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Un F-5 llega a la pista después del vuelo. Abajo le espera su equipo de mecánicos para comprobar.|E,P.
Mecánicos del aire en el Ala 23
REGIONAL

Mecánicos del aire en el Ala 23

Personal civil y militar se encarga, en los tres hangares de la base, de que los aviones de caza y ataque realicen un vuelo perfecto

MARÍA SAAVEDRA ASPANO

Lunes, 1 de septiembre 2008, 11:40

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DESDE el instante en que un F-5 despega un amplio equipo de técnicos está pendiente de que su vuelo discurra sin contratiempos. En la base aérea del, Ala 23, en las proximidades de Talavera hay tres grandes cobertizos para guarecer aparatos mientras están en tierra, tres amplios hangares donde proteger y poner a punto los aviones de caza y ataque. Entre personal civil y militar sonmás de un centenar las personas que se ocupan del mantenimiento de los veloces aparatos.

Los responsables de los hangares explican la función que se desarrolla en cada uno. El brigada Rubio cuenta de forma sencilla que el trabajo en la base se puede repartir en tres niveles. El A, que tiene una relación con el avión, se encarga de desmontar y montar el avión. Esta tarea es desarrollada por personal militar. El nivel B, está dedicado a solucionar las pequeñas averías. Esta función es tanto de personal militar como civil. Al nivel C corresponde realizar las inspecciones de los motores, el montaje y desmontaje del motor completo. Lo hace personal civil.

J85, el motor del F-5

En la primera nave hay 63 motores colocados de forma ordenada. Unos esperando la hora de ser desmontados y otros listos para pasar a otro hangar. Están en el taller dónde se efectúa el mantenimiento del J85, el motor del F-5. Un taller autosuficiente, pues todas las piezas pueden ser reparadas o sustituidas allí.

Después de 600 horas de vuelo, cada J85 necesita una inspección completa. Lo que puede suponer un total de cuatro meses desde que comienza a ser desmontado. Este trabajo compete a una sección de mecánicos dónde trabaja personal civil. Al fondo del taller se ven jóvenes con sus trajes de trabajo, con piezas a un lado y otro. Aquí todo esta en orden. La limpieza es fundamental. Polvo, piezas sueltas o cualquier elemento extraño que esté por el suelo puede impedir el correcto funcionamiento del motor y poner en riesgo el avión y sus tripulantes.

Las piezas desmontadas son enviadas al carro de lavado, un área dedicada a esta función, donde son introducidas en una especie de 'freidoras' para eliminar cualquier residuo o suciedad. Una sección que se ha convertido en imprescindible para los talleres. Cualquier parte del avión puede quedar impoluta en esta sección. Utilizan sosa y productos químicos.

Juan Pedrero, con 33 años de experiencia en los talleres, asegura que si está todo el personal pueden tardar menos de dos semanas en limpiar un motor completo.

Hace unos años, las condiciones de trabajo no eran tan óptimas como las que se dan hoy. Tiempo atrás el ambiente estaba contaminado de gases nocivos, pero actualmente, gracias a un sistema que han diseñado y realizado en el propio taller el aire es renovado y purificado.

De la calidad ambiental dan muestra las plantas colocadas en las ventanas cuya función no es ornamental, sino que miden el grado de contaminación. Antes, las macetas debían ser renovadas confrecuencia pues en pocos días enfermaban. Hoy las plantas tienen largos días de vida.

De paso a otro taller. Aquí Carlos Benito y Antonio Bolero, muestran su labor, compleja y laboriosa. Se simula el motor lo mismo que si estuviese en vuelo e incluso se somete a pruebas más exigentes. Se ajusta y se regula en función a las pautas establecidas en los manuales.

El último hangar es el más grande. Hay 8 aviones puestos en fila, uno seguido de otro. Unos esperando para pasar una inspección, otros con alguna reparación. Uno de ellos está a la espera de que se le adose la sección de cola. Es el único que está averiado. En otro aparato trabajan cuatro hombres para instalar un asiento nuevo, último modelo. En caso de que el piloto tenga que salir proyectado, lo hará de forma rápida, sin quedar atrapado en la cabina.

Igual que el motor, el avión tiene unos tiempos para pasar su revisión. Cuando vuela se expone a altas fatigas que en tierra hay que superar. Los aviones también tienen distintos niveles de mantenimiento y, el tercer nivel de mantenimiento del F-5 no se realiza en el Ala 23.

El hospital del F-5

Desde este hangar se llega a otros talleres. Una sala que parece un hospital. Hacen radiografías, scaners, pruebas de ultrasonido, endoscopias, hasta seis pruebas diferentes para detectar una grieta, en la última pieza del avión, casi imposible de detectar. Llega un F-5, tiene que ponerse en línea. Para ello tiene un equipo de mecánicos esperando, como si de Fernando Alonso se tratase cuando entra en boxes. Ahora toca hacer una primera comprobación. En definitiva toda la base a la espera del F-5.

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