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"El mejor apoderado es uno mismo"
Miguel ángel perera

"El mejor apoderado es uno mismo"

El torero de Puebla del Prior toreó en la Feria de San Juan de Badajoz con «ilusión y responsabilidad»

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Lunes, 15 de octubre 2007, 21:23

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-¿Considera que su generación es el mejor ejemplo del buen momento del toreo extremeño?

-Yo creo que sí, y el que no lo crea que repase un poco la historia. Soy muy joven quizás para hacer este tipo de afirmación, pero por lo que me cuentan los expertos de la región, pocas veces se han dado en la misma época tantas figuras con la trayectoria de Ferrera, Talavante o la mía en Extremadura. También están Ambel Posada, Israel Lancho, que va a tomar la alternativa, y la Escuela Taurina que está dando unos frutos inmejorables. Yo diría que estamos pasando por uno de nuestros mejores momentos.

-El final de su anterior temporada entre Madrid y Sevilla, puso el listón muy alto para esta nueva, ¿cómo va la actual?

-Ésta está siendo una temporada complicada y difícil, sobre todo porque los que elegimos, como yo, el camino de la independencia sabemos que tiene que basarse en el triunfo y además en plazas importantes, y eso no es fácil. Este año por diferentes motivos y salvo en Valencia, que salí a hombros, no he tenido buena suerte: en Sevilla, no embistieron los toros y en Madrid, con la cornada, perdí la oportunidad de torear cuatro toros que me podían haber facilitado el triunfo.

-Ha dicho en alguna ocasión que nunca se le ha ido un toro importante, ¿lo mantiene?

-No he llegado nunca a una plaza importante donde se me haya presentado un toro de triunfo, de esos que ve claramente todo el mundo, y que se me haya ido 'con las orejas puestas'. Creo que he cuajado ese tipo de toros y que eso me ha ayudado a subir en mi carrera.

-¿La fórmula del éxito para usted sigue siendo un torero que 'se arrima' y una persona en los despachos que administra sus triunfos?

-Qué duda cabe... Soy de la opinión de que el mejor apoderado es uno mismo, el propio torero. Para que un matador de toros llegue a ser alguien y pase a la historia consagrado como figura del toreo, hay que hacer cosas importantes en los ruedos y tener a una persona al lado que sepa dirigir esos esfuerzos, porque de nada te vale jugarte la vida todos los días si esos esfuerzos no tienen la rentabilidad que merecen. Ambas cosas son importantes.

-Vaya, que por muy bueno que sea un torero si no tiene cerca a ese 'grupo necesario' le será imposible crecer y subir...

-Pues sí. El torero tiene que estar satisfecho y feliz y eso también depende en parte de la gente de la que se rodee y del equipo que decida formar. El 'buque insignia' es el matador y el segundo más importante, el apoderado, que realiza la función de coordinar.

-Oyéndole hablar da la sensación de que es usted quien tiene la última palabra...

-Me gusta estar enterado de todo, tomar decisiones y dar mi opinión porque el que me juego la vida delante del toro soy yo. El torero es la pieza esencial para que todo lo demás se mueva y se merece el respeto y la importancia que todos los días se gana en los ruedos.

-¿Qué importancia está teniendo en su carrera su apoderado, Fernando Cepeda?

-No está siendo una temporada fácil para ninguno de los dos. Para él es la primera como apoderado, y para mí, la tercera como matador de toros y es en la que más dificultades estoy teniendo. Pero estoy acostumbrado, por circunstancias, a enfrentarme a situaciones complicadas en las que parece que todo se acababa y he tenido, gracias a Dios, la capacidad de remontar y darle la vuelta a todo. Ésa es la confianza y la fe a la que yo siempre me agarro cuando llegan los momentos difíciles. Con Fernando, hasta ahora, y espero que sea por mucho tiempo, tengo una unión muy fuerte y muy de verdad.

-Se ha recuperado de una cornada grave que le apartó de Madrid, ¿se acostumbra uno a las cornadas?

-No. Las asimilas pero nunca te terminas de acostumbrar porque no son algo agradable. Es cierto que estoy mentalizado, pero nunca vienen en buen momento. Esta última me ha impedido matar cuatro toros en San Isidro.

-¿Se superan antes física o mentalmente?

-Depende. Yo me recupero antes mentalmente y en la última he hecho un esfuerzo físico muy grande aferrado a la ilusión de reaparecer. Me ha estado tratando el fisioterapeuta de un equipo de fútbol fuerte y se ha sorprendido de la rapidez con la que me he recuperado de una hernia muscular de 15 centímetros.

-¿Cuando entrena en qué incide, cuáles son sus puntos flacos?

-Intento perfeccionar mi concepto del toreo, sobre todo con el capote que es lo que más me cuesta y es donde todavía no he conseguido materializar la estética que me gustaría conseguir.

-¿Confía más en el arte o en la técnica?

-El arte que cada uno tenga se basa en la personalidad de cada torero. El toreo se basa mucho en la intuición, en adivinar las reacciones y los movimientos del toro, más con el capote, porque la velocidad del toro es otra y es más complicado. Últimamente estamos cayendo en un toreo muy técnico, falto de alma, aunque hay compañeros que son la excepción. Creo que años atrás, debido a que el toreo no era quizás tan exigente como ahora, se tenía más alma y menos técnica. Yo creo que a veces caigo en ese error, intento hacer las cosas tan bien que le quito un poco de alma a mi toreo. Estoy todavía en el camino de encontrarme como realmente quiero ser.

-La técnica puede aprenderse en las escuelas taurinas, ¿el resto ha de ser innato?

-Hay mucha gente que dice que de las escuelas salimos todos con el mismo patrón. Personalmente, no lo veo así. Yo he salido de una escuela taurina y a mí me han puesto en el camino a seguir sin cambiarme mi propia personalidad o mi concepto del toreo. La obsesión personal por la técnica es lo que a veces hace que le quitemos pureza y sentimiento a lo que hacemos.

-¿Cómo ha evolucionado el toreo de Miguel Ángel Perera en sus tres temporadas como matador de toros?

-Ha cambiado siendo el mismo. A veces cojo las cintas de cuando era novillero sin caballos y creo que mi toreo se basa en los mismos pilares, de manera que hay cosas que sigo haciendo que ni me acordaba que ya hacía antes. Por supuesto que intentas perfeccionarte, hacer un toreo más limpio, más asentado, más puro... Aunque a veces me doy cuenta, como te decía antes, que puede faltarme ese 'alma'.

-Es entonces de los toreros a los que les gusta revisar su trabajo.

-Depende. Hay veces que te gusta mirarlo y otras olvidarlo...

-Y personalmente, ¿cuánto ha cambiado?

-Se cambia más de lo que uno nota. Uno cree que no cambia y sigue siendo el mismo, intenta poner los pies sobre la tierra, pero muchas veces el ritmo de vida que llevamos te hace parecer que eres menos cercano y más distante que antes. Yo intento que eso no me pase, pero también es verdad que entras en contacto con cosas que antes ni siquiera conocías y te agobias y te apetece quitarte un poco del medio y eso puede malinterpretarse y parecer que eres un estúpido, un antipático o un estirado.

-Da la impresión que le asusta más la vida cotidiana que los ruedos...

-Hay días que sí y días que no. Cada persona busca la felicidad en sitios diferentes y allí donde la encuentre es donde debe estar. Yo hay días que saldría corriendo de la plaza por lo que sea y otros en los que disfrutas de ese ambiente único y te sientes la persona más afortunada del mundo por estar ahí.

-¿En su mente hay una voz que le dice que un 12 de octubre en Sevilla se consagró como figura del toreo, es un hito en su carrera?

-A mí ese día no se me va a olvidar mientras viva. Fueron mis dos primeras orejas en Sevilla y el eco que dejé en los mentideros me marcó. Igual que no olvidaré el primer toro que indulté 'Espléndido', que tiene un significado especial para mí. Son fechas o toros que marcan la trayectoria de un torero, lo que uno recuerda de esas tardes es una plaza entera puesta en pie, unos olés rotundos y atronadores, una afición entusiasmada... Sensaciones que se te graban a fuego y las llevas dentro más allá de la faena o el toro.

-¿Hasta qué punto influye en el ánimo de un torero tener el ambiente a favor o en contra?

-Está claro que con un público a favor de un torero, de la Fiesta, de la diversión, es mucho más fácil triunfar que con un público intransigente que no valora el esfuerzo que estás haciendo. Hay plazas muy exigentes como Madrid, Bilbao o Sevilla y que precisamente por eso se convierten en un reto.

-Me han dicho que es usted maniático con las muletas...

-¿Quién?...Supongo que un poco, pero no demasiado... Hay días en que coges una muleta y no la sientes en las manos... Intento que me pase lo menos posible porque vuelvo loco al mozo de espadas.

-Y que le gusta que los trajes le queden un poquito flojos...

-(Se ríe). También es verdad. Además me gustan los trajes con bordados descargados. Me gusta sentirme libre, el traje de luces es tan ceñido que me agobio y tener esa sensación de libertad y de flexibilidad cuando un traje te queda un poco flojo, me relaja.

-¿Le resulta inmovilista la Fiesta en cuanto a su estética?

-Estoy de acuerdo en que hay cosas del mundo del toro que se pueden mejorar y otras que no deben cambiar en la vida, como la estética y el ritual que hacen de este mundo un universo único e irrepetible.

-¿Se ha convertido en el torero con el que soñó ser?

-No. Todavía me queda muchísimo. Tengo que dar gracias a Dios de que el camino que elegí lo estoy andando. Con más o menos dificultad o fortuna pero lo estoy disfrutando. He toreado en ferias importantes, cuajado faenas magníficas, indultado toros, cortado rabos... Pero me queda mucho por recorrer.

-¿Han valido la pena los sacrificios?

-No me puedo quejar, aunque no me han regalado nada. No me cuesta trabajo decir que no a nada, de momento.

-¿Se considera un privilegiado?

-Sí, por dedicarme a lo que me gusta, pero dentro del mundo del toreo soy uno más y tengo que adaptarme a lo que hay.

-¿Cree que es «uno más»?

-No estoy aquí para ser uno más, quiero ser el mejor, pero sé que todavía me queda camino por recorrer.

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