Borrar
OPINIÓN

Un artista difícil de encasillar

PPLL

Domingo, 4 de octubre 2009, 02:25

Necesitas ser suscriptor para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Tras una primera etapa dedicada al magisterio, Julián de Campos Carrero (Torrenueva, Ciudad Real, 1928) obtuvo el título de Profesor de Dibujo en la Escuela Superior de Bellas Artes 'Santa Isabel de Hungría' de Sevilla y trabajó desde 1958 hasta 1967 en una sección filial del Instituto 'Ramiro de Maeztu' de Madrid, fecha en que obtuvo, por oposición libre, la plaza de Dibujo del Instituto 'Bárbara de Braganza' de Badajoz y después del 'Zurbarán', donde permaneció como catedrático numerario hasta su jubilación en mayo de 1991.

Esa podría decirse que es su faceta académica. Pero lo extraordinario de este pintor que algunos consideran trasplantado del siglo XV a nuestros días, es su monumental obra como pintor, escultor, restaurador y autor de retablos, entre ellos el que ha hecho en la iglesia de Santiago el Mayor de su localidad natal, con 18 cuadros, incluido el proyecto de arquitectura de maderas. Con la versatilidad de un artista del Renacimiento y un carácter que le alejó siempre de la 'parafernalia' propia del universo del arte, Julián de Campos ha sido, desde su juventud, eso que se considera un artista de éxito, hasta el extremo de que al haber trabajado casi siempre por encargo, siempre se desprendía de su obra y apenas tuvo ocasión de reunir suficientes cuadros para hacer grandes exposiciones individuales, no así colectivas; con otra dificultad añadida, está repartida no sólo por las principales ciudades españolas, sino por muchos otros países: Estados Unidos, Canadá, Holanda, Portugal, Venezuela, Japón... Así se explica que en la gran antológica que Cáceres le dedicó al artista en la Sala Capitol de Caja Duero en el año 2004, faltaran muchas piezas pertenecientes a retablos, centros o a coleccionistas de otros países.

Casado con María Cristina Ginés y padre de cinco hijos, «tres casados y dos solteros, todos con carreras universitarias, pero ninguno artista», explica con un leve deje de resignación, Julián de Campos insiste en algo que ya confesó hace tiempo a este periodista: «Yo soy religioso, aunque no meo agua bendita ni soy un beato, pero siento la religión».

Su estudio, situado en la avenida Antonio Masa de Badajoz, está repleto de libros de arte, discos de música (es un apasionado de la polifonía), carpetas con dibujos y bocetos, cuadros... Sobre el caballete reposa ahora la imagen de un Cristo descendido al que sostienen los brazos dos ángeles. Impresiona la mirada de la imagen, lo minucioso de la pincelada, el pan de oro que enriquece los detalles. La espiritualidad esencial y descarnada de la pintura hispano flamenca. Sólo que no se trata de una obra de hace 500 años, sino que la ha concebido y ultima un artista del siglo XXI, un hombre de nuestro tiempo. La tabla es un encargo para el Museo de la Fundación Francisco de Quevedo de Torre de Juan Abad, el pueblo natal de su esposa. Este hombre, que ha confesado alguna vez que no le gusta someterse a una escuela artística concreta y que se considera libre y amante del pasado no oculta, sin embargo, cierta sensación de 'ninguneo' a la hora de soslayarse su nombre en alguna historia del arte publicada hace poco en la región. «Aparte de las esculturas, yo he pintado 4.260 cuadros, tengo las fotografías de todos y lo puedo demostrar en cualquier momento».

Yo creo que ese dato es tan definitivo como su propia obra.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios