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La inocencia perdida
UN EXTRAÑO EN LA ALCAZABA JOAN-IGNASI ORTUÑO

La inocencia perdida

Belén Ballesteros era una adolescente cuando Camus rodó el filme homónimo de la novela de Delibes, de cuyo estreno se cumplen 25 años

PPLL

Domingo, 6 de septiembre 2009, 02:40

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Ni tirios ni troyanos. Ni moros ni cristianos. Ni santos ni inocentes. La pacense Belén Ballesteros era una joven adolescente de 16 años cuando el director santanderino Mario Camus rodó en Extremadura una de las obras cumbres de la cinematografía española, 'Los santos inocentes', un drama rural, homónimo de la novela de Miguel Delibes, donde se diseccionaba (por no decir exhumaba) el caciquismo español. Con un bisturí literario, eso sí, pero demoledor.

Este año, en el que se cumple ya un cuarto de siglo del estreno de la también ya mítica película, Belén, que en el filme encarnaba a Nieves, la hija 'lista' de Paco el Bajo (Alfredo Landa) y Rémula (Terele Pávez), la familia jornalera que sufría la vejación e ignominia de sus patronos, es una típica madre de familia de Badajoz, con marido y con dos hijas preciosas.

«Entre nosotros -evoca Belén Ballesteros- nadie era consciente de lo que esa película iba a ser, empezando por yo misma. Aunque yo ya tenía marcado mi destino. Me casé con el novio que tenía desde los 15 años y estoy feliz y contenta con mis dos niñas, que me compensan de todo».

No obstante, la actriz (porque actriz es quien actúa como personaje principal en un filme, aunque sea en uno solo), quedó impactada, y para siempre, con el rodaje de 'Los santos inocentes'. Pese a que nunca más ha vuelto a pisar un escenario ni a colocarse frente a una cámara, su papel de Nieves y esa mirada tremebunda que luego regalaría a la pantalla grande acompañarán a Belén Ballesteros allá a donde quiera que vaya. Hasta el resto de sus días.

Y es que, con toda probabilidad, ese «estado del alma limpia de culpa» con el que el Diccionario define la 'inocencia', quedó fuertemente convulsionado. No solo para ella, por supuesto, sino también para una sociedad donde el reflejo del espejo hiriente de la tragedia que mostraba esa obra maestra dañaba, cuando menos, a uno de los sentidos más preciados, el de la vista.

Evidentemente, las razones de la una y de la otra no fueron, ni eran ni serán las mismas. «Para mi -reconoce la intérprete- fue una experiencia maravillosa, pese a quien le pese, me encantó, y lo digo con orgullo. Pero la verdad es que sí, que mi entorno personal y social se correspondía más al de la familia hacendada, lo cual me trajo, desde todos los ámbitos, muchísimos problemas».

Belén Ballesteros insiste en que Mario Camus eligió esta tierra «por la luz que tiene Extremadura en otoño» y que la novela que Miguel Delibes publicó en 1981 está ambientada en tierras castellanas, «incluso los giros lingüísticos que se utilizan en la película son de allí». Pero queda claro, con todo, que como toda genialidad que se precie, es decir, con carácter 'transcendental', la película de Camus refleja, a partir de lo local y hacia lo universal, uno de los dramas que ha sacudido, que sacude y que sacudirá a la humanidad desde la noche de los tiempos. La eterna dualidad (por decirlo finamente) entre los oprimidos y los opresores. Pobres y ricos. Desheredados y herederos. Otra cosa es que ese mismo localismo, por su proximidad, pueda evidenciar y poner de relieve todo tipo de miserias, tanto propias como ajenas.

Como la mencionada mirada de Belén, que en la película (y la película 'Los santos inocentes' es, en buena parte, un juego de desnudas miradas entre sus protagonistas) duele, hace muchísimo daño. «Parece ser que es algo que al director le intereso mucho de mí -dice 'Nieves'-, que tengo la mirada melancólica. Dicen que hablo con los ojos, pero esto es algo que yo no lo puedo disimular. ¿Qué te pasa? Tienes la mirada triste, me dicen. Pues no me pasa nada, es que mi forma de mirar es así, siempre he mirado así».

Al margen de otras consideraciones, 'Los santos inocentes' se recuerda y se recordará en los anales de la cinematografía española por el selecto grupo de actores (algunos de ellos ya tristemente fallecidos) que participaron en su filmación.

Además de los mencionados Alfredo Landa y Terele Pávez, el reparto de la película incluía los míticos nombres de Paco Rabal, Agustín González, Juan Diego, Mari Carrillo o Maribel Martín.

No cabe duda de que Belén vivió en primera persona y en su propia piel -el rodaje duró casi tres meses y recuerda que se levantaban a las seis de la mañana y que hacía mucho frío- una serie de experiencias inolvidables, que ni la mujer adulta que es hoy ni la joven adolescente que fue entonces olvidarán jamás.

«¿Qué puedo decir yo de Alfredo Landa? Pues que es un actor fenomenal. A mí me enseñó muchísimo, me dio varios consejos, me explicó algunos trucos. Por ejemplo, me enseñó a no parpadear durante el rodaje y a utilizar bien la voz, porque el sonido era directo y teníamos que hablar para la cámara».

Sirva este botón como muestra, pero hay muchísimos más. «Mario Camus, por ejemplo, siempre me trató fenomenalmente, nunca gritaba, nunca me puso nerviosa. Me lo explicaba todo como si de un cuento se tratara». No en vano, quizá, como dicen los que saben, los cuentos suelen ser el reflejo de una realidad cruel.

'NIEVES', 25 AÑOS DESPUÉS. El rodaje de 'Los Santos Inocentes' fue un acontecimiento social para la ciudad de Badajoz y para Belén Ballesteros (que en la fotografía aparece rodeada de verde, en el parque de Castelar de Badajoz) una «experiencia preciosa» que, sin cambiar su vida, curiosamente, la determinó para siempre. La chica de la mirada lánguida vivió su propia película dentro de la película y ante sus ojos desfilaron grandes figuras de la escena española, en un filme que iba a hacer historia. «Todo el mundo me cuidó muchísimo y a mi casa vinieron cenar, incluso, los componentes del equipo de sonido». Ni que decir tiene que 'Los santos inocentes' también forma parte del patrimonio cultural extremeño y pacense y como tal, y por lo tanto, se debe de reivindicar./ JOAN-IGNASI ORTUÑO

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