Escoge: Cremibellota o Baileys

Cuando mis amigos gallegos tienen niños, les envío una paleta de jamón ibérico y una botella de licor de crema de bellota. Pero no vale cualquiera, tiene que ser Cremibellota porque ellos entienden mucho de cremas belloteras. Lo del jamón ya les cuesta más porque procuré no doctorarlos en pata negra para que siguieran haciendo fiesta con los baratos estuchados de recebo que les llevaba. Alguno tiene ya tres niños y su suegro está encantado con la proliferación de nietos y jamones. Pero a mis amigos, periodistas ya algo mayores y algo canallas, lo que verdaderamente les pone es el Cremibellota. El jamón lo comparten con las visitas, pero el licor lo esconden bajo siete llaves. Como en Galicia no lo encuentran, me piden de cuando en cuando que les reponga el mueble bar y yo hago lo que puedo. A veces me pregunto por qué será tan difícil encontrar Cremibellota fuera de Extremadura siendo un licor tan rico. Ahí volvemos a fallar. Fíjense en Irlanda. Allí se dice que si a un irlandés le mandan diseñar un caballo, le sale un camello. Algo parecido sucedió cuando no hace ni 40 años se reunieron los directores de R & A Bailey & Cie para crear un nuevo tipo de whiskey. Uno ellos, Mr. David Dand, mezcló whiskey con crema de leche, azúcar, vainilla y cacao y le salió el Baileys, un camello que han sabido vender como si fuera un caballo de pura sangre. Hoy, ya ven, 40 millones de personas beben Baileys en todo el mundo. ¿Pero cuántos beben Cremibellota fuera de Extremadura? Unos cuantos periodistas gallegos y canallas, que aseguran que derrota por goleada al Baileys, y poco más. Aquí somos todo lo contrario de los irlandeses: diseñamos caballos, pero los vendemos como si fueran camellos.