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El exceso de obligaciones, agravado por el escaso poder de decisión y la falta de autoridad frente a padres y alumnos hace poco atractivo el cargo. / J. V. ARNELAS
Director por decreto
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Director por decreto

Uno de cada siete profesores al frente del equipo directivo de los centros educativos públicos de la región lo hace por imposición

ARACELY R. ROBUSTILLO

Lunes, 5 de octubre 2009, 14:35

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Ni agradecido ni pagado. Esa es la percepción que un sector de los docentes extremeños tiene del cargo de director de un centro público no universitario. Uno de cada siete profesionales que ejercen como tal consideran: que se trata de un trabajo que lleva aparejada una sobrecarga de responsabilidad, que no se corresponde con una retribución económica y que adolece de una autoridad que les permita tomar decisiones. Esa es la explicación de que un 13,6% de los directores de los centros de enseñanza de la región hayan sido designados por la Administración a falta de candidatos voluntarios.

La Federación de Asociaciones de Directivos de Centros Educativos públicos (Fedadi) calcula que la mitad de directores de toda España son elegidos mediante este procedimiento que alcanza picos históricos en comunidades como Navarra (el 75% de los directores de institutos fueron nombrados por la Administración). En Extremadura, la situación no es tan excesiva, aunque el fenómeno existe y los implicados tienen muy claras sus causas. «Hablamos de puestos que requieren mucho trabajo administrativo, dependiendo de cada centro y del nivel. Además estás un poco en medio de alumnos y profesores y también tienes que tratar con los padres, todo por un complemento económico nada atractivo», señala Antonio Vera, presidente del sindicato de docentes ANPE.

Por ley

El procedimiento por el que se convoca y selecciona el nombramiento de estos profesionales en la Comunidad Autónoma de Extremadura está recogido en la Orden de 17 de marzo de 2008 (DOE nº 62, de 1 de abril). Funciona por concurso de méritos y sólo pueden acceder a él los funcionarios docentes dependientes de la Consejería de Educación de la Junta. Su 'mandato' dura un periodo de cuatro años. En dicho documento se recoge la posibilidad de que haya ausencia de candidatos, en cuyo caso, la dirección general de Política Educativa puede nombrar, «con carácter extraordinario» por un periodo máximo de un año, a un profesor funcionario que haya impartido docencia directa en alguna de las enseñanzas de las que ofrece el centro.

Adrián Vivas, secretario regional de Enseñanza de CSI-CSIF, suscribe que los datos publicados por Fedadi se ajustan perfectamente a lo que sucede en la región. «Te garantizo que, de entre los directores nombrados conforme a la legislación por la Junta, son menos los elegidos porque se han presentado voluntariamente al cargo, que los designados a dedo por la misma Administración. En ese 13,6% sólo están incluyendo a aquellos que nombran con 'carácter extraordinario', es decir, por un año, pero en realidad, los hay que están los cuatro años establecidos como normales, a los que se les ha impuesto el cargo», asegura Vivas.

Educación mantiene, sin embargo, que los nombramientos 'a dedo' se han producido en uno de cada siete casos y aseguran que la relación de la Consejería de Educación con los equipos directivos de los centros educativos públicos de la región es muy cercana. «Los directores que eligen serlo por libre elección lo hacen porque son el 'alma máter' de cualquier cambio metodológico o pedagógico que queramos hacer. Sin ellos no podemos hacer nada», reflexiona Felipe Gómez, director general de Política Educativa de la Junta de Extremadura.

Gómez reconoce, sin embargo, las sombras a las que se enfrentan estos docentes. «Los directores deben de tener mayor autonomía organizativa y de gestión en los centros. Tendríamos que aprovechar la ley de educación extremeña para facilitar el camino en este sentido. Hay que avanzar en la capacidad de decisión, en aspectos pedagógicos, metodológicos, pero también de recursos y económicos. Esa sería la ambición», asegura.

Precisamente la parte económica es uno de los talones de Aquiles del cargo. Los complementos que estos profesionales reciben por desempeñar sus funciones son considerados «exiguos», en relación a la dedicación que requiere el puesto. «Estas dotaciones dependen de la Ley de Presupuestos del Estado. Está dispuesto que la remuneración de un director de un centro de Secundaria dependerá del número de alumnos del mismo. Por ejemplo, uno clasificado como tipo C, que tendría entre 601 y 1.000 alumnos, recibiría lo que se denomina 'Complemento específico singular docente', de 7.030 euros al año, lo que supone 514 euros al mes, más las pagas extras de junio y diciembre.

En Primaria, el complemento económico se hace en función del número de unidades (aulas) que tiene el colegio. «En el tipo C (que tiene dos grupos de cada curso), el director cobra 4.840 euros. 354 euros al mes, más los pagos adicionales de pagas extra.

Es precisamente en esa diferencia donde radica una de las reivindicaciones históricas de los sindicatos del sector, ya que los de Primaria, a diferencia de sus colegas de Secundaria, no cuentan con la ayuda de auxiliares administrativos que contribuyan a desarrollar sus funciones con el aumento del volumen de trabajo que eso genera.

«Hace años que le estamos pidiendo a la Consejería que solucione esta situación. En el 99% de los centros de Primaria el equipo directivo tiene que hacer de ordenanza, de administrativos... Un montón de cuestiones burocráticas que les complican la vida. El profesorado ha estudiado y está preparado para dar clase, no para labores administrativas, para eso están otros profesionales», advierte Vivas.

«Hacemos de todo»

Santiago Fernández lleva diez años al frente del Colegio Público Enrique Segura Covarsí, de Badajoz. Se presentó voluntariamente. «Pensé que podía aportar un proyecto educativo sólido. Tenía ideas, valores... Y un equipo estupendo. Fui elegido por el consejo escolar después de presentar mi idea. Luego me he dado cuenta de que aunque tenemos autonomía pedagógica, cuando acudimos a la Dirección Provincial estamos muy mal tratados. No nos facilitan el trabajo, y tenemos que buscarnos las habichuelas como podemos», relata Santiago, que afirma, sin embargo, que está muy a gusto en su centro porque «hay muy buen ambiente».

«La responsabilidad cada vez es mayor y, en caso de problemas, se escucha siempre a los padres antes que a nosotros», relata. Santiago asegura que entre Primaria y Secundaria hay un «desfase terrible». «En mi centro no hay conserje, ni administrativos. Tenemos aula matinal, comedor escolar, actividades complementarias...Todo nos lo guisamos y nos lo comemos nosotros. Para poder hacer frente a toda esa tarea, nos llevamos trabajo a casa, hacemos horas extra... Llegamos los primeros y nos vamos los últimos», narra.

El presidente de la Asociación de Directivos de Infantil y Primaria de centros públicos de Extremadura (Adiprex), Ismael Fernández, reconoce que la labor de algunos de sus colegas es «demasiado pesada». «Es cierto que nos encontramos con mucha gente reacia a convertirse en director por toda esa carga. De hecho, en las reuniones del colectivo vemos siempre las mismas caras, a veces hay alguien nuevo que sólo está un año, porque se lo ha impuesto la Administración, pero en cuento pueden desaparecen», apunta Fernández, que lleva nueve años al frente del Colegio Público 'Máximo Cruz Rebosa', de la localidad cacereña de Piornal.

Matiza, sin embargo, que el puesto de director también tiene su parte gratificante: «Cuando sacas adelante programas, ves que el profesorado se implica, ves dinamismo en los centros, tienes un reconocimiento de tus superiores... Hace que todo lo demás valga la pena», opina Ismael.

¿Profesionalización?

Más cercanos a esta línea se encuentran sus homólogos de Secundaria. Liberados de una mayor parte burocrática, ya que cuentan con auxiliares administrativos, estos profesionales se pueden concentrar en otras cuestiones.

Abel Hernández, al frente del Instituto Extremadura de Mérida durante ocho años y responsable, desde hace siete del I.E.S. Tamujal de la localidad pacense de Arroyo San Serván, asevera que está más que satisfecho con su trabajo. «Mi labor supone llevar adelante un proyecto educativo, y eso independientemente de otras cuestiones, es una responsabilidad pero también un aliciente. Tenemos un compromiso con nuestros compañeros y con la comunidad educativa», sentencia. Opina, sin embargo, que no sería recomendable la profesionalización del sector.

El vocal de Fedadi, Manuel Acedo, se muestra en consonancia con la opinión de su colega. «En nuestra región hay incluso más de un candidato a ser director en cada centro. En Mérida, por ejemplo, no hay ninguno que haya sido designado por la Administración. Me consta que en otras comunidades autónomas hay un total desaliento, que puede ser consecuencia de la falta de profesionalización de la función directiva», argumenta Acedo, que dirige desde su creación el Instituto Sáez de Buruaga. Él sí defiende que su figura tenga una preparación específica para el cargo: «se trata de tener unos conocimientos, una preparación, una dedicación y una remuneración que ahora mismo no existe», denuncia. No obstante, asegura que no renunciaría a las seis horas semanales de clase que da: «son el momento de mayor tranquilidad». Directores profesionales, pero docentes.

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