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¿Para qué sirve un columnista?

J. R. ALONSO DE LA TORRE

Martes, 23 de octubre 2007, 11:18

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E l columnista... ¿Para qué sirve un columnista? Yo creía que para nada. O, como mucho, para lo mismo que ZP en los vídeos, Celdrán en las ruedas de prensa y Luis Aragonés en la selección. O sea, para entretener. Pero el otro día descubrí otra utilidad. Resulta que iba camino de un partido de baloncesto tras una pareja de jóvenes, cuando uno de ellos acabó su lata de refresco, la estrujó y se dispuso a arrojarla al suelo. Entonces, su compañero lo avisó: «Como tires esa lata al suelo, mañana te saca en el HOY el señor que viene detrás». Ni me miraron ni hicieron ningún gesto. Siguieron andando con la mayor naturalidad. El bebedor de refrescos aguantó la lata en su mano hasta la siguiente papelera. Entramos en el pabellón y cada uno se fue a su grada. Mi equipo perdió, pero yo volví a casa satisfecho: me sentía tan útil como un guardia de la porra, como un tutor en el patio de un colegio, como la cámara de un cajero automático. Desde ese día ya sé que el columnista es un chivato social. No pone multas. Peor: te saca los colores. Además de esa función práctica de acusador, los columnistas tienen una costumbre más etérea y abstracta que, reconozcámoslo, no sirve para nada. Es la manía de categorizar. Así, de la anécdota del estrujador de latas uno colige que la sociedad sigue donde estaba: solo reacciona a los estímulos del castigo, la multa, la denuncia y el chivatazo. Si nadie se entera, tú tiras la lata, te metes el dedo en la nariz, dejas que tu perro defeque donde le pete y opinas barbaridades sobre los inmigrantes. Solo si aparece una novia con conciencia, un ciudadano ejemplar o un municipal quisquilloso, disimulamos. No nos vaya a sacar en la columna.

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