Rajoy reivindica a su partido como el único que defiende la unidad de España y la igualdad

Mariano Rajoy desempolvó el discurso nacionalista español que mantuvo en la retaguardia desde el principio de esta legislatura, mientras centraba su oposición en la economía. Ayer, y con motivo del XXX aniversario de la Constitución, presentó al PP como el único partido que cree en la vertebración de España, la igualdad y la libertad que consagra la Carta Magna, a la vez que acusó al PSOE de mantener una posición «ambigua» y «contradictoria» y alentar así a los nacionalistas. Las elecciones europeas se acercan y el PP teme el mordisco que le puede propinar el partido de Rosa Díez con la defensa de la unidad del Estado y en contra de los nacionalismos disgregadores. Rajoy no quiere perder esa bandera y va a volver a pisar con firmeza ese terreno tan cómodo para el PP. «Los únicos dispuestos a defender la vertebración de toda España somos nosotros», proclamó ante dirigentes de Nuevas Generaciones. Insistió en que el único que cree en los valores constitucionales «a pies juntillas» es el PP. Es más, se vanaglorió de haberse quedado solo al hacer frente a quienes combaten las esencias constitucionales porque «los únicos que nos tomábamos en serio el Estado de las autonomías éramos nosotros». Más que el nacionalismo «irredento», le preocupa la actitud que, en su opinión, ha adoptado el PSOE. Le reprochó su «frivolidad irresponsable» y que haya «desenterrado su nostalgia del estado federal» o «lo que es peor, han resuelto competir con los propios nacionalistas». «En Madrid nos hablan de la nación española, pero en el País Vasco -¿y son los mismos!- se han propuesto sacar adelante la nación vasca», declaró. «En Toledo nos hablan de libertad, pero en Barcelona la persiguen; en Sevilla nos hablan de igualdad, pero en La Coruña se la niegan a todo el que hable castellano», añadió, y acusó a los socialistas de vivir en «una telaraña de conceptos equívocos» con la intención de que su «ambigüedad» y «contradicciones» les permitan sostener posiciones diferentes en cada autonomía. Rajoy arremetió contra el intervencionismo y la concepción estatalista de la política. Reivindicó a la persona como sujeto de derechos, entre los que citó «el derecho a equivocarse, a engordar, a hablar en castellano, a escoger la educación de sus hijos y a rotular en la lengua que le parezca, sea español, catalán o swahili». Explicó que la Constitución pervive porque «no la hizo media España contra la otra media». Su éxito, dijo, obedece a que «no fue un desquite sino un abrazo». También aludió a los «intentos para reabrir heridas y avivar rencillas» entre españoles pero celebró que esos esfuerzos hayan resultado «baldíos». No obstante, alertó de que tales intentos se volverán a repetir. «Hay que estar preparados para combatirlos -avisó- e impedir que entre los españoles arraigue de nuevo ese veneno de la discordia».