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El Guadiana gana la batalla contra el camalote
REGIONAL

El Guadiana gana la batalla contra el camalote

Cinco años después de su aparición, la plaga está bajo mínimos tras haberse retirado 226 toneladas de plantas y gastado 18 millones de euros

CELESTINO J. VINAGRE |

Domingo, 8 de noviembre 2009, 15:18

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Entre la curiosidad por el exotismo y la casi indiferencia, una planta de un verde chillón y fácilmente reproductiva empezó hace cinco años a adueñarse de tramos del río Guadiana en su sosegada travesía por Extremadura. Con los primeros calores del 2004, algo desconocido hasta entonces en la comunidad extremeña comenzó a labrarse un protagonismo insospechado. Meses después, de una actitud contemplativa se pasó a otra de alta inquietud. El jacinto de agua, o camalote como nombre que adquirió mejor resonancia, había llegado a la región y su devastadora presencia movilizó a un imponente operativo humano y de medios que, a noviembre de 2009, ha logrado frenar lo que parecía imposible: el camalote no se ha ido de la cuenca del Guadiana, probablemente ya nunca se irá el todo, pero ha quedado arrinconado y muy controlado. El viejo Anas le ha ganado una durísima batalla.

En este último lustro, el Guadiana ha expulsado un total de ¡226.708,46! toneladas de camalote, una cifra mareante en la que han intervenido decenas de trabajadores. Muchas de esas toneladas, exactamente 17.383,66, se han retirado del cauce del río a mano, lo que supone un extraordinario ejemplo práctico de la dureza de esta planta, que ha puesto a prueba todo el sistema español de lucha contra plagas fluviales. Posiblemente, por buscarle un lado positivo al asunto, ha sido la capacidad de generar empleo lo único decente que ha traído el camalote a Extremadura. El resto, un dolor permanente de cabeza.

Voz de alarma

El biólogo Alfonso J. Rodríguez fue una de las primeras personas en dar la voz de alarma. «Una nueva especie invasora se expande por la cuenca del Guadiana. Esta vez se trata de una planta acuática sudamericana: el jacinto de agua o camalote (eichhornia crassipes); esa que vemos en los documentales en zonas pantanosas subtropicales flotando sobre la superficie en núcleos apretados donde viven los capibaras y las anacondas», comentó el profesor emeritense en un escrito fechado a mediados de 2004. Casi de forma paralela, la Confederación Hidrográfica del Guadiana (CHG) se puso en contacto con la Universidad de Extremadura (UEX) para conocer los diversos aspectos de la biología de esta especie y la posible incidencia que podría tener sobre el ecosistema fluvial.

Aunque en un primer momento nadie esperaba que la especie se pudiera desarrollar en nuestro río debido a las bajas temperaturas que la planta debería soportar durante el invierno extremeño, ésta fue la primera vez que la planta «nos sorprendió», al observar que durante la primavera de 2005 comenzaban a aparecer nuevos brotes, admiten sin tapujos desde Confederación.

Planes

La CHG, junto con la Junta de Extremadura y la UEX, decidieron unificar esfuerzos ante un problema de insospechadas dimensiones (y por entonces, sin una clara resolución) y se optó por cerrar las actuaciones dentro de lo que se denominó Plan Integral de Lucha y Control del Jacinto de Agua en la Zona Media de la Cuenca del Guadiana. El título de la iniciativa era tan largo como la propia extensión del jacinto de agua: en su momento de mayor esplendor, llegó a dominar casi 75 kilómetros de cauce a su paso por la provincia pacense. Una barbaridad.

La extracción de manchas dispersas comienza en septiembre de 2004 en las inmediaciones de lo que se conoce como la playa de Medellín; mientras que a principios de verano de 2005 se procede a la contratación de cuadrillas para evaluar rendimientos. En otoño de este mismo año se decide concentrar esfuerzos.

El tramo que se ha visto afectado del río Guadiana y sobre el que se ha actuado es desde la desembocadura del río Ruecas hasta el término municipal de Badajoz, y sus afluentes Ruecas, Ortigas y Guadámez.

Impedir la dispersión

Los trabajos englobados dentro del 'Plan' incluyeron diversas fases. La primera, impedir la dispersión de la planta a zonas no infectadas. Se trabajó para frenar la dispersión de la planta aguas abajo de la presa de Montijo; impedir la entrada de la planta a los principales afluentes y a los canales de riego de Lobón y Montijo.

Tras ello, llegó una segunda fase: los trabajos de extracción mecanizada de la planta. Nada fáciles y, desde luego, armados de paciencia. Fueron realizados por cuadrillas de personal con maquinaria adaptada (camiones con pluma tipo pulpo, una pala cargadora, una retroexcavadora con cazos adoptados, grúas con brazo de 35 metros y cabezal de extracción especialmente diseñado para extraer camalote, embarcaciones a motor y la colocación de barreras que retuvieran las islas flotantes que forma la planta y facilitaran así su recogida), según especifica la Confederación Hidrográfica del Guadiana.

Visto que no eran suficientes para erradicar la planta invasora, llegó el turno de la extracción manual del camalote en zonas de difícil acceso a través de los equipos de cuadrillas y embarcaciones, realizando tareas de repaso en islas y orillas cubiertas de vegetación de ribera, de gran importancia para el control de esta plaga acuática.

El listado de males que trajo es amplio. «Es una planta acuática errante que cuenta con unas cámaras a modo de flotadores en el pecíolo (rabito) de las hojas y raíces colgantes, lo que le permite vivir sobre la superficie del agua. Requiere aguas templadas y nutrientes en la superficie y compite con especies autóctonas a las que desplaza o elimina. El jacinto de agua es una planta que al ir cubriendo la superficie del agua, el interior del curso fluvial queda sin luz con lo que las algas y plantas acuáticas no pueden realizar la fotosíntesis y puede quedar esa zona sin oxígeno y provocar mortandades a los organismos acuáticos autóctonos», avanzada el biólogo Rodríguez.

Además, añadía que es capaz de elevar la temperatura del agua hasta 6 grados centígrados al ralentizar el flujo de agua y bloquear su movimiento en las zonas someras. Al no estar fijada al sustrato puede dispersarse con mucha facilidad y en el caso de los embalses, no les importa las subidas y bajadas de nivel (lo que impide el arraigo de vegetación), ya que esta especie flota y se desplaza», terminaba en un escrito contundente.

Vigilancia

Poco a poco, con una paciencia franciscana y un constancia infinita, los trabajos fueron dando sus frutos. La Confederación Hidrográfica entiende que, ahora mismo, la labor pasa por el mantenimiento y la vigilancia. Exactamente se está en el mantenimiento de zonas con rebrote de planta, zonas con mayor proliferación como la confluencia Guadámez-Guadiana.

Del mismo modo, se ha extendido la vigilancia de zonas no afectadas por la plaga como es el caso de Montijo-Badajoz, con embarcaciones y a pie y se está estudiando la localización de barreras y disposición de medios, para prevenir la «posible germinación masiva de semillas en onza no infectadas hasta ahora».

Aparte del trabajo sobre el lugar, el organismo hidrográfico valora que se han seguido otras «líneas de actuación» dentro de su plan genérico, donde incluye «campañas de educación ambiental (dirigidas a escolares, con el diseño de trípticos, la aportación de información a través de la página de web de la CHG y el desarrollo de exposiciones en ferias y congresos)».

El estudio de la evolución de la plaga mediante imágenes satélites se ha convertido en un arma habitual para combatir un camalote que ha supuesto una increíble movilización de recursos. La visión aérea de un río 'manchado' de islotes verdes del jacinto de agua es otra de las instantáneas difícilmente de olvidar.

Los datos

A día de hoy y desde que se iniciaran las tareas de recogida se han retirado un total de 226.708,46 toneladas de las cuales 17.383,66 se han retirado de forma manual. Y se han gastado 18 millones de euros.

A lo largo de este año se han eliminado 11 toneladas del cauce manualmente; podemos asegurar que existe sobre la plaga un control que permite actuar de forma inmediata ante un mínimo brote de la misma, como ha sido en el caso más reciente en el badén de Valverde de Mérida y Villagonzalo.

La Confederación Hidrográfica del Guadiana destaca la enorme inversión en medios humanos que se llevan realizando en las distintas campañas a través de cuadrillas que a lo largo del año realizan las labores de vigilancia y erradicación cuando aparece un brote de la planta invasora. 23 cuadrillas en la actualidad velan por el mantenimiento del ecosistema fluvial del río Guadiana, realizando también labores de limpieza y eliminación de residuos del cauce y tratamientos selvícolas que mejoren la vegetación de ribera y eviten posibles incendios forestales.

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