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Uso comercial de los estándares de seguridad

La distribución utiliza como táctica la aplicación de estándares de seguridad alimentaria para productos frescos más alla de los establecidos por los organismos científicos competentes; lo que le enfrenta al sector agrario, que sólo puede presionar a los legisladores para que pongan coto a este hábito comercial

JUAN QUINTANA

Lunes, 27 de abril 2015, 09:55

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Hace escasos días coincidieron en una tertulia organizada por la Asociación Empresarial para la Protección de las Plantas (AEPLA) seis importantes agentes del sector de los fitosanitarios: el Parlamento Europeo, la Administración nacional, la patronal europea del sector, la investigación pública, los agricultores y la distribución. Se pusieron sobre la mesa varios temas de interés para el agricultor y, sobre todo, se fijaron posiciones de forma bastante clara.

Uno de los aspectos en los que hubo más controversia fue la aplicación de estándares de seguridad alimentaria para productos frescos por parte de la distribución, más allá de los establecidos por los organismos científicos competentes. Existe una profunda brecha entre el sector agrario y la administración, por un lado, y la distribución por otro. Para los primeros carece de sentido que, si existen unos Límites Máximos de Residuos (LMRs) oficiales y establecidos con base científica, la distribución exija a sus proveedores que éstos sean mucho más bajos. Al fin y al cabo, siempre que el alimento esté por debajo de estos LMRs, la seguridad alimentaria no cambia.

Este argumento es muy cierto, pero no lo es menos que la distribución es libre de tomar sus decisiones siempre que no haya una norma que se lo prohíba. En este sentido, es responsabilidad de la administración pública regular, hasta lo que el marco jurídico le permita. Otra cuestión es la valoración subjetiva de si debe adoptarse una práctica que perjudica a sus propios proveedores. Nos guste o no, siempre que no se engañe al consumidor y no se le trasladen mensajes confusos, la distribución es libre de acometer una estrategia u otra, de priorizar cliente o suministrador. En este contexto, el agricultor tiene poco que hacer, salvo presionar a los legisladores para que pongan coto a este hábito comercial.

Pero no solo se abordó este polémico asunto. El delicado tema de los registros de productos fitosanitarios también saltó a la palestra. En estos últimos años se han invertido muchos recursos públicos para desatascar un proceso cuya lentitud ha costado mucho al sector. Sin embargo, el cuello de botella no se ha eliminado del todo y, en este punto, tiene mucho que ver el papel excesivamente burocrático que juega el Ministerio de Sanidad, corresponsable del proceso. En todo caso, el número de expedientes gestionados ha crecido de forma exponencial, lo que junto a la aplicación del sistema de reconocimiento mutuo ha permitido avanzar de forma muy significativa.

Otro aspecto muy sensible es el uso fraudulento de fitosanitarios, que en la actualidad representa en torno al 10% del mercado europeo, de acuerdo con los datos presentados por la Dirección General de Sanidad y Seguridad Alimentaria de la Comisión Europea. La mayor parte procede de China y, en mucha menor proporción, de India, Turquía, Ucrania, etc. Se trata de pesticidas que no entran por el sur, sino por los grandes puertos del norte de Europa.

La reducción de este porcentaje de fraude ha sido un objetivo prioritario de la industria y de las organizaciones que le representan. En España, la actividad coordinada del Seprona y la industria, ha permitido que cada vez se cierren más operaciones de envergadura contra el tráfico ilegal de estos productos.

En otro orden de cosas, la aplicación de la directiva de uso sostenible de productos fitosanitarios ha sido otro de los marcos regulatorios que han condicionado el trabajo de agricultores e industria. Su objetivo era mejorar la seguridad de la producción vegetal, reducir el impacto de plagas y potenciar una agricultura cada vez más sostenible. Para ello los fitosanitarios son una herramienta más, que coexiste con otras muchas, como la cada vez más reconocida, lucha biológica contra plagas.

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