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EMILIO JOSÉ RODRÍGUEZ
Domingo, 23 de noviembre 2008, 02:27
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La Tesis Doctoral 'Estudio del Contenido en Halofenoles y Haloanisoles en Vinos Tintos de Calidad. Incidencia en los Consumidores', obra de María Luisa Copete, Investigadora de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), y que le ha valido la calificación de Sobresaliente Cum Laude, 'absuelve' al corcho como total responsable del olor y del sabor conocido como 'gusto a moho' en los vinos tintos, una creencia que venía extendiéndose como la pólvora en los últimos años entre los consumidores. El estudio atribuye 'dichos defectos' a la presencia en estos caldos de dos compuestos químicos sin riesgo tóxico por su consumo: Halofenoles y Haloanisoles. El trabajo se ha centrado en los vinos tintos de crianza que están acogidos a distintas Denominaciones de Origen y aborda en primer lugar un estudio descriptivo, que continúa analizando el consumo de este tipo de vinos. Finaliza con el impacto que su ingesta, con este defecto, tendría sobre la salud del consumidor. En la elaboración de este trabajo se han analizado vinos pertenecientes a las siguientes D.O. de España: Rioja, La Mancha, Ribera del Duero, Valdepeñas, Priorato, Terra Alta, Costers del Segre, Cariñena, Penedés, Somontano, Alicante, Jumilla, Valencia, Utiel-Requena, Ribera del Guadiana, Toro, Vinos de Madrid y Navarra. Los más frecuentes La Investigadora y autora de la Tesis Doctoral, María Luisa Copete, destaca a modo de conclusiones y como principales resultados que los compuestos que están presentes en el 16% de los vinos en concentraciones por encima de su umbral sensorial. Los más frecuentes son 2,4,6-Triclorofenol (TCP), 2,3,4,6-Tetracloroanisol (TeCA) y 2,4,6-Tricloroanisol (TCA), siendo éste último el más oloroso de ellos mientras que el TCP y el TeCA son precursores de TCA. Por otra parte, el estudio registra una mayor proporción de muestras con Halofenoles o Haloanisoles en los vinos que proceden de la zona norte y noroeste de España y que en torno al 70% de los vinos contaminados pertenecen a las cosechas de entre los años 1995 y 2005, adquiridos a precios superiores a 6 euros y cuya crianza ha sido realizada en barricas de roble americano. Por último, del estudio se desprende también que, teniendo en cuenta los niveles detectados y los estudios de toxicidad de los compuestos, no existe riesgo para la salud del consumidor habitual de vino tinto de calidad, por lo que este defecto es un problema más comercial y de rechazo organoléptico por parte del consumidor que de seguridad alimentaria.
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