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«Ella no se lo esperaba», declara el joven acusado de degollar a su novia en Cáceres
CACERES

«Ella no se lo esperaba», declara el joven acusado de degollar a su novia en Cáceres

Policías y forenses destacan la brutalidad de la agresión al causarle una herida profunda en el cuello, de 130 milímetros, con una navaja de 8,5 centímetros de hoja

SERGIO LORENZO SERGIO LORENZO

Martes, 19 de febrero 2008, 18:18

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Issam G, nacido en Rabat (Marruecos) hace 27 años, parecía asustado ayer ante los miembros del jurado que tienen que decidir si es un asesino, un homicida o un enfermo mental que no es responsable de sus actos.

Al ver como enfrente de él se apostaban los fotógrafos de prensa y los cámaras de televisión, se tapó parte de la cara con una bufanda. La presidenta de la sección segunda de la Audiencia de Cáceres, María Félix Tena, que es magistrada ponente en el juicio, le avisó de que no podía declarar tapado con una bufanda.

Entonces Issam ocultó parte de la cara con la mano izquierda. Incluso cuando comenzó a declarar de pie, no separó la mano del rostro. A mitad de su declaración la presidenta preguntó a los miembros del jurado si le estaban viendo la cara al acusado. Varios jurados dijeron que no le veían y entonces María Félix Tena fue tajante: «No se tape. El jurado tiene que verle la cara». Contrariado, dejó caer la mano y su rostro quedó a la vista de toda la gente que se encontraba en la sala, algunos de los cuales le miraban extrañados de que pudiera haber hecho unos actos tan crueles como los que relataban policías y forenses.

De una manera algo caótica Issam contó lo que recordaba, o quería recordar de lo sucedido el 20 de mayo del 2006.

Él era vendedor ambulante, igual que parte de su familia y durante un tiempo estuvo viviendo en Casar de Cáceres, en donde conoció a María Antonia Pérez, una mujer separada, de 37 años, que tenía una hija de 16 años y vivía con su madre.

Comenzaron a convivir juntos en un piso de Casar de Cáceres en el año 2005, pero luego tuvieron que dejarlo por razones económicas. Él se fue a Marruecos a hacer el Ramadán y ella regresó a casa de su madre. Cuando volvió a Cáceres Issam alquiló una habitación en la avenida de Hernán Cortés. Pese a no convivir en la misma casa, los dos mantenían una relación de noviazgo.

El 20 de mayo Issam fue con su coche blanco a recoger a Antonia a Casar de Cáceres a las cinco de la tarde. Declaró que cuando iban en el coche le pareció que había gente que se estaba riendo de él y que incluso le iban a golpear el coche, por eso cogió una navaja que tenía en el vehículo. Aseguró que Antonia le convenció para que guardara la navaja y la metió en un bolsillo. Tomaron una cerveza y luego fueron a la habitación del piso de Cáceres. Issam afirma que no discutieron, que se sentaron en la cama, que luego se tumbaron, que se acariciaron y que incluso intentaron mantener una relación sexual, pero lo dejaron al no sentirse él capaz.

Después vino la agresión, pero de la agresión dice que no recuerda nada, como si hubiera borrado de su mente la imagen de él atacando a su novia. Lo que sí declaró es que la agresión la cogió desprevenida. «Ella no se lo esperaba» reconoció Issam. Comentó que al ver a su novia muerta intentó tirarse por una ventana del cuarto piso en el que estaba, «no pude. Me quería escapar y me fui a la calle». Caminó sin rumbo, ensangrentado, con la navaja en una mano hasta que vio a un policía local regulando el tráfico en un cruce, fue hasta él y le dijo: «he matado a mi novia».

Momentos difíciles

El jurado está compuesto por cinco hombres y cuatro mujeres, con una media de edad de unos 40 años. También hay dos suplentes que son hombres. El momento más difícil para ellos fue a la una y media de la tarde, cuando les pasaron un informe con las fotografías en color del cadáver, y de la habitación llena de sangre. Tenían que ver las imágenes mientras los especialistas les explicaban las trayectorias de las heridas y la razón de las manchas de sangre en las paredes y en el suelo.

El momento más duro para la familia de la víctima, fue cuando la policía y forenses comenzaron a explicar la muerte de Antonia Pérez, una mujer delgada, baja, de unos 45 kilos de peso. Indicaron que tenía golpes en la cabeza, que quizá le pudieron aturdir pero no dejarle sin sentido. Que su cuerpo tenía 16 cuchilladas y una herida horrible, la del cuello. Un policía describió la escena del crimen como «impactante», otro dijo que nunca había visto nada semejante, y un tercero comentó que era brutal lo que se había hecho en esa habitación.

Según el relato de los peritos, el agresor de Antonia se había puesto detrás de ella, le cogió con la mano izquierda la parte superior de la cabeza, y con la navaja en la mano derecha la degolló. Un corte de 130 milímetros, de izquierda a derecha y de arriba abajo. Ella no tenía heridas defensivas. «No se lo esperaba. No pudo defenderse», dijeron. Se habló de un ensañamiento brutal, y se recalcó la fuerza que tuvo que emplear el agresor para hacer una herida semejante con una navaja de solo 8,5 centímetros de hoja.

En este juicio hay tres acusaciones que aseguran que el jurado tiene ante sí un claro caso de asesinato, relatan que Issam planeó matar a Antonia porque no quería irse a vivir con él fuera de Cáceres. La fiscal y la abogada de la Junta piensan que lo justo es que le condenen a 23 años de cárcel, y la acusación particular que representa a la familia de la víctima a 25 años. El abogado defensor lo que pide es que el tiempo que le condenen que lo pase en un psiquiátrico y no en una cárcel, «tiene que estar en un psiquiátrico porque es un enfermo y hay que curarle».

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