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MARCO A. RODRÍGUEZ
Miércoles, 5 de agosto 2009, 12:08
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Después del descenso en la madrugada del martes por impago de la deuda a los jugadores, el siguiente paso del Mérida UD es su encierro en un archivo, en un registro, lejos del aroma del césped, de las tardes de domingo. No desaparecerá. Jurídicamente será un 'ser vivo', pero deportivamente, salvo que alguien obre el milagro, será un cadáver. Mañana a las 12.00 del mediodía tiene que inscribirse para ser parte de la Tercera División, casi sin tiempo para descansar de las maratonianas jornadas -con prórroga incluida- para salvarlo del castigo del descenso administrativo. Y todo apunta a que no lo hará.
Poco antes de las 14.00 horas de ayer llegaban sendas comunicaciones desde la RFEF y la FExF confirmando lo que el presidente de la AFE, Gerardo González Movilla, anunciaba pasada la una de la madrugada del día anterior. El Mérida perdía su plaza en Segunda B por haber perdido antes la buena costumbre de pagar a sus empleados.
¿El futuro?
Confirmado el descenso de categoría, la pregunta ahora es qué va pasar con el club romano. Y lo peor de todo, a quién dirigir esta cuestión, porque nadie se ocupa del Mérida. Está abandonado hasta tal punto que varios jugadores y un secretario técnico tenían en los últimos días la única esperanza de salvación. En vista de la situación, la respuesta más versada la tiene el ex presidente José Fouto Galván, quien no contempla la desaparición pero sí su muerte deportiva. Es decir, seguiría existiendo en los papeles de algún archivo, como persona jurídica -una asociación deportiva sin ánimo de lucro- pero no volverá al terreno de juego.
Hibernará a la espera de un salvador interesado en su compra que será difícil que llegue. El precio deportivo es enorme. Se queda sin competir en Tercera y en el futuro debería acordar alguna operación con un club que ya tenga una plaza en la liga extremeña, a menos que en un solo día aparezca, como ocurrió en el Badajoz, una plataforma de aficionados que impulse un proyecto, configure una plantilla, y permita a los socios seguir yendo al estadio los domingos.
Fouto recuerda que ya ocurrió algo similar con el Compostela, que sobrevivió sin competir. Precisamente es el ex presidente el único que tiene la llave de la desaparición de la entidad emeritense. Como máximo acreedor, con una deuda auditada y reconocida, puede impulsar un proceso de concurso de acreedores que derivaría en una quiebra forzosa y la posterior liquidación de la sociedad, si bien Fouto indica que no tiene intención de hacerlo. Es lógico pensar que estaría tirando piedras contra su tejado.
Fouto Galván, que está desvinculado del Mérida y recuerda que no lo inscribirá entre hoy y mañana, no se explica que no haya nadie que se pueda hacer cargo del Mérida. «Cuando yo llegué en 2004 había una deuda a corto plazo de 470.000 euros. La situación era peor. En cambio, ahora el Mérida está saneado. Se puede salir en Tercera con menos deudas que en Segunda B. Hay clubes como el Badajoz que han subsistido con deudas más importantes», precisa. Tampoco considera equiparable la crisis actual con la vivida por el CP Mérida en el año 2000, cuando descendió y después desapareció. «Aquello era una sociedad anónima y esto una asociación deportiva con menos acreedores que entonces».
Esfuerzo sin fruto
El descenso del Mérida ha causado una gran conmoción en la capital autonómica. La web de este periódico recogía numerosos comentarios de aficionados indignados con lo ocurrido. El Ayuntamiento envió un comunicado lamentando el descenso en el que recuerda los últimos contactos con intentos salvadores, incluso ayer mismo con entidades bancarias. Finalmente, algunos jugadores no retiraron sus denuncias y la AFE cumplió con el aviso.
Los incesantes esfuerzos de personas como el secretario técnico, Juan María Pozo 'Gudi', y del capitán Sabino, junto a otros compañeros, no surtieron el efecto esperado. Consiguieron una cesión de crédito por parte de la Junta de Extremaduta y el Ayuntamiento de Mérida por valor de 200.000 euros, pero fue insuficiente para convencer a la totalidad de denunciantes, en concreto 36, a quienes el club adeudaba unos 440.000 euros.
«Hemos intentado todas las vías y no ha sido posible. Me da mucha rabia. No ha podido ser, pero me quedo tranquilo porque hice todo lo que pude», confesaba Gudi en la mañana siguiente a un 3 de agosto infernal. El secretario técnico no entiende aún que el mensaje de esperanza con que intentaron convencer a los futbolistas no caló lo suficiente, ya que cree que era la mejor opción, y más después de lograr el compromiso o aval de las instituciones, que enviaron a tiempo la documentación sobre la cesión de crédito de las subvenciones de la próxima temporada, un dinero que se dedicaría en exclusiva a pagar lo adeudado a la plantilla.
Para Gudi, no había otra forma de cobrar la deuda. Si se opta por esperar a la Asociación de Fútbolistas Profesionales (AFE) sólo cobrarían el 5% del total, mientras que de haber existido un proyecto en Segunda B tendrían asegurada la mitad en enero, cuando vence la mencionada cesión de crédito. Además, el proyecto incluía un plan de viabilidad con un primer pago en octubre. «Los jugadores no han sabido valorar esto y se pensaban que alguien vendría a comprar el club y salvarlo. Estaban equivocados. Ahora tenemos que pensar cada uno individualmente y en cómo podremos cobrar. Hemos trabajado y hecho esto por el club porque creo que nosotros también teníamos una deuda con él», concluye Juan María Pozo.
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