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Preparación de un 'empalao' en su domicilio de Valverde de la Vera.|HOY
'Los Empalaos' llenarán de visitantes esta noche Valverde de la Vera
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'Los Empalaos' llenarán de visitantes esta noche Valverde de la Vera

A medianoche comenzará el recorrido de numerosos vecinos ataviados con sogas alrededor de su cuerpo y un madero de arado sobre sus brazos en cruz

MIGUEL ÁNGEL MARCOS

Jueves, 9 de abril 2009, 20:00

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Una manda, una promesa, lleva a los vecinos de Valverde de la Vera a protagonizar una de las imágenes más peculiares de la Semana Santa extremeña. La de los Empalaos recorriendo en silencio las estrechas calles de la hermosa población verata. Será a partir de las doce de esta medianoche, y hasta el amanecer, ante la atenta mirada de las miles de personas que acuden cada año a contemplar una tradición ancestral. Porque desde hace siglos en Valverde, en la madrugada del Jueves al Viernes Santo, algunos de sus vecinos salen por las calles vestidos de Empalaos. «Es un acto ritual de carácter íntimo e individual, practicado por personas con suficiente resistencia física, pertenecientes a cualquier clase social y motivados por el compromiso de cumplir su 'manda' o promesa. La manda es, digamos, un trueque con Dios», se dice en el tríptico que explica el contenido del Museo del Empalao que se abrió hace unos años. Promesa ante el Cristo La tradición arranca en la ermita del Cristo de Humilladero, lugar el que deben hacer su promesa, en secreto, las personas que tengan la intención de vestirse de Empalao. Tienen todo el año para hacerlo, puesto que no hay límite. De hecho no se sabe cuantos saldrán esta madrugada ni tampoco el sábado, cuando se repetirá el Vía Crucis penitencial hasta las doce de la medianoche, precediendo a la procesión del Encuentro. La media de los últimos años oscila entre sesenta y setenta. La indumentaria no puede ser más sencilla, y misteriosa a la vez. Unas enaguas, dos sogas usadas que se enrrollan al cuerpo desde la cintura de abajo a arriba, un madero de arado antiguo que se coloca sobre los brazos en cruz, dos estolas que se cuelgan de los mismos, tres bilortas de hierro en cada brazo, un velo que cubre la cara y una corona de espinas. De todo ello se destacan las bilortas. Primero porque su sonido permite conocer que se acerca un Empalao. Segundo, y lo que es más importante, porque les ayuda a no perder el equilibrio, sobre todo cuando se arrodillan y se levantan. El proceso para vestirse suele llevar cerca de una hora. Una vez completa la indumentaria se echan a la calle -no todos a la misma hora- para hacer las catorce estaciones del recorrido, más dos opcionales. Les acompaña el cirineo, que antiguamente se llamaba 'hermano de luz' al portar un candil para guiar al Empalao, que ahora no resulta tan necesario pero que era fundamental cuando en las calles apenas había iluminación. El recorrido se suele prolongar entre tres cuartos de hora y una hora, dependiendo del físico de cada uno. Llega entonces el momento de desvestir al Empalao. «Es lo más bonito», aseguran familiares de quienes ya lo han sido, al compartir con ellos la emoción de haber cumplido la promesa, pese al esfuerzo que supone y las molestias que deben sentir. Aunque le quitan importancia. «Lo único que tiene es la marca de la soga. Basta con dar unas friegas de alcohol de romero para activar la circulación de la sangre», afirman.

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