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La leyenda española del cine de serie B murió a consecuencia de un cáncer y con la ilusión de participar en nuevos proyectos . :: EFE
«El cáncer es una experiencia tremenda y más ahora que voy a ser abuelo»
SOCIEDAD

«El cáncer es una experiencia tremenda y más ahora que voy a ser abuelo»

Guionista y director, además de intérprete, participó en más de 100 películas y se especializó en el género de terror El actor Paul Naschy, fallecido ayer, recibió a este periódico en el hospital el viernes

JOSÉ EDUARDO ARENAS

Miércoles, 2 de diciembre 2009, 10:36

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Fue el rey de la serie B española, junto a Jesús Franco, con el que no se llevaba muy bien. Trabajó a destajo en el cine y se especializó en hombres lobo y en vampiros hasta convertirse en una estrella del género de terror. Paul Naschy, bautizado con el nombre de Jacinto Molina, murió ayer en Madrid a los 75 años, después de haber participado en más de un centenar de películas como actor, guionista y director.

Con una vida artística llena de altibajos, Naschy se ha ido pensando que finalmente le había llegado el reconocimiento que merecía, sobre todo por parte de los jóvenes, y que su aparición en el filme 'La herencia Valdemar', dirigido por José Luis Alemán y que se estrenará el próximo 22 de enero, confirmaba su percepción.

Este periodista pudo hablar con el cineasta el pasado viernes, en su habitación del hospital Ruber de Madrid, donde también estaba su mujer Elvira, que comentaba que la enfermedad le había dejado «un mínimo resquicio, pero estaba claro que iba a seguir con su trepidante actividad».

Desde que obtuvo la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes, obtenida en el año 2001, el madrileño Jacinto Molina (nacido el 6 de septiembre de 1934) había disfrutado de un resurgir artístico en España que no había conocido desde sus comienzos allá por los años sesenta y setenta. «Desde entonces no paré nunca, ni cuando la profesión escamoteó moralmente mi trayectoria y con ello también mi vida, pues la pasión que puse en todo lo que había hecho no merecía el descrédito que yo siempre notaba a mi alrededor».

Nunca se mostró dolido, porque el tiempo le había dado la razón con creces y, además, en un país tan cainita y propenso a la envidia como él que pensaba que era el suyo. «Valoro doblemente esta nueva atención», aseveraba con una mueca, en cruda lucha entre las dolorosas molestias y la gratitud.

En ese momento de la conversación intervino de nuevo Elvira: «Hace algún tiempo me dijeron en el Ministerio de Cultura que Paul se había adelantado a su tiempo, rescatando temas clásicos del género fantástico y trabajando con muy poco presupuesto, como ya había hecho para sobrevivir la productora británica Hammer con Terence Fisher, Peter Cushing, Freddie Francis, Christopher Lee, Roy Ward Baker, Boris Karloff, Susan Strasberg, Joseph Losey o Jack Nicholson», razonaba su esposa de un tirón.

Dos mitos del terror

Todo esto transcurría mientras yo miraba a Paul desde un lateral de su cama en el Ruber. Acudí con un frasco de colonia, aunque mi primera intención había sido llevarle un muñeco de tela con un par de dientes grandotes y bien puestos. Idea que borré de la cabeza enseguida, pues de la misma manera que introdujeron un aparato fotográfico en la cámara del tanatorio donde yacía la difunta Rocío Dúrcal, cualquiera podía hacer otro tanto en el sanatorio -¡con muñeco incluido!- ante la supuesta e inminente desaparición del actor, lo que seguramente habría sido motivo de algún comentario mordaz.

«Pero ya ves, me he salido con la mía», atajaba Naschy. «Lo que siento es que esto -por la cruel enfermedad- ha llegado cuando estaba disfrutando en todos los sitios del mundo, tanto en España, como en otros países, Alemania, Estados Unidos, Japón... Elogios provenientes de personas intelectuales, gente inteligente y también de aficionados jóvenes. Los prejuicios que he sufrido antes se han acabado. Quedamos sólo dos mitos del cine de terror: Christopher Lee y yo. Nos citamos en Londres para después de que me operaran del páncreas. Me decía: 'Termina pronto tu guión, Paul -pensaban trabajar juntos-, porque ya soy muy mayor...'».

Después suelta un inesperado «¡Ay!». Tan doliente interjección le recuerda a Paul que «el cáncer es una experiencia tremenda. ¡Ahora que voy a ser abuelo! En el trabajo, me queda por estrenar la primera y segunda parte de 'La herencia Valdemar', que José Luis Alemán ha rodado sin ninguna ayuda ministerial. Me han dicho que estoy muy bien, que me salgo».

Y pese a su reconocida cultura y su sensibilidad, Paul Naschy no consigue interpretar el por qué de las cosas: «¿Si al final no hubiera triunfado también estaría enfermo? ¿Te llega la hora una vez que has visto cumplidos todos tus sueños? O es una respuesta tardía del cerebro, ese desconocido que tras un esfuerzo sobrehumano como el mío cobra el peaje en cualquier parte del cuerpo. Aun así, mi vida está plenamente justificada, tengo que estar satisfecho».

Me fui de la habitación complacido de oír a Naschy estas últimas palabras. Ayer, cuatro días después, me llegó la noticia de su muerte.

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