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Sala de los lagos de la Cueva de Castañar de Ibor. :: F. RAMÍREZ/ M. GONZÁLEZ DEL RÍO / PROPIA
La cueva de Castañar, en 3-D
SOCIEDAD

La cueva de Castañar, en 3-D

La fragilidad de su contenido acaba con las visitas turísticas. Los interesados podrán recorrerla en una película de tres dimensiones. La cueva carece de ventilación y las personas rompen el equilibrio natural que la ha hecho posible

JOSÉ L. AROCA

Domingo, 10 de enero 2010, 13:05

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Es tan hermosa como delicada. Ha soportado centenares de miles de años enterrada en el silencio pero no aguantaría una década de visitas turísticas masivas. La cueva natural de Castañar de Ibor se cierra para el gran público que se tendrá que conformar con la ilusión de recorrerla en una visita virtual con gafas en una proyección en tres dimensiones.

Los expertos han dictaminado que estas formaciones de aragonito, un tipo de carbonato cálcico muy delicado, simplemente se van a deshacer en polvo si continuaban los grupos de visita al ritmo habitual, 2.000 personas por año, que estuvo rigiendo hasta el 2006, e incluso si se reducían a la mitad como ha venido ocurriendo desde entonces.

La falta de ventilación, y de una gran balsa de agua, junto con los cambios que introducen los humanos, impiden el mantenimiento de unas condiciones adecuadas de humedad, temperatura y presión.

La solución para que esta maravilla natural pueda ser disfrutada por todos es ofrecer un gran centro de interpretación en las proximidades de la caverna, un edificio cuya obra de ampliación está ya terminada. La Consejería de Industria, Energía y Medio Ambiente acaba de adjudicar ahora el nuevo equipamiento del centro, y sobre todo la realización de una película en tres dimensiones, de 20 a 30 minutos de duración, que tratará de sustituir parcialmente a la visita física a la cueva.

Según los contratos realizados todo debe estar listo para el verano próximo, cuando los turistas vuelvan a Extremadura por sus vacaciones anuales, y se interesen por esta oquedad natural de Castañar, 35 kilómetros al sur de Navalmoral.

El nuevo centro de interpretación va a contar con una sala de proyecciones de capacidad para 40 o 50 personas en la que provistos de gafas especiales los visitantes verán una película en 3-D que tratará de introducirles como si realmente estuvieran dentro de la caverna.

Una recreación virtual para que el que se meta en la película con sus gafas «parezca que va andando por la cueva y se tenga que agachar, luego casi arrastrarse», al objeto de dar la sensación de que «estás en el interior moviéndote», describe Pedro Muñoz, director de este monumento natural oficialmente declarado en 1997, y jefe del servicio de conservación de la naturaleza y áreas protegidas.

La filmación va a permitir enseñar salas a las que hasta ahora no llegaban las visitas.

La reforma del centro de interpretación incluye en uno de sus espacios la reconstrucción física, para que no todo sea virtual, de la sala más vistosa de la gruta, El Jardín.

El nuevo edificio se completa con una sala dedicada a la comarca de los Ibores (flora, fauna, paisajes y ecosistema de la zona), otra pensada para explicar el mundo de las cuevas y el karst en general (paisaje formado por la erosión química en terrenos calcáreos), y una más reservada a las características de la cueva de Castañar y divulgación de los resultados de las investigaciones hechas en ella.

En el exterior, de acuerdo con el Ayuntamiento de Castañar, la Consejería de Medio Ambiente va a promover una mejora de los espacios de recepción y aparcamiento de turismos y autobuses.

Esta cueva se descubrió de manera accidental en 1967 cuando un mulo se hundió parcialmente en el terreno que trabajaba. Del agujero resultante salió humo y los vecinos se asustaron al creer que era un volcán, temor al que sucedió luego una etapa larga de indiferencia. Un grupo de espeleólogos empezó a explorar la oquedad y calibró finalmente su valor natural a principios de los años ochenta.

Tras décadas de abandono e intentos en vano por parte del Ayuntamiento para su posible aprovechamiento turístico, la Junta la declaró en 1997 monumento natural y encargó a instituciones como el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y a la Facultad de Geología de Madrid el estudio de las condiciones naturales, y de las exigencias para su apertura a las visitas.

Pero el acceso natural no es fácil, está precedido de una pendiente pronunciada y para colmo la entrada a la gruta se hace en vertical mediante una escalera metálica con tal estrechez que causa claustrofobia a algunas personas además de exigir cierta condición física, sigue explicando el director del monumento Pedro Muñoz.

En el año 2000, tres años después de su declaración, empezaron las visitas regulares y de manera más organizada a partir de febrero de 2003 al ritmo de dos mil personas al año, presión que duró sólo cuatro años porque en el 2007 los técnicos obligaron a reducirlo a la mitad. Desde el inicio han entrado en la caverna 8.000 personas.

Aunque la longitud alcanza los dos kilómetros el recorrido de los visitantes cubre apenas un tercio aunque llega a los 26 metros de profundidad. La humedad es alta, del 98 por ciento, y la temperatura se mantiene estable entre 19 y 20 grados.

Su belleza está en las estalactitas y estalagmitas, esas formaciones que cuelgan de techos o ascienden desde el suelo, en las coladas o capas cristalizadas, y sobre todo la particularidad de la cueva de Castañar estriba en sus cristalizaciones de aragonito algunas en forma de árboles, un material que es por el contrario uno de los motivos de la fragilidad de este ecosistema.

La debilidad del equilibrio natural de la gruta, que carece de ventilación, ha obligado a dejar un espacio de cinco horas entre visita y visita, y a limitar los grupos a un máximo de seis personas.

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