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PLASENCIA

Aldea del Cano Airport

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Miércoles, 30 de enero 2008, 10:23

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Mi suegra tiene una parcelina a un par de kilómetros del nuevo aeropuerto. ¿Pelotazo habemus? Pues no porque mi suegra prefiere la tortilla y los filetes rusos dominicales a los millones, que, dice ella, no dan la felicidad. Mi suegra es de Aldea del Cano y suele relatar sus viajes en carro hasta la estación de ferrocarril, que queda a un paso de donde se instalará el nuevo aeropuerto. Ahora irán en lanzaderas. Este pequeño pueblo cacereño no tuvo una calzada decente para carretas y diligencias hasta el año 1855, cuando la Diputación Provincial de Cáceres decidió remediar la penuria viaria provincial y su ingeniero jefe, Alejandro Millán, inició la construcción de carreteras hacia Alconétar, Arroyo y Aldea del Cano. Durante años, la comunicación más cómoda entre Cáceres y Aldea era el autobús de Alcuéscar, que tenía una baca donde lo mismo iban viajeros que jaulas de gallinas y jergones de lana. En una ocasión, una funeraria cacereña envió un ataúd a Alcuéscar y lo depositó en la baca. Como empezó a llover, un viajero se refugió en el féretro. Al pasar Aldea del Cano, cesó el aguacero, se abrió la caja mortuoria, asomó la cara el 'difunto' y preguntó somnoliento: «¿Ha dejado de llover?». Cuentan que los viajeros se tiraron del autobús en marcha y no pararon de correr hasta Casas de don Antonio. Y ahora, ya ven: Aldea del Cano Airport. A mi suegra hace tiempo que la tientan con ofertas, pero ella, lista, niega. «A saber cuándo vendrán los aviones», especula. Y lleva razón. No olviden que el 12 de septiembre de 1989 la prensa regional anunció que el Ave Lisboa-Budapest pasaría por Badajoz. Y anda que no ha llovido... ¿Habrá, por fin, dejado de llover?

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