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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
OPINION

Procesionarias

AGUSTÍN MUÑOZ SANZ

Miércoles, 18 de marzo 2009, 02:17

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Hace unos años compartí un tiempo precioso con un grupo de angloparlantes de diversos países del mundo, cada uno con su peculiar acento, en un curso de inmersión lingüística del idioma inglés. Una tarde me tocó turno docente con una monitora americana natural de Nueva York. Era una elegante septagenaria admiradora y votante de George W. Bush. Aún así, mantuvimos el tipo diplomáticamente. Nuestra charla fue muy cordial y divertida. En uno de los paseos de cháchara con acento norteamericano por un bello camino forestal, en plena sierra, nos encontramos una larga y fina tira moviente, espinosa y de color marrón oscuro. La tira viva con vocación de culebra famélica se desplazaba muy lentamente por el suelo serrano. Sorprendida, miss Howard me preguntó desde el Nueva York más profundo qué demonios era aquella comitiva. Se trataba, ya se lo imaginan, de un grupo de orugas procesionarias que iban o venían a (o de) sus asuntos. El problema, grave problema para mi, era explicarle a la dama en su inglés capitalino una breve lección sobre la biología de las orugas de los pinos. Para empezar, el origen del nombre de los bichos: procesionarias. Se me ocurrió comenzar por decir qué es una procesión. Y, luego, ya animado, el resto. 'Great!' y 'My God', dijo ella en su perfecto inglés de Time Square. '¿Joder, qué tropa!', exclamé yo para mis adentros en un típico castellano de Extremadura. Ni se imaginan su cara cuando yo gritaba ¿guapa! y ¿viva la madre que te parió! a una imaginaria Macarena. Todavía hoy dudo de si mi momentánea amiga 'bushiana' y nuevayorquina no estará convencida de que a las orugas, en España, les cantamos saetas cuando desfilan por el campo. Viene a la memoria la procesión de procesionarias porque de nuevo están aquí, heraldo de la primavera. Pero, ¿ay!, ahora la cosa es más complicada que mi iluso intento de ilustrar a miss Howard. Una procesión de sucesos se pasea con descaro por las veredas de nuestras vidas y haciendas. Se han unido la codicia de unos pocos mangantes, la ignorancia y el no saber qué hacer de muchos gestores de los asuntos públicos y la necedad consumista de millones de ciudadanos: los que consideran que coleccionar bienes precederos e inútiles (muy caros), aunque no se puedan pagar, cambiará su condición para catapultarles desde la más alta cota de la miseria a las listas de los ricos de Forbes. En el pinar de la sociedad occidental hay toda una procesión de problemas enlazados uno detrás de otro: paro creciente, hipotecas inalcanzables, deudas que se agolpan, congoja asfixiante, incertidumbre infinita y mil bichos sociales y económicos más, como gusanos repelentes que causan irritación y rechazo, tal que las procesionarias. La esperanza: algún día se irán. Como se fue de mi vida la curiosa miss Howard. Desconozco dónde anda y me importa un bledo dónde esté su adorado Bush. No ignoro -para algo sirvió el curso- que 'bush' significa arbusto. Una metáfora de pino. El origen de las procesionarias.

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