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¿Qué ha pasado hoy, 17 de abril, en Extremadura?
Desenterrando los últimos restos hallados hasta el momento, también cerca de la carretera. / ANDY SOLÉ
Rescatados de las cunetas
REGIONAL

Rescatados de las cunetas

Un equipo de investigación del Proyecto de la Memoria ha recuperado los cuerpos de seis fusilados enterrados al pie de la carretera de Villasbuenas de Gata

CELIA HERRERA

Lunes, 29 de junio 2009, 13:03

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S IMÓN Montero Mangas era zapatero en Villasbuenas de Gata en 1936. También era hermano del segundo alcalde republicano de la localidad. Porque a ambos los mataron después de torturarlos en la plaza del pueblo, y porque su nieto José Ignacio Camisón Montero quiere recuperar su memoria y su dignidad, ahora buscan sus restos por las cunetas de la carretera Ex-205, que llega desde Hoyos y continúa hasta Santibáñez el Alto.

Durante su búsqueda, los especialistas del Proyecto de la Memoria Histórica de Extremadura se han encontrado con lo que no esperaban: otros seis cuerpos, cinco hombres y una mujer, que corrieron el mismo destino.

Sin juicio, y sin que se registrara después oficialmente su muerte, terminaron arrojados a las cunetas de Villasbuenas, que se convirtieron en el cementerio y lugar de fusilamiento para los represaliados de toda la comarca, al encontrarse justo en el centro de la sierra de Gata, según recuerda el historiador Julián Chaves, director del Proyecto.

Tesis confirmada

«Esta afirmación no tardamos en verificarla», destaca Cayetano Ibarra, coordinador de esta iniciativa y el responsable de organizar las tareas de búsqueda de Simón Montero en el pueblo.

Al poco de llegar, y mientras rastreaba en el Archivo Municipal todos los datos posibles, empezó a recoger numerosos testimonios de vecinos del pueblo que aseguraban conocer los sitios y parajes en los que se encontraba seguramente Simón y otros más.

«La ubicación de las fosas las sabemos todos en el pueblo», confirma con naturalidad Luis Mariano Martín, alcalde de Villasbuenas de Gata. «Yo las conozco desde pequeño e iba al campo con los pastores. Cuando pasábamos por estos sitios, ellos nos decían dónde estaban unos y otros. Esta información se ha pasado de padres a hijos. Mi hija, de 11 años, por ejemplo, lo sabe también. Pero a ella le sonaba todo esto a una leyenda antigua hasta que han empezado a descubrirse los restos», asegura.

La Charca de la Gitana

La búsqueda de los retos de Simón Montero parecía fácil. Todo el mundo en el pueblo sabía que su padre había señalizado su fosa con unas marcas en un olivo, en el paraje de La Charca de la Gitana.

Un vecino del pueblo de 74 años, Eleuterio Antúnez, aseguró a los investigadores que en ese lugar había tres cuerpos, uno de ellos de una mujer, conocida como Isabel, la Cubana, que había regresado recientemente a Gata, su pueblo natal, tras emigrar a Cuba.

«Los del pueblo sabían que en este olivar había cuatro cuerpos: el de Simón, el de Rufino, posiblemente el obrero Rufino González, que había denunciado poco antes a un terrateniente del pueblo por represalias políticas, el de la Cubana, y el de Justo Roma Salvador, otro vecino de Gata», explica Cayetano Ibarra.

Tras realizar prospecciones con el georadar, que confirmaron la existencia de indicios geológicos relacionados con enterramientos, el equipo dirigido por la arqueóloga y paleopatóloga Laura Muñoz, encontró dos fosas: una en la que se hallaban los restos óseos de una mujer, con el cráneo destrozado, y otra de un joven, que se piensa que es Justo Roma.

El hermano de Simón, el alcalde republicano Albino Montero, de 35 años, también fue enterrado en el mismo lugar, pero sus restos fueron recuperados por su hijo, y ahora descansan en el cementerio municipal de Villasbuenas de Gata junto a sus familiares.

De Simón, por el que se inició la investigación, ni rastro hasta el momento, aunque se ha ampliado la zona de búsqueda en el olivar, e incluso se ha cruzado la carretera por si se encontrara al otro lado. La ampliación y reforma de la carretera hace sospechar que quizás su cuerpo se encuentre debajo, ya que los otros restos aparecieron a pocos metros de la vía.

Su nieto José Ignacio, que se emociona al hablar del sufrimiento que arrastró durante toda la vida su abuela, ya fallecida, asegura que no parará hasta encontrar sus restos y llevarlos al cementerio, para que su madre pueda cumplir el deseo de llevarle flores a su tumba.

Por ahora no está previsto detener la búsqueda, advirtió Laura Muñoz. Por ello se ha pasado de nuevo el georadar por la zona, y se está a la espera de los resultados para ver si aparecen nuevos indicios de más fosas.

Los Romeros

Otra zona en la que se tenía claro que iban a aparecer restos de fusilados es en otra cuneta de la misma carretera, en el paraje de Los Romeros. El testimonio de dos vecinos del pueblo, Francisco González García y Eleuterio Antúnez Pérez, fue fundamental para localizar los restos de dos hombres que habían traído de Robleda (Salamanca), una localidad situada apenas a 20 kilómetros de distancia de Villasbuenas de Gata.

Casi todos en el pueblo sabían que allí estaban los restos de José Prieto Martín y Eduardo Gutiérrez Roncero, ambos de 29 años, y vecinos de Robledas, de donde fueron trasladados por la fuerza hasta Villasbuenas de Gata.

Fueron asesinados el 28 de septiembre de 1936, justo cuando José Prieto celebraba su cumpleaños, y cuatro días después de la boda de Eduardo Gutiérrez.

José Prieto era conocido en el pueblo con el apodo del 'Camioneto', por llevar y traer mercancías en un camión, y por tener un socio en Villasbuenas, al que le dejaba algunos materiales para que éste los vendiera.

Al parecer, y según asegura la familia, que lleva años recopilando datos y detalles relacionados con su vida y su muerte, su asesinato podría deberse a un puro ajuste de cuentas por una deuda que mantendría este socio con él.

Así lo explica su nieta Ester Prieto Gómez, dedicada desde hace tiempo a la tarea de recuperar la memoria de su abuelo. «Desde que éramos pequeños sabíamos que el abuelo estaba en Villasbuenas, pero sin más detalle. Y lo sabemos porque a los pocos días de que se lo llevaran, alguien llegó a la casa de mi abuela y le entregó el reloj y la cartera, diciéndole que no se preocupara, que estaba en Villasbuenas».

En aquellos tiempos era «impensable» buscar a José Prieto, recuerda su nieta. De hecho, a los hermanos de su mujer les dieron varias palizas y les hicieron beber aceite de ricino, y todos en el pueblo sabían quiénes habían sido los matones que se lo llevaron de su casa y cogieron el camión.

Por las fotos y datos conservados de José Prieto, se cree que la fosa más grande de las dos encontradas es la que albergaba su cuerpo. En el interior de la tumba, aparecieron en perfecto estado sus zapatos, de gran tamaño y confeccionados con un material de goma, lo que ha permitido su buena conservación. Su familia está deseando que terminen las tareas de excavación y estudio de los restos óseos para iniciar los trámites de identificación con pruebas de ADN.

Los Barrancos

Otro lugar en el que se rastreó fue también al pie de la carretera de Villasbuenas, en el paraje conocido como Los Barrancos, ya cerca de La Fatela. Un vecino del pueblo señaló el lugar casi exacto, porque recordó haber visto dos cuerpos, tirados en el suelo, una noche de septiembre de 1936 durante la que él asistía al velatorio de una niña.

De repente, oyó unos disparos, se asomó, y vio a los dos jóvenes ya muertos. A la mañana siguiente, seguían en el mismo lugar, por lo que vecinos del pueblo decidieron enterrarlos allí mismo, sin saber siquiera con seguridad de quiénes se trataba. Sobre sus tumbas colocaron unos promontorios de piedras que, con el paso del tiempo, fueron cubiertos por la tierra rojiza de la sierra. Al desenterrarlos, han aparecido casquillos de balas, y uno de los dos cuerpos tenía los pies atados con un alambre.

El Proyecto de la Memoria investiga ahora su identidad. La pista más fiable con la que cuentan es que se trata de dos hermanos, posiblemente traídos desde San Martín de Trevejo. Precisamente esta semana ha terminado la excavación de los restos óseos de otro hombre en el paraje de Valle Horno, al lado también de otro camino y cerca de la carretera.

Esta persona fue asesinada bastantes años después, en 1941, y en Villasbuenas aseguran que se trata del padre de los dos hermanos, que llegó al pueblo haciendo preguntas sobre el lugar en el que pudieran encontrarse enterrados sus hijos.

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