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ARANTZA PRÁDANOS
Martes, 11 de marzo 2008, 02:16
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En su segundo paso por las urnas tras los comicios municipales de mayo, la Ley de Igualdad ha pinchado. Sin discusión. En 2004 se sentaron en el hemiciclo del Congreso 125 mujeres. Cuatro años después habrá una menos, 124, y un porcentaje de representación que no avanza un ápice del 36% del total de señorías. En el Senado, la situación tampoco mejora. En la primera ocasión que se aplica la ley en las listas a la Cámara alta, ésta ganará ocho senadoras -han sido elegidas 66, más cuatro autonómicas-, aunque ni así la representación femenina en la Cámara alta alcanzará el tercio de escaños.
El PSOE no ha predicado con el ejemplo y pierde cuatro diputadas; el PP gana una y CiU aporta tres más que en la anterior legislatura. La primera lectura a la vista de los resultados es simple: los partidos políticos son Numancia, dirigidos y controlados por varones renuentes a aplicar con generosidad la regla del 40/60 impuesta por la ley.
El guarismo se cumplió en la confección de las listas electorales, de modo que ningún sexo tuvo más de un 60% ni menos de un 40% por ciento de representación en cada tramo de cinco nombres. Pero eso no impidió que muchas candidatas quedaran relegadas al final de cada tramo, sin opciones reales de escaño. Las listas encabezadas por mujeres en las elecciones del 9-M han sido una rareza en todo el espectro político.
«Es un tema que tiene que resolverse. Hay que reflexionar sobre el sistema y buscar estrategias y mecanismos correctores», admite Soledad Murillo, secretaria general de Políticas de Igualdad del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales.
La Ley de Igualdad funcionó bien en su primer test, las elecciones municipales, y la prueba fueron más de 2.000 nuevas concejalas y alcaldesas en toda España. Pero la proporción 40/60 puede resultar testimonial en comicios generales para provincias donde se elige un máximo de dos o tres diputados porque «se siguen reservando los puestos de mayor seguridad (de escaño) para los hombres».
PNV y ERC
La situación ha suscitado la reacción de diferentes organizaciones feministas y asociaciones de mujeres, que reclaman las 'listas-cremallera' (un hombre-una mujer) para próximas elecciones, con el fin de garantizar el equilibrio en los resultados finales.
Sólo un partido de los que han logrado representación parlamentaria llevaba como cabeza de lista a una mujer, Rosa Díez, en sí misma presidenta, candidata y portavoz de UPD. Descalabrados, ni IU ni ERC sentarán diputadas en la Cámara Baja. El PNV se ha quedado sin mujeres en el grupo parlamentario y EA pierde el único escaño que tenía, al que optaba una fémina. Uxue Barkos, de Nafarroa Bai, lo revalida, y Coalición Canaria reparte salomónicamente sus dos asientos respectivos en el Congreso entre un hombre y una mujer, lo mismo que el BNG.
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