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EN LA CIUDAD

Leonor y los festivales étnicos

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Jueves, 3 de abril 2008, 10:12

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A la consejera Leonor Flores se le ha metido en la cabeza hacer un festival étnico independiente y no ceja en su empeño. No le basta con el Womad. Además, quiere otra movida mestizo-musical en octubre y lo ha anunciado en plan reto: Habrá Womad y habrá lo otro. ¿Pero a qué viene esa manía étnica? Esto del Womad empezó bien y se está convirtiendo en un dislate. Que la consejería se plantara y exigiera calidad pareció una medida coherente. Que avisara de que si Womad no mejoraba su oferta, aquí somos muy capaces de hacerlo incluso mejor fue una proclamación de autoestima saludable. Pero ahora, cuando la negociación ha dado sus frutos y el festival, por lo que se sabe, va a volver a ser un éxito, no se entiende el erre que erre del festival étnico bis. Aquí está faltando finura política y Leonor Flores puede perder las bazas que el festival va a poner en sus manos. El Womad de este año, si finalmente se hace, va a ser un éxito rotundo por tres razones que conectan con la idiosincrasia local: volverá a haber comidas del mundo en una ciudad donde si se come, lo demás es secundario; volverá a celebrarse el festival durante el fin de semana, lo que redundará en un lleno hasta la bandera en la hostelería y un abarrote apoteósico en las calles; finalmente, habrá actuaciones hasta las dos de la madrugada, medida que enlaza con la memoria sentimental: «¿Te acuerdas del tiempo en que la noche cacereña era la mejor de España?». El cartel importa un pito y la acústica, otro, excepto a un 10% de especialistas. El resto, en bebiendo, en comiendo, en bailando, en mirando, en trasnochando, felices. Y la consejera, una reina.

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