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Javier Urra aprovechó su conferencia para defender la necesidad de padres e hijos mantengan una comunicación fluida. / JOSÉ VICENTE
«En un centro de menores hay que rebajar la agresividad, no aumentarla»
JAVIER URRA PSICÓLOGO Y EX DEFENSOR DEL MENOR EN LA COMUNIDAD DE MADRID

«En un centro de menores hay que rebajar la agresividad, no aumentarla»

«Torreorgaz debe afear la conducta de los quintos que mataron a la burra y decirles: ¡Pero qué burros sois!»

EVARISTO FERNÁNDEZ DE VEGA

Viernes, 13 de noviembre 2009, 11:59

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Javier Urra es un psicólogo de éxito, aunque su popularidad la debe a los años que ejerció como Defensor del Menor en Madrid (1995-2001). Desde entonces se ha convertido en uno de los comunicadores más valorados del país y ayer estuvo en Badajoz invitado por el Teléfono de la Esperanza, una visita a Extremadura en la que no eludió asuntos tan polémicos como la presunta paliza en el Marcelo Nessi o la muerte a golpes de una burra en Torreorgaz.

-¿Cómo valora la muerte a palos de esa burra?

-Me parece un anacronismo. En esos pueblos antes sí se apaleaba a veces al burro, y se le daba a beber alcohol, pero a mí me parece preocupante que haya seres humanos que se comporten así. Yo creo que un burro es un animal, pero sufre. Mi preocupación es que haya jóvenes que no sufran con el sufrimiento del animal, que no haya compasión.

-¿Qué hay detrás de ese comportamiento?

-Pues alcohol, sentirse fuerte delante del grupo... Tendrían que pedir públicamente perdón a la dueña de ese burro, y el pueblo debería afearles la conducta y decirles: ¡Qué burros sois! Esos chicos deberían pensar: ¿qué me llevó a hacer eso? ¿Lo habría hecho un animal conmigo sin tener ninguna razón?

-¿Y qué le parece la presunta agresión a un menor por un vigilante en el Marcelo Nessi?

-Yo puse en marcha un centro de reforma de menores en Cuenca, trabajé allí tres años y sé lo que es sentir un pincho en el cuello. Los chicos cuando llegan son muy complicados, requieren a veces medidas de contención. Pero también es primordial que cuando se selecciona a un guardia de seguridad se busque a gente muy equilibrada que sepa aceptar la frustración. Muchas veces les van a escupir e insultar, y hay que tener arrestos suficientes para aguantar el tirón, contener si es necesario, hacer uso de la porra de plástico cuando sea preciso, pero no golpear a posteriori. Se trata es de rebajar la agresividad, no de aumentarla.

-¿Logran los centros de menores el objetivo que se proponen?

-El 87% de los menores conflictivos se rehabilita. Los resultados son muy positivos, pero la sensación que da es la contraria.

-¿Distorsionan los medios de comunicación la realidad?

-La visión que tenemos de la juventud es muy negativa, los medios unís siempre joven y violencia, joven y botellón... Pero esa no es la verdad, hay jóvenes conflictivos, pero también mayores. Mi libro titulado 'Qué ocultan los hijos, qué callan los padres' se basa en 4.000 entrevistas a padres e hijos y se descubre, por ejemplo, que los padres callan ante sus hijos relaciones sexuales que tuvieron sin saber con quién, o que iban en moto sin casco, que bebían en exceso... También los hijos callan muchas cosas.

-¿Ocurre siempre así?

-Hay familias que casi no se hablan, casas que funcionan como hostales, pero en más del 50% de los casos la comunicación es espléndida. Muchos chicos dicen que sus mejores amigos son sus padres.

-¿Alguna clave para educar mejor?

-Deberíamos hablar con los hijos de solidaridad, esfuerzo y deber. Fomentar el autodominio y la libertad, educar a nuestros jóvenes para que sean responsables de su conducta. Que estén en contacto con la naturaleza, que practiquen el deporte, y no debemos olvidarnos de hablar de la trascendencia, mirar un día las estrellas con 13 años y decir: ¿Seremos los únicos inquilinos del mundo?

-¿Alguna clave más?

-Esta sociedad precisa de mucho más sentido del humor, de compartir sonrisas y reírse de uno mismo, no darse mucha importancia. Y tampoco debemos olvidarnos del dolor y la muerte. Hoy en día no hablamos a los jóvenes de algo tan esencial como que nos vamos a morir todos. Un niño no se debe traumatizar porque vaya al funeral del abuelo, por eso es importante que los niños vayan a los hospitales, que vean a niños muy enfermos para que se den cuenta de qué es lo importante de la vida.

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