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Rafael Leal (de espaldas) mete las cartas en un buzón mientras dos vecinas le observan. / JORGE REY
El cartero ya no llama a la puerta
CACERES

El cartero ya no llama a la puerta

Correos obliga a los vecinos de Arroyo de la Luz a poner buzones en las casas La demanda de casilleros agota las existencias en los comercios de la localidad

MARÍA JOSÉ TORREJÓN

Lunes, 12 de mayo 2008, 11:21

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EN Arroyo de la Luz el cartero ya no llama a la puerta. Ni levanta la persiana de la ventana para echar la correspondencia. Ni cuela los sobres por el espacio que queda entre el suelo y la cancela. En Arroyo de la Luz el cartero deposita las cartas en el buzón.

Los vecinos de este municipio situado a 20 kilómetros de Cáceres se despertaron una mañana con una nota de Correos en la que se les invitaba a colocar buzones en todas las casas que carecían de casilleros postales.

«Se pone en conocimiento que, según se especifica en el artículo 34.3 del Reglamento de Prestación de los Servicios Postales (Real Decreto 1829/1999), en los inmuebles que sean viviendas unifamiliares o locales comerciales industriales independientes la entrega deberá hacerse en un casillero domiciliario situado cerca de la primera puerta de entrada o sobre ella de forma que permita el depósito de los envíos desde el vial público -dice la nota-. Así mismo, le informamos de que hasta que la situación del buzón no esté regulada nos veremos obligados a retener su correspondencia ordinaria en nuestras oficinas, donde podrá recogerla en horario de 9.00 a 14.00 horas durante el plazo de un mes, pasado el cual se devolverán al remitente», concluye el escrito.

Correos ha cumplido su objetivo. Un mes después de que enviara los primeros escritos, los buzones se han multiplicado. Para comprobarlo, basta acompañar a Rafael Leal cualquier mañana. Es uno de los tres carteros que acercan la correspondencia a los 6.700 vecinos del pueblo. «La gente ha colaborado mucho, la verdad. Y nosotros lo agradecemos porque nos facilita el trabajo», cuenta mientras camina a un paso que cuesta seguir. Ahora todo es más sencillo. Basta con depositar el sobre en el buzón. «Antes tenías que andar paseando las cartas de un sitio a otro», apostilla este hombre de 60 años.

Con esta iniciativa, la empresa estatal busca imprimir de manera más rápida el reparto, mejorar la calidad del servicio y asegurarse de que las cartas llegan a su destinatario. Arroyo de la Luz no ha sido ni la primera ni la última localidad en la que se ha implantado la medida, extendida en toda España. Pero a pocos ha dejado indiferente. La demanda de buzones fue tan fuerte los primeros días que se agotaron las existencias en los comercios de la localidad. Los casilleros se convirtieron en el producto más buscado. Lo cuenta Miguel Ángel Martín tras el mostrador de Comercial Velasco, el establecimiento que más buzones ha vendido entre los arroyanos. «Tuvimos colas en la tienda y, como se nos acabaron, hicimos una lista de espera», detalla mientras calcula que ha despachado de 200 a 300 cajas postales en el último mes. ¿El modelo más solicitado? La respuesta de Miguel Ángel coincide con la de Miriam Barrantes, de Suministros Industriales Segundo. La mayoría se inclina por el buzón de menores dimensiones.

Ventajas y desventajas

A Santos Jorna, el alcalde, la medida no le ha afectado porque ya tenía buzón en casa. Ni a los que residen en bloques de vivienda, que ya contaban con casilleros personalizados en las entradas de los edificios. Pero en Arroyo de la Luz abundan las casas bajas. «Ha supuesto una pequeña revolución en el pueblo», reconoce Jorna, que asegura que hasta el Ayuntamiento no he llegado ninguna queja por la decisión de Correos. Los buzones tienen sus ventajas, apunta. «Muchas veces cuando llegaba el cartero la persona no estaba en casa y dejar la carta el vecino o no dejarla tenía sus inconvenientes», reflexiona. No obstante, Santos Jorna reconoce que Arroyo pierde un poquito su sabor a pueblo. «Va a disminuir la relación entre el cartero y el destinatario. Esto se va a perder porque ya no va a haber ese contacto personal y visual entre el cartero y el ciudadano», apostilla el alcalde.

Jesús Becerra recibió el escrito de Correos y colocó el buzón. Los hábitos en su casa han cambiado desde entonces. «Antes dejábamos la ventana al cartero abierta o nos introducía el sobre por debajo de la puerta», detalla.

En la calle Germán Petit, una de las vías que desembocan en la Plaza, han sido mayoría los vecinos afectados por la medida. Lucía Bonilla, residente en el número 43 A, está encantada con su buzón. «No nos ha quedado otra salida porque nos han obligado», apunta Daniela Caballero, que vive en el número 41. Mientras tanto, Pilar González confiesa que se ha quitado un problema de encima. Vive a caballo entre Madrid y Arroyo. Mientras su casa permanecía cerrada, su correspondencia vagaba de un lado a otro. Por eso, no le importa que el cartero ya no llame a su puerta.

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