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obedecen a un líder

La adicción se llama secta

Obedecen a un líder. Se creen parte de un grupo de elite. Su sentido crítico ha sido anulado Marbella cuenta con el único centro público para tratar la pertenencia a estos grupos

GEMA MARTÍNEZ

Lunes, 16 de junio 2008, 12:26

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Todas las decisiones de tu vida se reducen a una: haré lo que ella diga, porque 'sé' que eso es lo que tengo que hacer». La frase se puede leer en una estremecedora carta que Rafael (nombre figurado) ha enviado a su hermano pequeño, en un nuevo intento para que abra los ojos. Rafael lo consiguió hace ocho años, pero su hermano, al que él mismo introdujo en La Orientación -calificada en su día por un juez como secta destructiva- no lo ha hecho aún. Entonces el chico tenía 17 años. Hoy tiene 34, y según afirma Rafael, «aún sigue bajo la influencia de Teresa Zonjic», la líder de la secta, condenada en 2005 a dos años de cárcel por un delito de coacciones continuadas y por otro de intrusismo, después de las denuncias interpuestas por más de una decena de víctimas de sus métodos de persuasión coercitiva.

La historia de Rafael pone de manifiesto dos cuestiones en las que José Miguel Cuevas, psicólogo del único centro publico de España especializado en el tratamiento de la adicción a sectas (localizado en Marbella), hace especial hincapié: que este tipo de organizaciones se esconden bajo múltiples disfraces, y que cualquiera es susceptible de verse atrapado bajo su nefasta influencia. De hecho, muchas de las personas que ha tratado a través del programa de adicción a sectas que desarrolla en la asociación Marbella Solidaria, responde a un perfil de profesionales con un nivel cultural medio, e incluso alto. «Yo siempre digo que hay una secta para cada perfil de población. Es verdad que los jóvenes son más vulnerables, porque están en pleno proceso de creación de la personalidad, pero ahora estamos detectando que también entran gente muy mayor, y profesionales de mediana edad».

El disfraz

El experto mantiene que este tipo de adicción y sometimiento ciego a un líder capaz de llegar a la manipulación extrema y al control total de la vida de sus adeptos -hasta el punto de marcar la ropa que deben ponerse- se puede ocultar bajo disfraces tan variados y sutiles como cursos de psicología, inteligencia emocional, evolución, astronomía, matemáticas, espiritismo, hadas, parapsicología, egiptología, actividades deportivas, religión, meditación, relajación, yoga, nuevas terapias, conferencias y seminarios, franquicias de productos de supuesta calidad, asociaciones... El experto recuerda que se han llegado a emplear métodos sectarios bajo la apariencia de programas de desintoxicación de drogas.

La lista es tan larga que, así dicha, cualquier actividad podría ser sospechosa de conducir a un grupo sectario. Entonces, ¿cuál es el indicador que debería hacer saltar la alarma? «Nosotros no acusamos el contenido o la doctrina de un grupo, sino su forma de actuar. Por supuesto, muchas de estas actividades pueden resultar beneficiosas, pero también hay que saber que algunas personas las utilizan como ganchos bajo los que se ocultan objetivos sectarios. La alarma debe saltar cuando la actividad pasa a ocupar toda tu vida, llega a transformar tus hábitos, cambia todas tus relaciones, te aleja de familia y amigos, te incapacita para tomar cualquier decisión propia y se convierte en una obsesión; es decir, en una adicción», dice el experto.

Sobre los reclamos bajo los que puede ocultarse una secta, baste decir que la líder de La Orientación tenía y tiene el título de pedagoga, y que desde ahí trataba, y al parecer trata, a unos 'pacientes' a los que inicialmente les aseguraba que eran personas superdotadas que no habían sido correctamente diagnosticadas, por ser esta una cuestión no suficientemente estudiada. Así que, de no seguir estrictamente sus consejos, órdenes, normas y prescripciones, terminarían con sus vidas completamente arruinadas.

Cuando respondías a sus criterios, entonces, según ella, sí estabas actuando realmente tú», asegura Rafael, que en aquellos momentos estudiaba una complicada carrera técnica, y que creyó los augurios de Zonjic.

Falsa enfermedad

En su caso le diagnosticó un trastorno narcisista de la personalidad, que 'actuaría por él' cada vez que apareciera el más mínimo pensamiento crítico. «Yo incluso llegué a medicarme, porque nos mandaba a un psiquiatra con el que tenía contratado un seguro médico», afirma. «A otras personas les diagnosticaba depresiones con tendencia suicida, neurosis obsesivas o incluso enfermedades que realmente no existen».

El alejamiento de la familia para promover un mayor control del adepto es una de las características casi comunes a todas las sectas, aunque se puede dar en mayor o menor grado. En el caso de La Orientación, la familia era la mayor responsable de los supuestos males que acarreaba el adepto.

Otra circunstancia que se repite con frecuencia, es el permanente acompañamiento de un adepto por otro que se considera veterano. «Mi hija ya siempre habla en plural y a los últimos acontecimientos familiares ha venido acompañada por otra chica del grupo», asegura el padre de una joven que desde hace unos años vive en comunidad con un grupo dirigido por un líder de orientación religiosa.

La secta, lógicamente, nunca se presenta como secta, pero sí sigue una estrategia en la que se pueden diferenciar varias fases y que ayuda a comprender cómo se llega a la adhesión a este tipo de grupos. El acercamiento, que la mayoría de las veces se produce a través de un amigo en el que se confía y que ya está en el grupo, comienza con lo que Cuevas denomina etapa de seducción. Durante ella, la persona a la que se pretende captar se siente acogida, escuchada, querida y aceptada, «y además ve que el grupo está compuesto por personas majas; por personas 'sanas'».

Estrategias

La seducción da paso a la captación, en la que la persona empieza a participar en algunas de las actividades. Luego vendrá la fase de conversión: «Yo he hecho mucho por ti, y ahora te toca a ti responder con tu compromiso», dice el experto. Posteriormente viene el adoctrinamiento, donde el adepto se empapa de la filosofía de la secta y asume sus principios. Pasa así a formar parte de un grupo de élite. Este convencimiento sirve para reforzar su pertenencia al mismo y también para que se separe aún más del común de los mortales, que supuestamente ni saben nada ni tienen razón. Finalmente, el 'sectodependiente' pasaría a captar a nuevas personas que introducir en el grupo.

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