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CICLISMO

Cavendish, poker de ases

Logró su cuarta victoria de etapa, la segunda consecutiva, y minimiza la labor del resto de hombres rápidos, impotentes ante su arrancada

BENITO URRABURU

Sábado, 19 de julio 2008, 02:34

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La pista, una disciplina que en países como Inglaterra, Australia o Francia trabajan con intensidad tiene algunas especialidades que producen buenos corredores de carretera. Una de ellas es la persecución, donde aparecen nombres como los de Fausto Coppi, campeón del mundo en 1947 y 1949, Roger Riviere, Rudi Altig, Roy Schuiten, Francesco Moser, Bert Oosterbosch, Chris Boardman, Robert Bartko o Bradley Wiggins, sin olvidar a Sergi Escobar.

Otra es la americana, donde nos encontramos a Silvio Martinello, Etienne de Wilde, el malogrado Isaac Gálvez, por no hablar de la puntuación, con Urs Freuler, Bruno Risi o Viatcheslav Ekimov. Mark Cavendish, el ganador de la decimotercera etapa del Tour, por delante de Robbie McEwen y Romain Feillu, es un especialista en americana, aunque también ha hecho scracht. Es una estrella en la pista que lleva camino de convertirse en el rey los 'sprints' a nivel mundial. En el caso de Cavendish, el principio fue el anillo, donde se forjó, en la escuela británica, en Manchester, antes de lanzarse a la carretera. Acumula títulos de Europa, de la Commonwealth y dos del mundo de americana. El primero lo ganó en Los Ángeles, en 2005, con Robert Hayles de compañero. El segundo lo ha logrado este año, en Manchester, con Bradley Wiggins.

No se prodiga nada en las pruebas de Seis Días para poder descansar de la temporada de carretera. Cavendish se ha quedado sólo en las llegadas del Tour. Lleva cuatro victorias, dos de ellas seguidas, y eso que dice encontrarse fatigado: «He corrido el Giro, que terminé en Milán, y noto un poco de cansancio, aunque mi idea es terminar el Tour, llegar a Paris. He logrado cuatro triunfos, pero no tengo el maillot verde, lo que quiere decir que hay otros corredores más regulares que yo». Entre ellos se encuentra Óscar Freire, quinto en Nîmes. Está resignado: «Está ganando siempre el mismo. Los demás sólo lo intentamos». Tiene razón. Cavendish gana con suficiencia, sin que nadie le inquiete.

No tiene problemas para variar su 'sprint', en función de las circunstancias que se produzcan. «Pegaba mucho viento de frente. He arrancado a 150 metros y lo he tenido que hacer dos veces. A quinientos metros estaba cerrado», explicaba. Dice que la pista le ha ayudado: «Cuando coges una diferencia de metros, o menos, soy capaz de mantenerla. Eso en un 'sprinte' es importante». De sus cuatro triunfos, su favorito, el que más ilusión le hizo fue el primero: «Éste ha sido la más dura».

En el pelotón se hacen chistes y apuestas con sus triunfos. De las cinco posibilidades de llegadas masivas que había en el Tour, ha ganado cuatro. La otra fue para el noruego Thor Hushovd, lo que no deja ningún margen para la duda. Ha igualado con 22 triunfos en carreras de un cierto nivel a otro inglés, Barry Hoban, que fue amigo y compañero de Tom Simpson. Corrió con él en el Tour que murió. Acabó casándose con su mujer.

Con un pelotón al que se ve fatigado antes de los Alpes, física y mentalmente, por la tormenta sobre dopaje que está cayendo sobre la carrera, las etapas mantienen el mismo guión. Nada más salir, Niki Terpstra y Florent Brard aceleraron. Lo hicieron tan fuerte que en el kilómetro 21 llevaban 9:55 de ventaja.

Juan Antonio Flecha se movió a 30 kilómetros de la llegada. No enlazaría con los escapados. El último de ellos, Terpstra, fue cazado por el pelotón a diez kilómetros de la meta. Luego se puso en acción el rodillo de los equipos, sobre todo el del Columbia. Lo hicieron para ganar.

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