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¿Qué ha pasado hoy, 18 de abril, en Extremadura?
EL QUAD Y EL PANTANO. Un joven orellanense contempla ensimismado la luz del atardecer reflejándose en la inmensidad serena de las aguas del pantano extremeño de Orellana. / ESPERANZA RUBIO.
Orellana, un futuro pasado por agua
EL PAÍS QUE NUNCA SE ACABA POR ALONSO DE LA TORRE

Orellana, un futuro pasado por agua

PPLL

Lunes, 29 de diciembre 2008, 11:21

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Cada 16 de julio, Orellana la Vieja parece un pueblo de la costa gallega. Ese día se celebra una procesión náutica de la Virgen del Carmen, patrona de los marineros. Es un caso raro en Extremadura. Tan raro como que algunas playas de esta zona aspiren a contar con bandera azul. Orellana la Vieja se mira en el agua, vive de frente al pantano e intenta convertirlo en su principal motor económico, aunque le cuesta conseguirlo. En Orellana hay playas con chiringuitos tan aparentes como la Caseta Dolores. También cuenta con auditorio acuático único en Extremadura: el público se sienta en la grada y los espectáculos se desarrollan en un escenario situado literalmente sobre el agua. En ese mismo auditorio se proyecta cine fluvial al llegar el verano y al tiempo que Penélope y Bardem se besan, suena el chapoteo de un lucio... Lucio que es pescado durante el otoño en el Open Lucio internacional, cuando 101 barcas de lujo llegan desde todo el mundo para pescar deportivamente. El pasado domingo tuvo lugar en el Club Náutico de Orellana una regata de cruceros. En sus pantalanes se pueden ver decenas de veleros amarrados. Aurelio, que trabaja en la oficina local de una caja de ahorros extremeña, nos cuenta que su hijo es monitor de vela y que en el pueblo se va a instalar un Centro de Alta Tecnificación de Vela, el único de España después del de Santander. Sin embargo, el pantano no acaba de ser la solución de Orellana la Vieja. En 2007, el pueblo tenía 3.019 habitantes. Eran 337 menos que en 2001, 413 menos que en 1991, 3.906 menos que en 1960... Paseando por sus calles, se observa cierta viveza, una relativa actividad comercial, bares animados... Eso sí, asomándonos a los bares vemos que sus mesas están llenas de jubilados jugando a las cartas. Solo hombres, solo jubilados, solo echando la partida. Los contamos: 24 en el bar Bahía, 32 en Los Postes, 25 en el Óscar... Es la población envejecida con la que argumentamos en la negociación de la financiación autonómica, que se une a la dispersión: estamos a 138 kilómetros de Badajoz, pero hasta aquí llegan los servicios: dos cajas de ahorro (Extremadura y Badajoz) y los bancos Pueyo, Banesto y la aseguradora Mapfre, que también realiza operaciones bancarias. Hay oficina de empleo y universidad popular, buenas carreteras a cualquier pueblo, dos farmacias (dato de Caja España), centro de salud y un instituto donde se puede cursar Informática y Hostelería (Cocina y Alojamiento). En el pueblo están muy orgullosos de que aquí se formara Antonio Granero, el cocinero de Canal Extremadura. Además, hay más de un coche por cada dos vecinos y más de un camión por cada diez. Como buen pueblo acuático, la ruta del colesterol es un paseo fluvial que rodea una península donde se encuentran las instalaciones náuticas y la hospedería. Allí también han bajado esta tarde Tamara, Cristina, Sara, Isidro, David y otros colegas para celebrar un cumpleaños. Lo harán a cubierto, en un lugar llamado El Burgo, que en verano, con las terrazas y los bares abiertos, está lleno de gente, pero que en esta tarde de invierno, atardeciendo, impresiona por la soledad y el silencio sobre el espejo del agua. Botellón pactado Estos jóvenes harán un botellón pactado con la autoridad. Cuando está abierta la hospedería, el botellón se realiza en El Silo, un espacio más alejado. «Pero la hospedería está cerrada porque iba mal y la ha cogido la Junta. No pagaban a los trabajadores, era cara, no venían», explican. Estos jóvenes hacen de todo: estudian estética, son militares, están en paro, son albañiles o mecánicos. Se buscan la vida y, a pesar del agua y su riqueza prometida, observan el panorama como en cualquier pueblo 'seco': «El trabajo está en la aceituna (582 hectáreas de olivar), en la prensa de aceite y en la construcción». Orellana tenía en marzo 62 inmigrantes y 218 parados. En 2007, un índice de paro del 11'4% (11'9% en la provincia de Badajoz). Desde hace 30 años, los orellanenses emigran a Felanitx (Baleares), donde, dicen los vecinos, hay más de Orellana que en el propio pueblo. Allí han triunfado muchos como Felipe Martín, que es concejal de Felanitx, o Encarna Pastor, que se fue a servir a Madrid, acabó teniendo tres restaurantes en Felanitx y ha sido consejera de inmigración del gobierno balear. Ahora es diputada del PP. Pasear por Orellana resulta agradable y no solo por el encanto del pantano y sus zonas verdes acuáticas. Hace 700 años, cuando Alfonso XI entrega este pueblo a su servidor de cámara, ya contaba Orellana con 20 vecinos. De esa época es el castillo-palacio de los Altamirano, que fue cárcel en la Guerra Civil, recibió el impacto de un proyectil y acabó en mal estado. Muñoz de San Pedro cita su patio como la obra más artística de esta zona de Badajoz y lamenta la actitud de su propietario, que permitió la destrucción de parte del edificio. Lo que queda del palacio es propiedad del ayuntamiento y se conserva la torre del homenaje y otras estancias. Pero hay más edificios interesantes: el convento renacentista de San Benito, convertido en centro cultural, la iglesia parroquial del XVI, que perdió su retablo mayor en la Guerra Civil y una imagen gótica del Cristo de la Capilla. Porque Orellana permaneció en zona republicana durante gran parte de la guerra y las iglesias sufrieron las tropelías de milicianos que confundían el arte con el fascismo. Frente a la iglesia está la Esquina del Tío Nemesio, donde, señalan Jorge, José David y Javier, tres jóvenes, se colocaba Nemesio con su quiosco de chucherías. Un poco más adelante está la churrería de Antonia, la de toda la vida. La moderna es la churrería-cafetería Avenida. Pero más allá de iglesias, chucherías y churrerías, el emblema de la Orellana moderna es su hospedería. Su arquitectura, de Daniel Calero, fue premio nacional, pero hoy es un edificio desolado y cerrado. «La cogió primero una empresa de Málaga y yo puse una tienda en el vestíbulo, pero escuchaba cosas raras: llamaban los clientes para reservar, estaba vacía y les respondían que estaba todo ocupado. Pensé que era una táctica, pero pronto me percaté de que siempre era así». Quien cuenta su experiencia en la hospedería es Mariano, el dueño del bar Milenium. Recuerda los buenos tiempos: «Se hospedaban allí cazadores italianos y portugueses, me pedían un Marlboro de 200 pesetas, pagaban con mil y dejaban la vuelta de propina. Pero siempre fue mal. Cambiaban de dueño y seguían sin hacer reservas. Era todo muy raro. Ahora está cerrada y el cámping, una maravilla, lleva sin abrir dos o tres años». Durante el Open Lucio y la regata internacional de cruceros, en verano y en primavera, en la temporada de cacerías... Los visitantes de Orellana, de alto poder adquisitivo, tienen que irse a dormir a otros lugares porque la hospedería sigue cerrada. Mariano concluye: «Cada vez que cambia de dueño, una reforma. Con lo que lleva gastado la Junta, podrían haber hecho una hospedería de mármol y oro».

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