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Los visitantes creen que Olivenza tiene algo especial que viene de la mano de su pasado portugués. / HOY
Olivenza, en la piel de la frontera
SOCIEDAD

Olivenza, en la piel de la frontera

La localidad disfruta las virtudes de su condición rayana después de haber sufrido durante siglos la experiencia poco amable de estar en primera línea de la Raya. Lo que entonces era argumento para el conflicto lo es hoy para el entendimiento

PPLL

Sábado, 4 de abril 2009, 02:48

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La historia de Olivenza no deja a nadie indiferente: primero castellana, seis siglos portuguesa y dos más -los últimos- española. Con un recorrido así, es imposible que la ciudad y su entorno no sean un lugar especial, marcado hasta sus raíces más profundas por su realidad fronteriza. Olivenza está en la piel de la frontera, donde disfruta las virtudes de su condición rayana después de haber sufrido durante siglos la experiencia poco amable de estar en primera línea de la Raya. Lo que entonces era argumento para el conflicto lo es hoy para el entendimiento y el diálogo riguroso y respetuoso. El puente de Ajuda, se ha dicho muchas veces, es el mejor símbolo de esta realidad especial que los oliventinos han sabido siempre llevar a gala, nunca como un problema sino como una virtud genuina. Lo dicen los visitantes de la ciudad, especialmente los de fuera de Extremadura: Olivenza tiene algo especial, y ese algo viene de la mano de su pasado portugués. Por ello, se ha convertido en un referente ineludible de las relaciones entre los dos países, en un símbolo vivo de convivencia y de preocupación por preservar un rico pasado cultural. A los vaticinios de ciertas autoridades norteamericanas que quisieron ver, no hace mucho tiempo, un permanente foco de conflicto político en la zona, los oliventinos responden luchando porque la riqueza cultural que atesoran, marcada por la convivencia de las lenguas y las culturas de los dos países, no sea materia del olvido. En pocos lugares de la Raya hay una preocupación tan palpable por preservar sus rasgos de identidad, en pocos lugares es posible aún encontrar huellas tan profundas y rigurosas de un pasado con el que Olivenza y sus gentes están plenamente reconciliadas. Biblioteca Manuel Pacheco En Olivenza nació, en 1920, el poeta Manuel Pacheco, una de las voces incuestionables de la lírica extremeña de la segunda mitad del siglo XX. Allí nació y por eso, para honrar su nombre y su memoria (el poeta murió en 1998), la Biblioteca Pública de la localidad fue bautizada con su nombre en 1990. Se trata, sin duda, de una biblioteca también especial, sin comparación posible con otras de nuestro entorno, porque entre sus fondos figuran un notable «fondo portugués» y otro de «estudios ibéricos». La ciudad no rehuye su pasado, sino que lo revisita a través del conocimiento y la cultura. El fondo portugués, concebido como biblioteca auxiliar del Archivo Histórico y como apoyo a los alumnos que, desde 1987, estudian portugués en la Universidad Popular, cuenta con más de tres mil monografías, 600 folletos y varias decenas de colecciones de publicaciones periódicas. El fondo de estudios ibéricos está compuesto por varias centenas de volúmenes, folletos, separatas y artículos, y constituye un magnífico legado de estudios especializados en la materia. El filósofo portugués Agostinho da Silva (1906-1994) fue el inspirador de la idea, surgida en el contexto de los conocidos 'Encuentros de Ajuda' (1985), un inolvidable foro de encuentro de la realidad social y cultural de ambos países. Agostinho da Silva imaginó que Olivenza sería algo así como la «capital espiritual de la Iberia del futuro», y los habitantes de la localidad se empeñan cada día en que su vaticinio no sea del todo olvidado, al menos en lo que se refiere a la perspectiva de la cultura. Todas estas características convierten la Biblioteca de Olivenza, dirigida con dedicación y rigor por Luis Alfonso Limpo Piriz, en lugar de peregrinación ineludible no sólo para los lectores de la zona que quieran leer a los grandes autores portugueses en su lengua original, sino para los investigadores del área que necesiten documentar sus estudios sobre cualquier aspecto de las relaciones entre los dos países. Y no es sólo la Biblioteca: asociaciones como Além Guadiana, grupos musicales como Acetre, revistas como 'Encuentros/Encontros' o las múltiples actividades desarrolladas a cabo por la Universidad Popular a favor del reconocimiento y la preservación del enorme valor cultural de la ciudad, convierten a Olivenza en una experiencia inigualable, un rincón de Extremadura donde la arquitectura, la gastronomía o el trasfondo lingüístico nos recuerdan a cada paso que el suelo que hoy pisamos como español fue ayer portugués, pero que los pies que están sobre él, portugueses o españoles, fueron y serán siempre iguales a los nuestros. ¿Cómo no entender, en pleno siglo XXI, esta realidad como una inagotable apuesta de futuro?

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