anaranjada o incluso blanquecina. Es la que mejor se conserva. No usamos la picota, que tiene una pulpa interior con un color rojo oscuro, casi morado», matiza.
El siguiente paso, consiste en bañar la cereza en alcohol y seguidamente en chocolate. Luego, el producto pasa por el túnel de frío y directo al envoltorio y al empaquetado.
De la producción total, venden en todo el territorio nacional. Además, exportan un 40 por ciento a lugares como Alemania, Reino Unido y Portugal. También llegaron hasta Rusia pero el veto a la importación total de frutas y hortalizas acabó ahogando las expectativas puestas en el país más extenso del mundo.
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