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OPINIÓN

Curar al ludópata

JOSÉ MARÍA CHAVERO FERNÁNDEZ

Domingo, 10 de enero 2010, 01:25

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ES frecuente encontrar personas de todas las edades y condiciones padecer las consecuencias del juego y lo que comenzó siendo un pasatiempo se convierte en continuas tensiones individuales, familiares, laborales, sociales, económicas,... Atrás quedaron las sonrisas por los premios conseguidos, dando paso a preocupaciones y tristezas y a una nueva manera de vivir y de relacionarse con el mundo. Vamos a centrarnos en el juego patológico que esclaviza al jugador y que se transforma en una actividad solitaria y enfermiza.

La psiquiatría y la psicología dicen que el juego patológico es una conducta perniciosa, indicada por al menos cuatro de los siguientes síntomas: preocupación frecuente por jugar o por obtener dinero para hacerlo, con frecuencia se juega más cantidad de dinero o durante más tiempo del planeado, existe la necesidad de aumentar la magnitud o la frecuencia de las apuestas para conseguir la excitación deseada, surge intranquilidad o irritabilidad cuando no se puede jugar, hay pérdidas repetidas de dinero y vuelta al día siguiente para intentar recuperarlo, se realizan esfuerzos repetidos para reducir o parar el juego. Éste tiene lugar, con frecuencia, cuando el sujeto debía estar cumpliendo sus obligaciones sociales o profesionales, además sacrifica otras actividades familiares o recreativas para poder jugar, continúa jugando a pesar de no poder pagar las deudas crecientes y se encuentra con problemas sociales, profesionales o legales que se exacerban en el juego.

La ludopatía conlleva problemas económicos por las deudas que produce y las continuas peticiones de dinero, con la falsa ilusión de recuperarlo para devolverlo. El dinero lo consigue de amigos y de su trabajo, con mentiras y excusas. Los problemas legales aparecen por las denuncias de sus acreedores y los familiares porque vive sus relaciones afectivas de forma amenazante, pierde espontaneidad y se vuelve irritable, suspicaz, le cuesta comunicarse y esto es captado por la familia aunque muchas veces no sabe el por qué del cambio. Esta situación se aclara cuando el sueldo no llega entero, se pide más dinero o un amigo llama pidiendo el dinero que le debe. Los momentos con la familia van siendo menos porque solo se piensa en recuperar el dinero perdido y surgen sentimientos de culpa cada vez que se gasta un dinero del que no podía hacer uso. Surgen los problemas sociales al alejarse de los ambientes que antes frecuentaba porque se siente distinto a los demás y le produce angustia y malestar. Pasan de salir solo en los descansos al práctico abandono del trabajo, lo cual es percibido por los compañeros y la empresa que le da los primeros avisos de despido. Esto suele producir efectos en unos primeros momentos, hasta que el impulso le lleva de nuevo a jugar, aun sabiendo que perderá el trabajo. A los problemas mencionados suelen unirse algunos trastornos como el consumo excesivo de alcohol y de drogas o síntomas de depresión.

El ludópata es inseguro, con pocas relaciones sociales, con situaciones estresantes difíciles de manejar; ama el riesgo y el peligro y con una historia de aprendizaje marcada por algún modelo ludópata con el que se ha identificado. Terminar hablando del tratamiento y de los grupos de autoayuda, constituidos por jugadores rehabilitados y otros en rehabilitación que se convierten en horizontes de esperanza y que son uno de los medios más efectivos para superar el problema. Es obligada la ayuda profesional para manejar la ansiedad y los impulsos, que oriente a afrontar los factores que hayan favorecido la adquisición del juego, que ayude a resolver los problemas ocasionados por el mismo como no tener firma en el banco, ni tarjetas, ni disponer de dinero e, incluso, pedir por escrito a amigos y a locales frecuentados por él que no le presten dinero ni le dejen entrar. Estas medidas son efectivas si son solicitadas por el individuo y siempre es obligatorio un seguimiento y transmitir confianza.

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