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Unos clientes lanzan sus apuestas en un casino de Rusia. Su Gobierno ha decretado este verano el cierre de los casinos en las grandes urbes./ HOY
La mejor terapia, la prohibición propia
REGIONAL

La mejor terapia, la prohibición propia

Algo más de 800 extremeños, la inmensa mayoría de ellos por voluntad propia, tienen impedido, por escrito, el acceso a casinos y bingos para alejarse de la ludopatía

C. J. VINAGRE

Domingo, 18 de octubre 2009, 12:12

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Alonso Rodríguez, de Plasencia, no es ludópata, pero conoce a muchos. Desde hace siete años auxilia a personas a las que los juegos de azar han conseguido dominar su voluntad y destruir su sustento económico. Este maestro, vinculado al movimiento vecinal placentino, preside la Asociación de Jugadores en Rehabilitación (Ajer). Allí trabaja Gema Campos, una de las dos psicólogas del colectivo. Los dos coinciden en que una de las fórmulas para superar la adicción a los juegos pasa por sellar el compromiso de hacerlo a través de un escrito con poder vinculante. Es lo que han hecho la inmensa mayoría de los 805 extremeños que, según consta en el Ministerio del Interior, tienen prohibido el acceso a casinos y bingos de España, a petición propia o por mandato judicial.

«Casi todos son por petición propia. Lo del mandato judicial se refiere a personas que, tras un juicio, hayan cometido delitos por desfalcos o estafas relacionados con préstamos no pagados y el juez considere que, llegado el caso de que lleguen a tener dinero, no es conveniente que pisen salas de juegos», explica Rodríguez. «Cuando la persona llega a la conclusión de que está enganchada al juego tiene la opción de que otros le prohiban entrar en esos sitios», agrega.

Impreso

El método es sencillo. Existe un formulario, un impreso que poseen todas las asociaciones de afectados por ludopatía que actúa de manera efectiva. «La ludopatía es una adicción, como lo puede ser la del alcohol o el tabaco, a través de la que la persona en cuestión busca evadirse de los problemas. Eso hace que su voluntad desaparezca por momentos pero en otros, digamos de lucidez, se de cuenta de ella y ponga los medios para impedirlo. Aquí interviene la autoprohibición' para entrar en locales de juegos de azar», añade la psicóloga de Ajer, con una asociación hermana en Almendralejo. En Cáceres hay otra pero no está en su misma federación nacional (Fejar).

Se trata de rellenar un escrito en el que, entre otros aspectos, se debe especificar el tiempo que durará la prohibición y la zona geográfica en la que estará vigente. Después, hay que enviarlo, en el caso extremeño, a la Consejería de Administración Pública y Hacienda. De ahí, a su vez, se enviará a los bingos y al Gran Casino de Extremadura, en Badajoz. Ellos tendrán una lista de personas que 'exigen' a estos negocios que no los dejen entrar a dilapidar su dinero. La normativa obliga a que estos locales identifiquen a sus potenciales clientes y, por tanto, deben disponer de ese listado.

«Se trata de un ejemplo de libertad. Ojalá hubiera esto mismo para otros juegos que no están regulados y atraen a la ludopatía de la misma forma, además de consumar un fraude fiscal. Me refiero, por ejemplo, a las apuestas por Internet o a las compras compulsivas por ese camino. Los juegos de casinos y bingos son el ejemplo de una libertad bien entendida, y más cuando los propios clientes se autoprohíben hacer uso de ellos», enfatiza José Luis Iniesta, consejero delegado del Gran Casino de Extremadura.

Abierto hace cuatro años, y generador de unos 300 empleos, además de notables dineros para las arcas públicas (el 20 por ciento del bingo es para Hacienda, por ejemplo), Iniesta desliga la ludopatía de su negocio. «No hay que demonizar al juego, algo que la humanidad ha hecho desde siempre. Como tampoco hay que hacerlo con los coches, el alcohol o el tabaco. La libertad con conocimiento para jugar es buena, lo mismo que quien decide impedirse a sí mismo, por escrito, no jugar. Eso es algo que, por ejemplo, no se puede hacer en bares o pequeños restaurantes con los que quieran jugar con las tragaperras», concluye el empresario.

«Se trata de una parte más de la terapia para la rehabilitación a la que uno debe enfrentarse si quiere rehabilitarse. La terapia debe ser de grupo, se entrena con la familia, que debe ayudar no sólo con ánimos sino con medidas restrictivas como darle poco dinero o sugerirles que lo mejor es que le impidan entrar en casinos o bingos. Cuanto más les limitemos, más les protegeremos», añade Campos.

En el conjunto de España, 40.768 personas tienen prohibido entrar en casinos y bingos. Andalucía es el territorio en el que más hay: 12.733 ciudadanos no lo pueden hacer, casi todos por restricción propia.

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