El taburete alimentario

La agricultura ecológica continúa su desarrollo en España. En 2008 se cultivaron 1.317.751 hectáreas, lo que supuso un crecimiento del 33 por ciento respecto a 2007. Andalucía continúa a la cabeza de la producción española y también de su crecimiento. Extremadura es la tercera comunidad por detrás de Andalucía y Castilla la Mancha. Son 85.805 hectáreas extremeñas cultivadas en ecológico, un 31 por ciento más que en 2007.

En el mercado agrícola ecológico nacional, el 10 por ciento de la superficie cultivada está ocupada por cereal, incluido arroz, seguido del olivar con algo más del ocho por ciento. El resto de los cultivos dominantes son frutos secos, por encima de las 70.000 hectáreas, y casi 31.000 hectáreas de viñedo.

El número de operadores -productores, elaboradores y comercializadores- también ha crecido en 2008, aunque en menor proporción que la superficie. Son 23.473, un 16 por ciento más que el año anterior. El mayor número de operadores está establecido en Andalucía, con 8.125 en 2008. Extremadura registra un total de 3.817 y ocupa el segundo puesto, por encima de Castilla la Mancha, Murcia, Comunidad Valenciana y Cataluña.

En cuanto a la ganadería ecológica, en nuestro país existen 3.813 explotaciones, un 25 por ciento más que en 2007. Domina el vacuno de carne, al que se dedican 1.600 empresas agrarias, y 71 de leche. En total 101.248 cabezas de vacuno explotadas en ecológico. En el caso del ovino están registradas 894 explotaciones de carne y 106 de leche. Con menos representatividad se encuentra el caprino, el porcino y la avicultura, tanto de carne como de puesta. En esta región son 121 explotaciones, más de la mitad de vacuno de carne, una tercera parte de ovino de carne y resto de apicultura, porcino, caprino y avicultura.

En una sociedad desarrollada donde la preocupación por la alimentación sana es dominante, es natural el desarrollo de este modelo agrario y alimentario, a pesar de la crisis. Pero no hay que olvidar que ni las mayores garantías alimentarias, ni la diversidad productiva, tampoco el volumen productivo ni los precios asequibles, van a estar marcados por este tipo de agricultura.

Como buen taburete, la estabilidad alimentaria, desde el punto de vista del sistema de producción, se sustenta sobre tres patas. En primer lugar, la agricultura y ganadería convencional, orientada a modelos integrados, donde es imprescindible el uso sostenible de productos fitosanitarios, también denominados medicinas para las plantas. Un ejemplo de apuesta por la sostenibilidad lo hemos conocido la pasada semana, cuando la multinacional Syngenta anunció el desarrollo de un programa a 5 años y una inversión de un millón de euros, para proporcionar hábitats esenciales y fuentes de alimentación a insectos polinizadores, en siete países europeos, entre ellos España.

Otra segunda pata son las producciones ecológicas, sobre la que el MARM acaba de repartir 25.000 folletos entre la población, en los que transmite sus virtudes.

La tercera parta corresponde a la agricultura basada en la biotecnología, sobre la que, por cierto, también sería necesario hacer una adecuada promoción. Ésta última, está imbricada en la agricultura convencional y, por qué no, podría llegar a estarlo en la ecológica