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«Sería irresponsable si no prohibiera fumar en bares»
TRINIDAD JIMÉNEZ | MINISTRA DE SANIDAD Y POLÍTICA SOCIAL

«Sería irresponsable si no prohibiera fumar en bares»

Cogió la cartera y se encontró dentro la temida gripe A. Un año después, ha logrado controlar el virus, y hasta a la oposición. Ahora se enfrenta al cigarro y a Tomás Gómez

MONTSERRAT LLUIS

Viernes, 3 de diciembre 2010, 12:17

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Es la jefa de los 213.977 médicos colegiados en España, pero Trinidad Jiménez obedece a pies juntillas lo que le mandan a ella sus facultativos. Además, apenas les da trabajo. «Hago muy poco uso de los servicios sanitarios, porque soy una mujer muy sana. Pero confío plenamente en ellos. No se me ocurre cuestionar en ningún momento un tratamiento», asegura. Desde que a los 17 años empezó a cuidar niños españoles que pasaban el verano en Inglaterra, «nunca » se ha cogido una baja. Ni cuando fue asesora del ex presidente González en la Internacional Socialista, ni en su etapa de aspirante a la alcaldía de Madrid ni como secretaria de Estado para Iberoamérica. Ni siquiera en el último año, por más que se lo ha pasado rodeada de gripe A, de nicotina, del virus del papiloma y de algún que otro dardo envenenado de la oposición. Ahora disparan también desde dentro de su propio partido, a tres días de unas primarias que pueden convertirla en candidata a presidir la Comunidad de Madrid.

Dolores de cabeza, pues, no le faltan y sí bastantes horas de sueño pero, a sus 48 años, la abogada e hija del ex magistrado José Jiménez Villarejo no parece acusar en absoluto el peso de una cartera cargada de temas polémicos. De hecho, el portafolios que le traspasó Bernat Soria el 8 de abril de 2009 descansa lustroso a los pies de la mesa de su despacho. Encima del clásico tablero de madera, una inmaculada jarra de agua. A la izquierda, un sugerente centro con frutas de temporada, un plato con sello oficial y unos cubiertos de plata. A la derecha, pintorescas y luminosas vistas al Museo del Prado de Madrid. En la cara, una sonrisa tan malagueña y marcada como su acento. Y, por delante, doce largas horas de faena diarias: la mejor prueba de que el trabajo es salud. Y la salud, el trabajo «entregado » de la ministra de Sanidad y Política Social.

¿La Sanidad española goza de buena salud?

Sí, tenemos un magnífico Sistema Nacional de Salud, con extraordinarios profesionales y con un altísimo grado de excelencia en la prestación de servicios. Además, la población española registra uno de los mejores indicadores de salud del mundo: alcanza la segunda o tercera mayor esperanza de vida y una tasa de mortalidad muy baja en las principales enfermedades actuales.

Algún achaque ya sufrirá...

Quizás donde tenemos que poner más atención es en la prevención de enfermedades no infecciosas. Sobre todo, en la obesidad infantil, que provoca dolencias graves como diabetes o hipertensión. En los adultos, el tabaquismo causa una treintena de enfermedades y 55.000 muertes al año. Si nos concentramos en la prevención, pues, lograremos una salud mejor para la población.

Y tras un año y medio con usted al frente, ¿su Ministerio se encuentra sano?

Hemos conseguido que ocupe un lugar central en la política actual, la gestión de la gripe A nos ha obligado a asumir mayor protagonismo. También hemos hecho un ejercicio de coordinación respetando las competencias de las comunidades autónomas.

En efecto, ha conseguido que incluso la presidenta de la Comunidad de Madrid, Esperanza Aguirre, aplauda su gestión. ¿Cómo se logra poner de acuerdo a todas las autonomías, sensibilidades y partidos?

No hay posicionamientos ideológicos en materia de salud, lo que me ha facilitado la toma de decisiones y la búsqueda de acuerdos. Los consejeros de Sanidad asumen que hablamos de un ámbito reservado para el consenso, quizá porque son muy conscientes de que con la salud no se juega. También ha ayudado la gran confianza que adquirimos al tener que abordar desde el principio un tema que nos preocupaba tanto a todos y causó tanta alarma como fue la gripe A.

Lo que está otra vez sobre la mesa ahora es la Ley del Tabaco. ¿Se aprobará antes de fin de año?

Sí, sí. Como es una reforma de la actual ley, no creo que el debate sea largo. Existe un acuerdo básico entre todos los grupos para profundizar en la norma y, así, cumplir sus objetivos: hay que garantizar que no se fume en los espacios públicos cerrados por una razón fundamental: preservar la salud de los que no fuman.

Los hosteleros denuncian que perderán 11.000 millones al año con la prohibición de fumar en bares.

Es la misma cifra que daban cuando se aprobó la anterior ley y luego no se produjo ningún efecto económico negativo. Estoy convencida de que ahora tampoco lo habrá. Además, la ciudadanía ya ha dejado de fumar en el trabajo sin que haya ocurrido nada, por lo que existe mejor preparación social y cultural para asumir que en los espacios públicos cerrados tampoco se consuma tabaco. Los empleados de la hostelería registran niveles muy altos de nicotina y mi obligación, como ministra de Sanidad, es velar por la salud, sobre todo, por la de aquellos que deciden no fumar. Si países como México, Argentina, Turquía o incluso Siria, con porcentajes de fumadores mucho más altos que el 24% de España, ya han dado el paso, por qué no se va a poder aquí.

¿Y usted no teme perder votos con esta cruzada antitabaco?

Hemos hecho varias encuestas y el grado de aprobación de la medida es muy alto porque la inmensa mayoría de las personas no fuma y quieren estar en espacios más saludables y libres de humos. Aun así, he calibrado si puede acarrear alguna consecuencia negativa, perjudicar a algún sector, y, después de un estudio muy riguroso, hemos concluido que tendrá un impacto neutro. Por tanto, como ministra de Sanidad, sería una irresponsable si no tomara esta decisión sabiendo, como sé, que el tabaco causa un efecto tan perjudicial para la salud, tanto sufrimiento y enfermedades.

¿El próximo paso será prohibir fumar en la calle, como ya ocurre en Japón?

Ni se me ha pasado por la cabeza. Debo velar por la libertad de los ciudadanos que no fuman y que ahora no pueden escoger no hacerlo en un lugar cerrado. Pero jamás se me ocurrirá entrar a legislar sobre los espacios públicos donde no se perjudica la salud del resto. Nunca me meteré en hábitos personales. Yo solo informo de que fumar daña, pero luego cada persona decide.

Está prohibido vender tabaco a menores y, sin embargo, una chica de 16 años sí puede abortar sin consentimiento de sus padres. ¿Le parece coherente?

Por supuesto, está prohibida la venta de tabaco y alcohol a menores porque perjudica gravemente la salud. Otra cosa diferente es cuando en un momento puntual, coyuntural, extraordinario, una persona tenga que acudir a una situación que es extraordinaria para evitar un embarazo no deseado. La nueva Ley del Aborto se ha hecho con carácter general, dirigida a las mujeres, y, excepcionalmente, para que a esa joven se le permita opinar y hacer valer su decisión sobre algo que es tan determinante en su vida como tener o no tener un hijo. Es una decisión tan importante y que va a condicionarle tanto, que queremos proteger a esa menor para que prevalezca su voluntad, tanto si quiere continuar con su embarazo como interrumpirlo.

En este tema no ha logrado consenso, pero ha tirado igualmente hacia adelante.

El debate sobre la despenalización del aborto tuvo lugar en España hace 25 años y ningún partido, ni el PP, ha querido cambiar esa situación. Lo que busca la nueva ley es dotarla de mayor seguridad jurídica. En el cuarto supuesto, donde existía riesgo para la salud física o psíquica de la madre, entraban todos los casos de interrupción voluntaria de embarazo. Creíamos que teníamos que acotarlos con tiempos y plazos muy precisos y lo que hacemos es dotar de mayor seguridad jurídica tanto la decisión de la mujer como la práctica de los profesionales. No hubo consenso, pero sí se consiguió la mayoría suficiente que representa la soberanía popular y que es la que está en el Parlamento.

De lo que ahora no se habla es sobre la gripe A. ¿Estamos ya a salvo de ella?

Mantenemos nuestro sistema de vigilancia porque, aunque la prevalencia es muy pequeña, aún llegan nuevos casos de gripe A. Además, los expertos advierten que se puede producir un repunte y se ignora cuál sería su comportamiento.

Al final no ha resultado tan grave cmo se temía.

En España, la cifra de muertos ha quedado en 230 y hemos tenido a 4.000 personas muy graves. No eran prescindibles, pues, todos los planes de prevención y decisiones que tomamos para proteger a la población. Se trataba de un virus nuevo y desconocido y lo peor es que no sabíamos cómo podría evolucionar.

Y ahora, conociendo el efecto real que ha tenido, ¿volvería a actuar del mismo modo? ¿compraría 37 millones de vacunas?

Como responsables sanitarios, teníamos la obligación de actuar ante un virus desconocido, del que las primeras noticias decían que presentaba enorme capacidad de contagio, agresividad, morbilidad y letalidad. Así que volvería a tomar exactamente las mismas decisiones. Fueron siempre muy equilibradas en relación a lo que conocíamos; avaladas por la evidencia científica y el consejo de los expertos.

Otra medida polémica ha sido la reducción del gasto farmacéutico. La gente quizá preferiría que se ahorrara de otro sitio antes que de la salud.

No ha habido recorte en gasto sanitario, sino en la factura farmacéutica. Hemos bajado el precio de los medicamentos, lo que no perjudica a los ciudadanos, al contrario. Se ahorrarán en torno a cien millones de euros y el Sistema Nacional de Salud, 1.500 millones.

¿El gasto hospitalario o médico no se contraerán?

No, no, no se han visto en absoluto afectados. Es muy difícil incidir sobre el gasto sanitario pues está muy consolidado y es estructural. Lo único que podemos hacer, y en eso estamos, es contener el gasto.

¿Le parece admisible que un ciudadano tenga que esperar dos meses para acudir a una cita médica?

No hay que esperar dos meses para una visita. Las consultas en atención primaria se hacen con carácter prácticamente inmediato. Como mucho, hay que esperar uno o dos días en lugares muy frecuentados. Pero sí queremos establecer unos tiempos máximos de espera, sobre todo para determinadas enfermedades u operaciones que entrañan riesgo para la personas.

¿Qué plazos máximos le parecerían razonables?

Depende de la enfermedad y las pruebas que requiera. Una comisión está determinando con carácter técnico qué consultas de especialistas no pueden admitir demora. De todos modos, todas las comunidades trabajan en la reducción de las listas de espera y, de forma lenta pero sostenida, se va consiguiendo el objetivo.

Cada médico de familia atiende de media a 1.426 pacientes. Con semejante volumen, ¿es posible hacer un seguimiento correcto de cada persona?

Con carácter general, los médicos de familia ofrecen un excelente servicio porque son la puerta de entrada al sistema y determinan si ese paciente debe ir a un especialista o no. Lo que tenemos que lograr y es en lo que estamos es que los médicos de atención primaria sean eso, médicos, y descargarlos de esa otra tarea burocrática que ahora también tienen asignada.

¿Y cómo se hace eso?

A través de la informatización e incorporación de la sanidad electrónica. También trabajamos en el proyecto AP21 (Estrategias para la atención primaria en el siglo XXI) para satisfacer algunos requerimientos que nos hacían la sociedad y los médicos. Hacemos un gran esfuerzo para que consulten con mejores garantías.

¿No hacen falta más médicos?

No hay prevista ninguna ampliación del número de plazas y es difícil que se pueda dar por el momento actual. Pero cada vez que salen nuevas vacantes MIR y hay requerimientos de los hospitales, el mayor número de puestos son para médicos de atención primaria.

¿Se abusa de la Seguridad Social?

Los datos indican que nuestra tasa de frecuentación es muy similar a la de otros países de nuestro entorno. También es verdad que otros estudios recomiendan actuar sobre la demanda para no sobrecargar los servicios. De hecho, de común acuerdo con las comunidades, queremos iniciar una campaña para decir a los ciudadanos que es importante hacer un uso racional de los servicios públicos. Pero, cuando veo los indicadores de salud tan buenos que tenemos, me pregunto si no es porque la gente tiene mayor facilidad para acceder a la Sanidad. Quiero recordar que el 80% de los recursos sanitarios son utilizados por personas mayores.

Con tantos proyectos sobre la mesa, Ley del tabaco, reducción de listas de espera, con su probada capacidad para generar consensos... ¿Es responsable abandonar ahora la cartera y ser candidata a la Comunidad de Madrid? ¿En esa decisión ha primado el interés de los ciudadanos?

He tomado esta decisión, que ha sido muy meditada, con responsabilidad personal y con el compromiso con un proyecto político. Mi vocación es de servicio a los ciudadanos, eso es lo que siempre he hecho, independientemente del lugar en el que he desarrollado mi trabajo. Y ese proyecto ahora implica luchar para que Madrid cambie su signo político.

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