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Cuatro fondos bibliográficos más legados en pocos años
SOCIEDAD

Cuatro fondos bibliográficos más legados en pocos años

Son de Carmelo Solís, Pedro de Lorenzo, Antonio Montero y Antonio de la Banda

M. B. T.

Domingo, 29 de noviembre 2009, 01:02

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La Biblioteca de la Real Academia de Extremadura de las Letras y las Artes está formada por fondos procedentes de diversas instituciones, así como por aportaciones de personas interesadas en que sus libros queden depositados en dicho organismo y por el propio fondo editorial de la Academia. La catalogación inicial de este conjunto de libros fue abordada por Mariano Fernández Daza, Marqués de la encomienda y en la actualidad está en manos del bibliotecario de esta institución, Ismael Palacios Acero. «Esta es una biblioteca de conservación -explica él mismo-, destinada a conservar la producción literaria o libraria de la región. Está la Biblioteca Regional, que es la cabeza de nuestro sistema bibliotecario y ésta podría ir encaminada a complementar a la otra». A los primeros fondos se unió en 2001, la biblioteca particular del académico don Carmelo Solís, formada por un fondo especializado en libros de arte y una colección de revistas en cuya temática predomina lo que fue la dedicación más intensa de este sacerdote que dirigió el Coro del Conservatorio de Badajoz: la música. Don Carmelo dejó a la Academia 2.700 libros, muchos de los cuales ya lucen en las estanterías de la sala que lleva su nombre.

En otra sala distinta, que está decorada con los retratos de los presidentes que ha tenido la Academia, están las estanterías que guardan los libros donados a la institución por el que fue Obispo de Badajoz, Antonio Montero, y por el profesor Antonio de la Banda, catedrático de Arte en la Universidad de Sevilla. Estos libros entraron en la Academia en el año 2008.

No hace falta un trámite especial para materializar una donación. Cuando la persona donante ha fallecido, la familia se encarga de comunicar a la Academia el deseo de su pariente. Dependiendo de los fondos en cuestión, la institución fleta un camión para recoger las cajas de libros. Ningún deudo suele poner pegas: «Ya saben ellos que aquí los libros van a estar bien», dice el académico Manuel Pecellín.

El obispo Montero, por ejemplo, al jubilarse, entregó a la Academia sus libros puramente literarios. El pasado mes de julio entró en la donación de la biblioteca del periodista Pedro de Lorenzo, un conjunto de libros de aspecto curioso porque éste tenía la costumbre de encuadernar en piel los que le parecían más valiosos. Son unos 5.000 libros y revistas encuadernados que se reparten embalados en cajas en una habitación de la Academia y se acumulan también en el salón del apartamento con dos camas que es utilizado por los investigadores que dedican algunos días al estudio de los libros. «Lo más interesante que tenía Pedro de Lorenzo son las publicaciones españolas de los años 40 y 50» -dice Pecellín.

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