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Alberto Morales acaba de publicar 'Relatos casi ficticios' en un volumen de más de 300 páginas que ha editado a través de la empresa empresa madrileña Cultiva Libros/ CHENCHO
Yo me lo escribo, yo me lo publico
CÁCERES

Yo me lo escribo, yo me lo publico

La autoedición es una salida cada vez más habitual para que escritores aficionados publiquen su obra, y a veces es un primer paso adentrarse en el mundo de la literatura

C.N.N.

Domingo, 26 de julio 2009, 14:37

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Alberto Morales Uribe tiene dos novelas inéditas en el cajón. Cristina Carrasco Roncero tiene cuatro obras sin publicar. Cualquiera que haya intentado juntar letras con un sentido literario sabe lo difícil que es conseguir amasar y hornear una buena historia. Y cualquiera que haya metido la nariz en las procelosas aguas del mundo editorial, sabe cuánto cuesta que ese texto llegue a ver la luz en las editoriales comerciales.

La autoedición es, desde hace ya unos años, todo un fenómeno que ha servido de cómplice de la creatividad de miles de personas. Cáceres tiene también su nómina de escritores que, bien por la prisa de publicar, bien por la negativa de las editoriales o por la necesidad de compilar sus escritos en un formato más noble, optaron por este camino. Es el caso de Alberto, que acaba de publicar su primer libro de relatos, 'Historias casi ficticias' y de Cristina, que va por su segunda novela, 'Atrapado en intramuros'. Ninguno de los dos se conoce, pero les mueven motivos parecidos: las ganas de dar a sus escritos un soporte digno y la posibilidad, por qué no, de lograr un grupo de lectores. Porque escribir es compartir y cualquiera que escriba quiere que le lean.

Alberto Morales, de 65 años, y nacido en Bilbao, atesora una vasta cultura hilvanada por una interesante vida. Pasó su infancia y juventud en Argentina. Ingeniero en Telecomunicaciones y Licenciado en Empresa trabajó en Madrid hasta su jubilación, y desde hace cinco años, cuando contrajo matrimonio con una cacereña, pasa largas temporadas en la ciudad, en dónde puede vérsele caminando por el Paseo de Cánovas siempre en buena compañía y con algún debate apasionante de por medio. 'Historias casi ficticias' es un volumen bien editado de 363 páginas que guarda 14 relatos de lo más variados. Alberto cambia los registros y los escenarios, y pespuntea la ficción con sus reflexiones. Todos los relatos tienen algo en común, y es que ahondan en los conflictos de la relaciones humanas. Conoce sus debilidades y sus fortalezas como escritor. «Voy al grano, pero me cuesta mucho describir, por eso me veo más cómodo en el relato corto».

Escribe, dice, llevado de la mano de su afición voraz a la lectura. Desde muy pequeño se le daba bien eso de escribir, aunque ha sido en las últimas décadas cuando se ha puesto a ello de una forma más decidida.

No envió el manuscrito a ninguna editorial comercial, y buscó, directamente y por Internet, una empresa que sacara a la luz sus relatos. Eligió 'Cultiva Libros', de Madrid. «Me reuní con el director y me pareció una persona muy clara, me gustó su trato». Por 1.200 euros le imprimieron 70 ejemplares de buena calidad. «Cuando lo ví me hizo muchísima ilusión», señala. No lo ha presentado, aunque la obra está en la librería Figueroa, de Cáceres y en tiendas de Durango y Madrid. Cree que el mundo editorial está viciado por el marketing, y que no todo lo que se lee masivamente, tiene que ser necesariamente bueno. Da un dato interesante. «En España se publican 70.000 títulos todos los años». Un exceso que, de alguna forma, debería ser cribado.

Literatura local

Cristina Carrasco, de 43 años, madre de dos niños y maestra en Aliseda, saca tiempo de las piedras para entregarse a su mayor afición: escribir. Acaba de publicar 'Atrapado en Intramuros', que llegó después de 'Teatro Principal'. Su originalidad radica en escribir género romántico enmarcado en escenarios muy reconocibles por el público cacereño. Ella sí que ha llamado, sin éxito, a las editoriales comerciales, pero finalmente ha tenido que optar por la autoedición. Aspira a ser leída y, si se puede, cubrir gastos. «Es una satisfacción publicar». En su caso, ha acudido directamente a la imprenta. 'Gráficas Cacereñas', que le ha imprimido 200 ejemplares por 700 euros. Después, ella misma se encarga de llevar su obra a las librerías de la ciudad. Por ejemplo a Boxoyo. Esta librería enclavada en la Parte Antigua conoce bien el mercado de la autoedición. Se pueden encontrar prácticamente todos los géneros. Hay verdaderos campeones como el prolífico Manuel Vaz Romero, que escribe sobre personajes locales, o casos curiosos como el de Salvador Vaquero o Leal Canales, que autoeditan sus novelas con bastante éxito. Al parecer, el boca a boca funciona en este tipo de autores enraízados con la ciudad, y con un público muy fiel.

Una curiosa iniciativa es la de Norba Nova, una asociación que publica poesía con buen gusto y calidad en la edición. La dirige el poeta y juez Jesús María Gómez Flores.

El escritor extremeño Víctor Chamorro creó una editorial propia para darle esquinazo al sistema comercial de los libros y Javier Alcains anda embarcado en la elaboración de unos facsimiles de lujo que gestiona también de forma independiente.

Los expertos aseguran que lo peor de la autoedición es la falta de filtro y la escasa calidad de algunos libros, que salen con erratas o mal imprimidos.Por lo demás, y en muchos casos, es el primer paso para conquistar lectores y para mostrar la obra. El tiempo, como siempre, es la implacable máquina que decide qué debe perdurar o que debe perderse para siempre en el olvido.

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