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REGIONAL

A la caza del impositor

C. H.

Domingo, 15 de febrero 2009, 09:14

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Estos son los nombres. Corre y consigue los votos». Ésta es la consigna casi literal que se transmite desde los partidos a los cientos de alcaldes y ediles de los pueblos extremeños en cuanto se tiene el listado de los compromisarios (más el doble de suplentes) elegidos por sorteo entre los impositores (clientes) que elegirán luego a sus 70 representantes en las asambleas generales y órganos de gobierno de Caja de Extremadura y Caja de Badajoz. Según los estatutos de ambas entidades, son electores y elegibles los compromisarios incluidos en las relaciones definitivas de cada circunscripción electoral, por lo que colocar a los que uno desea no parece sencillo. «El proceso es fácil, pero complejo de ejecutar», explica un veterano consejero de una de las entidades, alto dirigente además de uno de los partidos que controlan los órganos de gobierno de las cajas de ahorro de Extremadura. Más control Manejando al mayor número de compromisarios, y por tanto de consejeros, ambos partidos se garantizan una mayor dosis de control dentro de las cajas, el 44% concretamente, en las que ya ocupan por ley otro 40% de los puestos de poder con los representantes designados por las Corporaciones municipales. Al final, tanto PP como PSOE tienen ascendencia de una forma u otra sobre los 64 consejeros de las Corporaciones y los 70 consejeros que representan a los clientes en la Asamblea General, y a 14 vocales (7 por corporaciones y 7 por impositores) de los 17 presentes en el Consejo de Administración. El reparto «El sistema de captación de los impositores no es ilegal, pero sí deforma el sistema», reconoce otro consejero de una de las dos cajas, que ha pertenecido al Consejo de Administración hasta hace poco, y conoce perfectamente los procedimientos. «Yo te aseguro que el que diga que las cajas de ahorro no están politizadas, o está tonto o es que miente. Están tan politizadas que hasta el reparto del dinero de la obra social se decide desde los máximos responsables de los partidos. Estos llaman a los alcaldes de los pueblos pequeños, que casi siempre se encuentran a la cuarta pregunta en cuestión de presupuestos, y le preguntan qué es lo que necesitan en su localidad. Al final, el sistema sirve también para crear clientelismo dentro de los partidos, como se demuestra cuando llegan las votaciones». «Yo he estado en el guateque», reconoce un ex-responsable municipal. «El sistema de reparto no me gustaba del todo, pero yo iba también a lo mío, y al final, lo que quería era cosas para mi pueblo. Quizás tenía que haber sido más valiente y denunciarlo, pero es que tampoco soy el guerrero del antifaz», explica. ¿Y para qué quieren los partidos controlar las cajas? «Porque el dinero es poder, y el poder que no maneja presupuestos no es poder efectivo», aclara el alto dirigente. Los manejos Hasta los empleados, que tienen reservado el 5% de los puestos en los órganos de gobierno, saben que hay gato encerrado en este proceso electoral. «En teoría, las candidaturas de los compromisarios deben confeccionarla entre los clientes elegidos por sorteo. Pero los impositores no tienen ni recursos, ni tiempo ni formas para organizarse, ya que no se conocen entre ellos. Las candidaturas que deben formar y votar se las dan hechas, así que una elección democrática, en teoría, se convierte en realidad en una merienda de negros», relata un trabajador miembro de la Asamblea General. Según está establecido en el organigrama de las cajas de ahorro extremeñas, los impositores forman el grupo más numeroso en la Asamblea, pero también es el más fácil de manejar debido a la falta de información, interés o preparación suficiente sobre los temas que se debaten, reconoce otro consejero, no adscrito a ningún partido político, aunque sí simpatizante. «Yo pertenezco a la Asamblea General, y a mí me llaman dos veces al año para las reuniones. Cada vez que voy cobro casi 50.000 pesetas. A veces ves llegar a la gente, se acredita para asistir a la reunión, coge el dinero, y se vuelve a marchar sin llegar a entrar en la Asamblea. Pero, en el fondo, da igual que entraran o no, porque la mayoría no hacemos más que escuchar sin entender muchas veces de lo que se habla. No he visto ninguna reunión en la que no saliera todo aprobado por unanimidad», recalca otro miembro de la Asamblea, representante de las corporaciones municipales.

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