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A sus 60 años, Alejandro Cercas es uno de los políticos extremeños más experimentados y prestigiosos. / L. CORDERO
«Los que éramos pirómanos de jóvenes nos hemos convertido en bomberos»
zoNA DE PASO POR j.d fernández

«Los que éramos pirómanos de jóvenes nos hemos convertido en bomberos»

Cree que la Unión Europea potenciará más las infraestructuras humanas frente a las materiales

PPLL

Domingo, 1 de noviembre 2009, 21:37

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-A los 25 años ya era asesor jurídico de una compañía de seguros. ¿Siempre supo que iba a estudiar Derecho?

-Sí, yo soy de una familia que tuvo una crisis económica muy fuerte. Mi padre sufrió las consecuencias de una estafa y siempre he tenido la idea de que había venido a este mundo a ser un poco...

-...el vengador.

-No, el justiciero. La justicia, sí, es un valor que me ha marcado. Y el Derecho siempre me llamó la atención. Primero, para tratar de reivindicar la figura y la realidad de mi familia, que quedó destruida, y luego siempre tuve una cierta tendencia a analizar las cosas desde el punto de vista de lo que era justo y de lo que era injusto.

-En el verano de 1970, con 21 años, trabaja en Bruselas en una fábrica de papel. ¿Ese fue su camino de Damasco?

-Ya había encontrado una chica antes. [Risas]. No me caí de un caballo. Yo encontré una chica en el exilio español en Toulouse, que hoy es mi mujer y la madre de mis hijos, y ahí fue el momento de tomar contacto con el Partido Socialista. Antes, al llegar a la universidad, rompí las amarras que había con la España imperial y de la dictadura. Pero cuando fui a Toulouse lo que encontré fue el Partido Socialista. En Bélgica lo que conocí fue el rostro dramático de la emigración española y la injusticia. Me había ocurrido también en mi pueblo. Para mí era un escándalo ver que se había desangrado Extremadura y España en unas cifras espectaculares y que a nadie parecía importarles. Aquellos españoles para los que la única preocupación que tenía el consulado era controlar que no se organizaran en los partidos políticos y en los sindicatos, pero a los que no preguntaban nunca a qué se dedicaban o las terribles circunstancias de la emigración. La gente no sabe muy bien la factura enorme que ha pagado la emigración, que hemos pagado los emigrantes, sobre todo los que tuvimos que salir de España.

-¿En qué momento fue consciente de que su generación estaba llamada a transformar este país?

-Alfonso Guerra ha dicho que teníamos dibujados los planos de la España... Honestamente, yo creo que ahí hay un pelín de exageración. Lo primero fue un movimiento de rebeldía. No nos gustaba aquella España. Para mí fue la llegada a la universidad, que coincidió con la muerte de Enrique Ruano, que era compañero mío en la Facultad [de Derecho de la Complutense, en Madrid]. Yo me di cuenta claramente aquel verano que salí a Francia, estuve trabajando en la Costa Azul, que en España había una patología, que no éramos como los franceses ni como los italianos... Que las escuelas aquí no eran como las de allí y que los ayuntamientos aquí no eran como los de allí y que aquí no había sindicatos, ni se podían leer periódicos, ni libros... Entonces, el primer momento fue una negación a la patología de España y también una rebeldía juvenil, rebelarnos contra nuestros padres. En mi caso concreto, la familia paterna era una familia de derechas y había un momento de rebeldía normal y lógico. Si ahora mi padre, que ya ha fallecido, me viera que leo el 'Abc' pues se sorprendería mucho. [Risas]. Después fue el encuentro con el exilio. Yo no conocía la historia de España. Hice el Bachillerato en Cáceres y el siglo XX no lo habíamos leído.

-Estudió también en Plasencia ¿no?

-Sí, yo hice el Bachillerato elemental en Plasencia, el Bachillerato superior en el instituto de Cáceres y Preuniversitario en Badajoz. Entonces, el proyecto del futuro para España es un poco ya en la organización política, en las Juventudes Socialistas y en el Partido Socialista, hacia la mitad de la carrera. Antes fueron unos años de decir «no» a aquella España negra y del nacionalcatolicismo que no me gustaba un pelo.

-¿En su carrera política quién ha sido más determinante, Felipe González o Alfonso Guerra?

-Felipe González. Yo he trabajado muchos años con Alfonso Guerra, pero Alfonso Guerra durante muchos años, hasta que se produce la ruptura entre los dos, trabaja para el proyecto político de Felipe González. Alfonso Guerra es la dimensión orgánica del felipismo. Pero el hombre importante es Felipe González. El hombre que iba diez años por delante de todos nosotros, el que tiene las dos o tres grandes intuiciones, empezando por la propia transición. Yo recuerdo que estuve de delegado en el congreso de Suresnes. Felipe hizo una intervención política y yo entonces con aquellos ardores de la juventud, me dirigí a él y le dije: «¿Pero tú estás a favor de la reforma o de la ruptura, porque no me ha quedado claro?» Y Felipe dijo: «De las dos cosas, Alejandro, de las dos cosas». [Risas]. Me pareció una herejía en aquel momento, pero luego la historia dijo que, efectivamente, fueron las dos cosas. Y después, el hombre de los grandes compromisos, de la reforma económica de España, de entrar en Europa, de la relación trasatlántica con Estados Unidos, del lugar de España en el mundo, el hombre de la modernización de España ha sido Felipe.

-A pesar de que «de entrada no»

-Sí, bueno, pero fue el procedimiento. Y porque la izquierda en España ha tenido que hacer también un noviciado muy largo.

-Está casado con la hija de un exiliado español.

-Bueno, no exiliado de la guerra, exiliado de la posguerra. Mi suegra fue una niña de la guerra, estuvo en Dinamarca refugiada, fueron muy represaliados y entonces, cuando mi mujer era muy niña, se marcharon a Francia porque estaban muy perseguidos en Asturias, ellos son de una familia minera asturiana. Era la emigración económica, pero en realidad ellos vivían en la colonia política española socialista de Toulouse. Muy socialista, al viejo estilo pablista, y muy anticomunistas, como todos los viejos socialistas de la guerra.

-Alfonso Guerra ha estado más de una vez en su casa de Ibahernando. ¿Sigue manteniendo contacto con él?

-Ahora, sí. Pero tuvimos unos años que rompimos relaciones... Porque yo estaba en la ejecutiva del partido cuando la ruptura entre Felipe y Alfonso y hubo una votación dramática para ver quién controlaba el grupo parlamentario. Alfonso contaba con mi voto para vencer a Felipe González, pero yo voté con Felipe. Es verdad que cuando salimos de la ejecutiva, que salimos juntos, yo me acerqué a él y le dije: «La política nos ha separado, pero yo siempre te he respetado políticamente y te he querido personalmente». Y él me dijo: «Bueno, pues no es poco». Pero hubo unos años de bastante distanciamiento. Él ahora yo creo que es un hombre que también ha evolucionado en un sentido... Ya sabes que los que éramos pirómanos de jóvenes nos hemos convertido en bomberos. Alfonso es una persona que ha pasado muchas pruebas en la vida, políticas, personales. Yo ahora trabajo en Bruselas con su hijo. Él va mucho a Bruselas. Y tenemos una relación muy razonable.

-Nunca se ha desligado de Extremadura, ¿pero le ha tentado alguna vez centrarse en la política regional?

-Jamás, jamás. Me vacuné en la época de la clandestinidad. Me di cuenta enseguida que el socialismo que tenía que gobernar España es el del interior, no el del exterior. Y yo siempre he creído que a Extremadura tenían que gobernarla los que vivían aquí. Aunque los extremeños de fuera, que la queremos tanto o más que los que viven aquí, tenemos que estar disponibles a ayudar en todo lo que nos pidieran.

-¿Cuántos idiomas hablan sus hijos?

-Hablan tres idiomas. Habla mejor mi hijo que mi hija, porque ha estudiado en la escuela europea en Bélgica y el bachillerato en tres idiomas. Sabe muy bien francés, inglés, español y un poquito de ruso. Mi hija habla muy bien inglés y bastante bien francés.

-¿Bruselas no es demasiado aburrida para la mentalidad y el carácter de un latino?

-Sí. Yo me he aburrido muchísimo [Risas], pero me he convertido en un hombre muy culto. Hay mucho tiempo para leer y para escuchar música. [Risas]. Siempre he pensado que los del norte son más cultos que nosotros, los del sur, porque tienen menos sol y se tienen que pasar más horas en casa leyendo o escuchando música.

-Su ponencia sobre las 65 horas le convirtió en una 'estrella' del Parlamento Europeo. ¿Considera ese su mayor logro?

-Probablemente para la opinión pública, sí. Pero yo de lo que más orgulloso estoy es del Pacto de Toledo, que redacté cuando era diputado en el Congreso español. Eso es menos conocido, pero en un momento en que el sistema de pensiones español hacía agua y estaba en quiebra, construimos un acuerdo entre los dos grandes partidos con los sindicatos y hoy, en la mayor crisis económica de los últimos cincuenta años, todavía la Seguridad Social tiene superávit de 70.000 millones de euros y se ha salvado toda una generación de pensiones, en un proceso muy duro de ajuste y de racionalización. Tengo el orgullo de que yo escribí el Pacto de Toledo.

-¿Se ha bañado alguna vez en la charca de su pueblo?

-Muchas veces. Y desnudo. Todos juntos allí, coexistiendo con la ganadería de Ibahernando. Sí lo he hecho, sí.

-¿Cuál es el mejor y el peor recuerdo que tiene de la infancia?

-El mejor recuerdo, mis abuelos, el campo. El peor recuerdo, la sensación de violencia y los odios y resquemores que había dejado la Guerra Civil. El ambiente enrarecido y sus consecuencias.

-Dígame un escritor que le conmueva.

-En estos momentos, releo constantemente a Stefan Zweig.

-¿Y una música?

-La música para mí es Mozart.

-¿En qué puesto jugaba al fútbol?

-Siempre de medio, pero un poco adelante, porque era un poco oportunista y metía goles en plan ratonero. Era de los chiquitillos del colegio.

-¿Jamón o chocolate?

-Jamón, por supuesto. Y ahora con mucha más razón porque estoy rozando la diabetes y en cambio parece ser que nuestro jamón es buenísimo para el colesterol.

-En 2013 Europa cerrará el grifo. ¿Se acabarán las subvenciones?

-Se ha terminado el . No solamente se van a terminar las subvenciones, sino que habrá subvenciones de otra manera, ligadas a otros argumentos que no sea construir infraestructuras materiales. Se dedicarán más a infraestructuras humanas y se dedicará a mejorar y a la excelencia en las producciones agrícolas y ganaderas, más que a la cantidad.

-¿Recuerda alguna película con la que pasó miedo de niño o de joven?

-Pues claro, las películas de Drácula, que me producían espanto.

-¿Y de los políticos que ha conocido, a quién admira más, personal o intelectualmente?

-Intelectualmente a Felipe González, y personalmente, a Juan Carlos Rodríguez Ibarra. Con todas sus contradicciones, pero me parece una persona de una pieza que se lo está poniendo muy difícil, aunque está haciendo méritos también Guillermo Fernández Vara. Probablemente, Guillermo Fernández Vara es una síntesis de los dos. A ver si se hace buen vino, porque solo el tiempo dice el vino que tiene vocación de permanencia. Pero no ha empezado mal, ha tenido buenos principios.

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