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MIGUEL ÁNGEL MARCOS
Miércoles, 18 de junio 2008, 21:02
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No dejaba de mover la cabeza, como queriendo encontrar una explicación a lo sucedido. Su mirada estaba fija en lo que quedaba del autobús de la empresa Auto -Res que conducía pocos minutos antes, en un servicio Expres entre Madrid y Badajoz que salió de la capital de España a las diez de la mañana. Su única parada debía hacerse en Trujillo alrededor de la una menos veinte de la tarde. Sin embargo a esa hora el vehículo estaba envuelto en llamas a la entrada de Navalmoral de la Mata, al calcinarse en pocos minutos junto a la rotonda de acceso a esa población. Por fortuna hubo tiempo suficiente para desalojar a los pasajeros, cerca de una treintena, y recoger bolsos y maletas antes de que se convirtiera en un amasijo de hierros.
El conductor, con una amplia experiencia al volante, había notado algún problema en el vehículo, por lo que un mecánico le esperaba en la estación de autobuses de Navalmoral, donde se iba a realizar una parada no programada. Porque ante todo debe primar la seguridad de los viajeros. El mecánico en cuestión no llegó a intervenir, ya que poco después de abandonar la autovía de Extremadura empezó a salir abundante humo y llamas de una rueda, deteniéndose cerca de la rotonda próxima a la zona de la Bamba, a menos de un kilómetro del casco urbano moralo.
Se cortó la carretera
De inmediato se desalojó a los ocupantes, que reanudaron el viaje en un vehículo alquilado por Auto-Res, al tiempo que el autobús siniestrado era consumido por las llamas con gran rapidez, obligando a movilizar un amplio dispositivo para apagar el fuego y controlar el tráfico para evitar posibles accidentes. De lo primero se encargaron los bomberos del parque local del SEPEI. De lo segundo agentes de la Guardia Civil y la Policía Local, que cortaron el carril de entrada a Navalmoral. Los vehículos que querían acceder al municipio desde la autovía tuvieron que hacerlo por la carretera de Valdehúncar. Los que querían salir debieron esperar unos minutos hasta que desapareció el peligro.
Caras de susto
En cuanto a los ocupantes del autobús llegaron a Trujillo con una media hora de retraso, y en algunos casos todavía asustados por el incidente vivido. «Teníamos mucho lío pero vimos las caras de susto», explicó a Javier Sánchez Pablos una de las trabajadoras del bar de la estación trujillana. Después de unos quince minutos de descanso el coche continuó su trayecto hasta Badajoz, quedándose seis viajeros en la ciudad de Pizarro.
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