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¿Por qué no caduca la EPO? El positivo de Moisés Dueñas cuestiona el ciclismo español El noruego Arvesen ganó la etapa del miedo No acabará nunca

Tenía dopantes, lo que en Francia conlleva pena de hasta cinco años de cárcel, y ha quedado a disposición judicial

J. GÓMEZ PEÑA J. G. PEÑA BENITO URRABURU B. URRABURU

Jueves, 17 de julio 2008, 02:40

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¿Otro español!. Así comenzaban ayer las crónicas del Tour en las emisoras de radio francesas. Difundían el caso positivo por EPO de Moisés Dueñas (Barloworld), el segundo de este Tour tras el de ¿otro español!, Manuel Beltrán.

«España es la última frontera del dopaje», criticó el presidente de la UCI, Pat McQuaid. En la orina del corredor de Béjar, el laboratorio parisino de Chatenay-Malabry había hallado restos de la vieja y vigente eritropoietina, en la cuarta etapa. En la habitación de su hotel, la brigada encontró ayer productos dopantes. Fue expulsado del Tour, trasladado a la comisaría de Tarbes y ha quedado a disposición judicial. La nueva ley antidopaje francesa, que entró en vigor justo el primer día del Tour, prevé penas de hasta cinco años de cárcel y multas de 75.000 euros para la posesión de dopantes. El ciclismo español, de nuevo podado por el dopaje, está en cuestión.

Deporte presidiario. Escena repetida de una decadencia: treinta agentes de la Brigada antidopaje de la Gendarmería francesa acordonan el hotel Le Rex, en el centro de Tarbes, un pueblo que vive del milagro de al lado, de Lourdes. Son las nueve de la mañana de la decimoprimera etapa del Tour. La policía irrumpe. Hasta que un agente hace su primera pregunta, todos tiemblan. Hay alojados dos equipos, el Barloworld surafricano y el Bouygues francés. La voz del policía resuelve la incertidumbre: ¿Cuál es la habitación de Moisés Dueñas?. Durante una hora le interrogan y registran la estancia. Pasadas las diez, el ciclista sale escoltado del hotel. Con un toalla en la cabeza. Tapándose. Imagen de delincuente. Beltrán, de 37 años, era miembro de una generación casi extinta; Dueñas, de 27, ganó hace dos años el Tour del Porvenir. ¿Porvenir? Los dos han caído en la misma trampa. Cepo: EPO.

Otra vez, la salida del Tour estaba en llamas. «Mi primera reacción es de cólera», dijo McQuaid. «Es un idiota», maldijo. Los ciclistas franceses, apartados durante más de dos décadas de los puestos nobles del Tour, bramaban. Como Pineau: «Dueñas corría el año pasado en un equipo francés (Agritubel) y se fue. A una escuadra de fuera. Y ha empezado a subir puertos con los mejores. Peor para él. No ha comprendido nada. El ciclismo no necesita gente así. Hay que atraparles». Voz de guillotina. De extirpación.

Dueñas era una de la revelaciones de esta edición: decimonoveno en la general y presente en el grupo cabezero de los Pirineos. Ayer se supo que dio positivo en la cuarta etapa, la contrarreloj de Cholet. «Le seguíamos», confesó Pierre Bordry, presidente de la Agencia antidopaje francesa (AFLD). El Barloworld, que sigue en carrera, confirmó mediada la tarde que Dueñas contaba con medicamentos para los que no tenía receta del médico de la escuadra africana.

En año olímpico y en pleno éxito deportivo español (Eurocopa de fútbol, Nadal, fórmula 1, motos, baloncesto...), el ciclismo comparte triunfos como los de Contador en el Tour 2007 y el Giro 2008 con este escándalo capitular. «Otro español», cantaban las radios. El Tour del año pasado finalizó con el caso positivo -aún está recurrido ante el Tribunal de Arbitraje- de Iban Mayo. El equipo Milram expulsó a Astarloa del último Giro por sus valores sanguíneos anormales. Patxi Vila había dado una semana antes positivo por testosterona. Ahora, la EPO de Beltrán y Dueñas. El increíble ciclismo español, como dicen en Francia.

Y eso que tras la 'Operación Puerto' -la Guardia Civil desarticuló en 2006 una red de dopaje en torno al médico Eufemiano Fuentes-, el Gobierno español puso en marcha una nueva ley antidopaje: de seis meses a dos años de cárcel para los inductores. Jaime Lissavetzky, secretario de Estado para el Deporte, implicó a cuatro ministerios -Sanidad, Educación, Justicia e Interior-. Para acabar con la impunidad.

La ley no actúa. Los casos positivos vienen siempre de fuera. Del Tour. «Otro español». El aficionado se pregunta: ¿Por qué siguen recurriendo a la EPO si es detectable en los controles desde 2001? ¿Por qué juegan a la ruleta rusa? La EPO es un oxigenador de la sangre: incentiva la producción de glóbulos rojos, transportadores de ese oxígeno. El combustible de los músculos. Gasolina extra. Para llenarse artificialmente de esos glóbulos antes de un Tour, hay dos caminos: la autotransfusión sanguínea -aún difícil de ver en los controles- y hormonas de producción como la EPO. Si se toman días antes de la carrera, cargan el cuerpo y no queda rastro para cuando se da la salida. Ésa es la teoría del atajo. Pero, como demuestra la realidad de los casos positivos, tiene fallos.

La autotransfusión o las inyecciones de EPO rellenan el torrente sanguíneo. Elevan el hematrocito: porcentaje de glóbulos en las venas. Sin superar el límite legal, el 50 por ciento. Pero tienen un efecto secundario: el cuerpo reacciona y deja de producir por su cuenta esos glóbulos. Doce corredores escapados y ninguno de ellos pertenecía a equipos españoles, ni tenía esa nacionalidad. En Foix, una localidad que está en el camino hacia Andorra desde Francia, en plenos Pirineos, y que suele ser inicio, o final, como en esta ocasión, de las grandes etapas pirenaicas, vencía el noruego Kurt Asle Arcenes (CSC), que llegó a ser campeón del mundo sub 23 en 1997, en San Sebastián.

Aversen ganaba en la etapa del miedo. Porque de esa forma puede calificarse una jornada que se iniciaba con otro mazazo importante, el positivo de Moisés Dueñas. El bejarano es el segundo corredor español que da positivo con EPO en el presente Tour de Francia. El pelotón se quedó como apelmazado, y los ciclistas, mucho más, sobre todo los españoles que fueron incapaces de meterse en la fuga del día. La realidad es que dos corredores españoles, pertenecientes a dos estructuras italianas, aunque el Barloworld esté inscrito en la federación inglesa, han dado positivo.

Aversen, el vencedor, tiene 33 años y lleva en el mundo profesional once temporadas, en las que ha ido ganando carreras, algunas de ellas importantes, como una etapa en el Giro de Italia. También ha sido campeón de Dinamarca.

Vencía en uno de esos días en los que los equipos que deben de controlar la carrera se desentienden de todo. Llegaron a la meta con 14:51 de ventaja. Esa diferencia da una idea de lo que fue la etapa. No estaban los corredores para muchas bromas. Moisés Dueñas ha pasado a engrosar la lista negra de corredores que han sido considerados positivos, y además, en el Tour de Francia, en una época muy complicada para este deporte. La del dopaje es una plaga que no va a cesar nunca, por mucho que se le cerque, ni en el ciclismo, ni en el deporte, ni en la sociedad.

La única solución que queda es la de seguir combatiéndolo con todos los medios posibles, principalmente en las categorías formativas, en las bases de donde surgen ciclistas u otros deportistas, o personas.

Con Dueñas, como sucedió con Beltrán, se montó todo un espectáculo en torno al hotel del equipo Barloworld. Es la ley francesa que obliga en cada caso que se produce que se desplacen la policía científica, la judicial y otras varias. Los perjudicados siempre son las empresas patrocinadoras y la imagen que queda del ciclismo. La rumorología dentro del Tour habla de que la nueva EPO, Mircera, también está siendo detectada por la Agencia francesa de lucha contra el dopaje.

Antes hubo EPO rusa, y argentina. Cada país tiene una y la marca de la forma que considera oportuna. Marcarla quiere decir que no es detectable. Los dos casos que hemos conocido en el Tour, de momento presuntos, hasta que se analice la muestra B, pueden no ser los únicos que haya. Se dicen que van a salir más.

Cambiar el mundo profesional de cualquier deporte resulta una quimera. Hay hábitos contra los que no se puede luchar. Donde se puede hacer mucho más es en juveniles, en aficionados, por no citar alguna otra categoría más recreativa, en la que todo el mundo hace lo que le da la gana.

No nos olvidemos que en Italia se están haciendo controles en marchas cicloturistas. El Tour, precisamente por lo que representa, es la competición en la que más riesgos corren los ciclistas. Un buen Tour significa dos años de contrato, con muy buen dinero, y eso es algo contra lo que es difícil luchar. A lo mejor quiénes tienen que pensar llegan a la conclusión de que sería mejor, además de sancionar, educar. El ciclismo es un reflejo de la sociedad.

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