Borrar

Agricultura versus Naturaleza

LUIS FERNANDO LÓPEZ SILVA LICENCIADO EN PEDAGOGÍA

Miércoles, 22 de abril 2015, 00:28

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

HACE unos días, charlando con un amigo agricultor en una fiesta de mediodía sobre las vicisitudes de la agricultura y el campo, este espetó: «en el campo no hay , los líquidos matan », refiriéndose a la carencia de animales silvestres en algunos de nuestros parajes, sobre todo en aquellos donde la agricultura ejerce una mayor presión sobre las especies de fauna y flora. Por ejemplo, los fertilizantes, el estiércol y los plaguicidas son las principales causas de contaminación del agua y la eutrofización de los ecosistemas acuáticos. La frase arriba expuesta, dicha por un propio agricultor, evidencia el gran problema que presenta la agricultura de escala e intensiva actual sobre la materia misma de la que se sirve la práctica de la agricultura, es decir, la tierra base de la cual la Naturaleza forma parte. Pues la agricultura sería impracticable sin el oficio que realiza la madre Naturaleza para condicionar material y climáticamente la labor del agricultor. Sin embargo, a pesar de que cada vez una mayor porción de agricultores son conscientes de los daños que le infligen al medio natural del cual depende en gran parte su medio de vida, la mayoría de ellos sigue practicando unas rutinas agrícolas perniciosas en aras de una productividad 'ad infinitum'. Así, la competitividad y el máximo rendimiento exigidos por el modelo económico vigente ha creado en el sector agrícola y ganadero una espiral productivista difícil de frenar que a largo plazo acarreará un sinfín de complicaciones al propio sector, pues la degradación continuada de las coberturas terrestres y recursos hídricos pondrá en jaque a millones de agricultores y ganaderos de todos los continentes, con lo que se necesitará la colonización de nuevas tierras vírgenes. Por tanto, lo cierto es que la agricultura afectará en pocos años a la base de su propio futuro a través de la degradación de la tierra y la desertificación, la salinización, la contaminación y el exceso de extracción de agua y la reducción de la diversidad genética agropecuaria y la biodiversidad en general.

Y aunque sabemos que la agricultura representa la mayor proporción de uso de la tierra por el hombre y que casi dos terceras partes del agua utilizada se destina a la agricultura, nada aun se ha hecho en el sector agro-ganadero por reflexionar profundamente sobre estos exagerados hechos que tienen unos profundos efectos en el medio ambiente en su conjunto, y por tanto, determinarán en gran medida la viabilidad del ecosistema mundial y la agricultura ligada a él.

En estos casos, la información facilitada sobre estos temas cruciales a los agricultores y ganaderos por parte de las autoridades es mínima, actuando solamente a nivel legislativo, pero sin actuar en la concienciación y formación de todos aquellos que se dedican a las labores del campo. Hoy más que nunca se hace necesario una hoja de ruta razonable para el sector agrario, pues necesita ser advertido de los peligros que se ciernen sobre su actividad si no es capaz de revertir las prácticas menos sostenibles en el campo. Es primordial dar a conocer el débil equilibrio de la biosfera debido a su imbricada biología ecosistémica en la que el todo y las partes funcionan simbióticamente, y que si una de estas partes es modificada físicamente o alterada en su química elemental tendrá efectos negativos sobre las demás. Lo que significa mayores riesgos y costos para el agricultor y la sociedad en su conjunto, ya que se deberá intervenir para equilibrar artificialmente los trastornos producidos en los terrenos dedicados a la siembra u otros usos.

La agricultura es la actividad que permitió al hombre salir de las cavernas y evolucionar hasta nuestras sociedades tecnificadas; es, por tanto, una actividad fundamental para la preservación de la humanidad. Durante todo el siglo XX la técnica aumentó la capacidad agropecuaria, eso sí, infligiendo al medio natural averías irreparables. Ha llegado la hora de que esa técnica unida al buen hacer del agricultor se ponga a trabajar para convertir este oficio milenario en una garantía de futuro para el planeta y para el propio agricultor. Es imperativo romper la cadena del parasitismo predador que los humanos mantenemos con el entorno natural para alcanzar una simbiosis que recupere poco a poco los equilibrios naturales. La reprocidad existencial entre agricultura y naturaleza así lo exige. Ya lo dijo el escritor y granjero Wendel Berry: «Sin importar que tan urbana sea nuestra vida, nuestros cuerpos viven de la agricultura; nosotros venimos de la Tierra y retornaremos a ella, y es así que existimos en la agricultura tanto como existimos en nuestra propia carne».

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios