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B. URRABURU
Viernes, 18 de julio 2008, 02:40
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El parte de sucesos del Tour, que en eso es en lo que se ha convertido la carrera en los últimos días, alcanza cada jornada que pasa mayores registros de estupidez, incomprensión, ignorancia, degeneración y calidad.
El positivo con EPO de Riccardo Riccó dejan al corredor, y a su equipo, Saunier Duval, en una situación complicada, por no decir que han caído al abismo y no van a poder salir de él.
Hay que respetar el principio de inocencia, esperar a que se analice la muestra B de los análisis de Riccó, pero salga lo que salga, hay algo que no va a tener solución: la casa, Saunier Duval, ha quedado enormemente tocada. Tanto, que le han conducido prácticamente hasta su desaparición de este mundo. Riccardo Riccó, uña y carne con Leonardo Piepoli, ganador de la etapa que terminó en Hautacam, da toda la impresión de ser un caso aislado dentro del equipo.
En Saunier Duval no se puede hablar de dopaje organizado. Basta con ver los resultados que lleva el equipo para darse cuenta de que esas prácticas no parecen ser algo habitual. Ni Mauro Gianetti, ni Fernández Machin pueden ser tan idiotas, después de lo vivido hace un año, para meterse en ese mundo sin saber las consecuencias que podía acarrearles.
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